Destinos

¿Vale la pena viajar al mismo lugar más de una vez?

En vez de buscar siempre visitar un nuevo destino, ¿por qué no volver a los que más nos han gustado?

POR: Paola Gerez Levy

Se acercan nuevamente las vacaciones, ¿cuál será nuestro próximo destino? No importa si se trata de una ciudad a una hora en coche o de un pueblo al otro lado del océano, siempre tenemos lugares en mente que queremos conocer. Coleccionar destinos se ha vuelto un pasatiempo popular (una misión de vida para algunos), de ahí que cada vez haya más interés por destinos estrafalarios.

Pero existe una contraparte de esta tendencia viajera en la que el objetivo es literalmente recorrer el mundo, y es la de regresar a los sitios que ya conocemos. Para algunos puede catalogarse como un desperdicio, pero para otros es una aventura mucho más enriquecedora que un nuevo sello en el pasaporte.

Uno de los mayores puntos a favor de volver a una ciudad es que, por ejemplo, sabemos cómo funciona el transporte, las normas de formalidad, la moneda, los precios y hasta conocemos el significado de varias frases. Estas segundas impresiones posibilitan que nuestra estancia sea más apacible y menos estresante, en especial en latitudes donde, por lo general, se experimentan choques culturales. La segunda vez, además, perdemos los miedos que experimentamos durante los primeros días de viaje. Sabemos cómo movernos del aeropuerto a nuestro hotel y ya hemos seleccionado lo que no nos gustó.

Foto: Soroush Karimi

Pero además de todas estas ventajas, hay aspectos que van más allá de la comodidad e impactan en nuestro crecimiento individual, pues nos muestra que, así como las personas, las ciudades, playas, pueblos o bosques tienen múltiples facetas y viven un continuo cambio que siempre nos permitirá conocer nuevos aspectos.

Conocer la cultura local

A menudo, las actividades que hacemos en un lugar comienzan antes de salir de vacaciones. Buscamos recomendaciones y los sitios populares que más valen la pena. Si se trata de una aventura breve, los itinerarios muchas veces están retacados de nombres de calles, restaurantes, monumentos o museos que recorremos con prisa y rodeados de cientos de turistas más.

Contrario a esto, cuando llegamos a una ciudad por segunda vez todo este ajetreo ha quedado atrás y tenemos la oportunidad de conocer aquellos sitios no tan concurrido por visitantes; de ir a aquellos restaurantes frecuentados por los locales, de caminar por calles inadvertidas y barrios que no figuran en las guías de viaje. Una segunda vez nos da la posibilidad de  descubrir esos pequeños detalles que son verdadera joyas. Finalmente, lo que construye la personalidad de una ciudad es lo que pasa de largo de la mirada de los turistas.

Foto: Melissa

Ampliar nuestra perspectiva

¿Quién no ha regresado a algún lugar que frecuentaba en la infancia? Este es un ejercicio sobre todo de introspección, pues es inevitable comparar nuestros recuerdos de niño con las impresiones que obtenemos del mismo sitio años después. Lo que antes nos llamaba la atención quizá ahora nos parezca irrelevante en el presente. Por otro lado, no es lo mismo conocer una urbe durante un viaje de mochilero (y poco presupuesto) a regresar años más tarde con la familia o un grupo de amigos.

Esta también es una forma de analizar la evolución de las ciudades o pueblos. De ver cómo han cambiado las arterias y de comprender por qué hay cosas que se quedan igual; como esa obsesión parisina de mirar la urbe mientras uno se toma un café, o esa energía secreta que hace que los berlineses sean tan libres como quieran.

Foto: Austin Distel

Una tradición familiar

Posiblemente donde más se contempla el poder de ir a un sitio más de dos veces, es en las costumbres de familia. Vacaciones de navidad, salidas de verano y reuniones con parientes que viven lejos definen por décadas las vacaciones de varias generaciones. Lo especial de estas salidas es que, por más que nos permitan conocer nuevos rincones año con año, están más enfocadas en la convivencia; por lo que no importa cuántas veces regresemos, siempre volveremos a casa.

Foto: Matt Heaton

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Foto de portada: Braden Collum.

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