La capital de Francia no es una cuidad pequeña. Aunque gran parte de su atractivo se concentre en la zona centro, nunca está de más recorrerla de un extremo a otro. El tema de cómo moverse en París siempre llega a la mente de los viajeros, pues existen varias formas de transporte público. Sin embargo, entre camiones, tranvías y trenes, el metro es sin duda la opción más barata y rápida.
El Metro de París consta de 16 líneas que dan servicio a cerca de 300 estaciones en las que se abarca desde el corazón, hasta las afueras de la urbe. Este medio de transporte tiene un horario de apertura de 6 a 0:45 horas (domingo a jueves) y de 6 a 1:45 horas (viernes y sábado).
En cuanto a los boletos, hay posibilidades que se ajustan a todos los tipos de viaje. Está el sencillo (válido por 1 viaje) que cuesta €1.90. Está la promoción de 10 boletos a €14.90, así como tarjetas de prepago que permiten viajes ilimitados por día, por semana o incluso por mes. Asimismo, se ofrecen tarifas reducidas para familias numerosas y para niños menores de 10 años. Algunas tarjetas disponibles son Passlib’, Navigo o Paris Visite.
Cómo moverse en París: una ruta, mucho por ver
Cuando viajamos, varias veces nos encontramos en esa frustrante situación donde simplemente el tiempo no es suficiente para todo lo que queremos hacer, ver y comer en un destino. En honor a lo anterior, y para que se disfrute al máximo una visita a París, diseñamos un circuito que tiene paradas en varios de los sitios icónicos de la ciudad.
El día comienza con una visita al Museo del Louvre (que puede durar desde una hora hasta todo el día). Después, aborda la línea 1 en la estación Palais Royal Musée du Louvre en dirección a Château de Vincennes.
Desciende en Châtelet para transbordar a la línea 4 en dirección a Porte d’Oréans. Continúa hasta la Cité, una estación con el clásico arco art nouveau en la entrada. Si bajas aquí puedes admirar la iglesia de la Sainte Chapelle o la catedral de Notre Dame.
Sigue en esta misma trayectoria hasta Saint Germain des-Près, un barrio pintoresco ideal para pasear, sentarse a comer o disfrutar un café.
Puedes ingresar por Saint Germain des-Prés o bien por Saint-Sulpice para continuar hasta la estación Montparnasse-Bienvenüe, donde hay que cambiar a la línea 6 dirección Charles de Gaulle Étoile.
Baja en la estación Bir-Hakeim para caminar unos 10 minutos y llegar a la Torre Eiffel y al parque Champ de Mars.
Por último, retoma el tren en esta misma estación para disfrutar de la vista sobre la ciudad y el Sena, ya que en este trayecto los vagones van por encima de la calle. Continúa hasta Charles de Gaulle Étoile.
Al salir te encontrarás en el Arco del Triunfo y podrás recorrer la emblemática avenida de Campos Elíseos, visitar tiendas y terminar el día con una buena cena.
Las estaciones de metro más bonitas (por si queda tiempo)
El tren subterráneo de la capital francesa comenzó a funcionar en 1900, en el marco de la exposición universal de ese año. Este sistema de transporte es el segundo más antiguo del planeta, solo detrás de Londres. A lo largo de los años, estaciones han sido construidas, reconstruidas e incluso convertidas en verdaderas obras de arquitectura. Estas son algunas de las más especiales de la red.
Bastille
Debajo de la Columna de Julio (el equivalente parisino al Ángel de la Independencia), esta estación da servicio a las líneas 1, 5 y 8. Para conmemorar el bicentenario de la Revolución Francesa, en 1989 se remodeló y ahora en sus paredes se pueden admirar cinco grandes frescos que representan escenas y momentos clave en la historia del país.
Arts et Métiers
En esta estación coinciden las líneas 3 y 11 y se encuentra a un lado del museo de inventos y tecnología que lleva su mismo nombre. Construida en 1904, los túneles y paredes del sitio están recubiertos en su totalidad por cobre. La decoración busca recrear la atmósfera de un submarino, en honor al genio de las máquinas curiosas Julio Verne.
Concorde
Atendiendo a las líneas 1, 8 y 12, esta parada luce a simple vista como una larga y cóncava sopa de letras. Los múltiples mosaicos no representan letras al azar, sino vocablos genuinos . Estas palabras son la Declaración de los Derechos del hombre y del Ciudadano, publicados en París en 1789.
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