El sargazo en Cancún (y cómo sobrevivir a la resiliencia de las algas)
La presencia de estas algas no sólo significa playas sucias, sino que tiene consecuencias ambientales inadvertidas por los viajeros.
POR: Paola Gerez Levy
Las playas de Cancún y la Riviera Maya encabezan las listas de destinos más buscados en México. De los 42 millones de turistas que recibe el país, una sexta parte (cerca de los siete millones de personas) tiene una clara preferencia por las playas del Caribe. Lamentablemente, allá no todo es arena blanca y agua turquesa; en la última década el sargazo se ha convertido en un enemigo que no solo es incontrolable, sino que cobra fuerza año con año.
En el mundo existen cerca de 300 especies de algas que crecen al fondo del mar. Dos de ellas no se sujetan al lecho, sino que flotan sobre la superficie del océano. Los sargazos son precisamente un tipo de macroalgas de color pardo que en los últimos años se han concentrado en playas mexicanas como Cancún, Playa del Carmen o Tulum. El fenómeno ya rebasó la capacidad de toda iniciativa de limpieza, y cada temporada podría ser peor, pues a inicios de año, el Consejo Técnico Asesor Estatal para el Tema del Sargazo calculó que en 2019 la cantidad de algas podría llegar a triplicarse respecto al 2018.
Daños ambientales y turísticos
Estas masas de vegetación acuática afectan directamente a los ecosistemas y a la fauna marina. Las barreras de algas son un impedimento para que las tortugas lleguen a desovar a la arena y a su vez dificultan que las crías entren al mar después de nacer.
Por otro lado, cuando la materia orgánica se pudre despide sustancias que son tóxicas para al ambiente, como ácido sulfhídrico, lixiviados y arsénico que se filtran al subsuelo y a los mantos acuíferos que matan numerosos peces, pulpos, estrellas de mar y más de 78 especies que habitan en el Arrecife Mesoamericano.
Por más extraño que pueda parecer, las playas en sí también están en riesgo, pues las capas de sargazo bloquean el paso de luz solar al suelo marino. Sin esta fuente de energía, las algas que crecen en el lecho y que mantienen la arena fijada mueren y provocan que las playas se modifiquen (o desaparezcan).
También afecta directamente al turismo nacional. La putrefacción causa, a primera instancia, que las playas pierdan su encanto característico y que ya no se puedan aprovechar de la misma manera porque se cubren por completo de una capa oscura y fétida.
Como lo expresó Conrad Bergwerf (presidente de la Asociación de Hoteles de la Riviera Maya), esto ocasionó que entre enero y mayo de este año la ocupación hotelera haya sido 6% menor en comparación con esta misma época en 2018 –lo que se traduce en una pérdida de 12 millones de dólares–. Por otro lado, Roberto Citrón (presidente de la Asociación de Hoteles de Cancún) dijo que debido a este desastre, el ritmo de reservaciones para los meses de julio y agosto –temporada alta en la playa– se ha desplomado en un 20%.
¿De dónde viene el sargazo?
En medio del Océano Atlántico, al este de las costas de Estados Unidos, existe una región que las corrientes de viento y de agua no tocan. Estas características crean el mar de los sargazos, una especie de isla pacífica donde se acumula una gran variedad de maleza marina. Cada verano, las plastas de algas viajan en dirección de la Península de Yucatán, pero depende de los vientos si las plantas terminan en Cancún o en otras islas caribeñas.
Sin embargo, los especialistas descubrieron la formación de un nuevo mar de sargazos frente al litoral de Brasil. De acuerdo con imágenes satelitales, es posible que gran parte de las algas que se almacenan en Cancún provengan del sur. Dichas oleadas marrones afectan también las costas de Texas, Florida, Guatemala, Honduras, Panamá, Aruba y Curazao.
El Caribe mexicano, en el centro de un ciclo infinito
El sargazo se multiplica exponencialmente porque el agua de los océanos es más caliente. Esta temperatura cálida es propicia para el desarrollo de bacterias. Dicho fenómeno permite que crezcan muchas más algas que antes y que, como consecuencia, un mayor número de plantas se muera. La materia en descomposición atrae a una mayor cantidad de microorganismos que, a su vez, fertilizan a la nueva vegetación.
El lado positivo de las algas
No todo está perdido. Diferentes iniciativas han encontrado un segundo uso a estas algas. En Puerto Morelos, Yucatán, reutiliza estos restos orgánicos para combinarlos con adobe y fabricar tabiques que sirven para construir casas en comunidades de escasos recursos. Otro proyecto busca transformar la materia en biocombustible y en fertilizante, y un último quiere fabricar zapatos a base de sargazo y plástico PET.
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