En las profundidades del estado de Sonora, ahí entre las aguas cristalinas del Mar de Cortés, existe un destino que es perfecto para los que quieran desahogar el confinamiento con viajes al aire libre. Se trata de la Isla Tiburón, un sitio que mide más de mil 200 kilómetros cuadrados de superficie y es considerada como la isla más grande de las 1,365 que comprenden el territorio nacional. Este número puede parecer elevado, pero si lo comparamos con Indonesia, que está conformada por más de 17 mil trozos de tierra, no es nada.
La Isla Tiburón es un verdadero santuario natural. Forma parte de las 244 islas e islotes de las Áreas Protegidas del Golfo de California, un sitio que en 2005 fue nombrado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. Esto podría deberse a que sólo esta región alberga el 39% de las especies de mamíferos marinos y el 33% de los cetáceos del planeta, además de 90 especies endémicas.
Pero además, en 1963 este páramo recibió también el título de Reserva especial de la Biosfera. Basta contemplarla desde el cielo para comprobar por qué. A lo lejos, entre sus espacios áridos, se pueden distinguir, con buen ojo, dos sierras de montañas bajas –con laderas empinadas– la Menor y la de Kunkaak, ambas forman el paisaje rugoso del Valle de Tecomate. También hay oportunidad de admirar algunos animales como borregos cimarrones, zorros, coyotes o venados.
Por su parte, si se le mira desde el nivel de la arena, se distinguen siluetas de los cactus que contrastan contra el azul del cielo durante el día y contra el rojo intenso de los atardeceres sonorenses.
Los seris, guardianes de la Isla Tiburón
Esta porción de tierra en medio del Mar de Cortés está deshabitada desde 1963. Sin embargo, muchos años antes, los indígenas seris, que tenían un estilo de vida seminómada, se movían por la isla –por tierra y por agua– en busca de animales para cazar. Esta etnia se hace llamar konkaak y así les gusta, ya que el término seri proviene de la lengua yaqui y significa hombres de arena.
Actualmente los descendientes de esta cultura viven principalmente en Punta Chueca y Desemboque, a la misma altura que Tiburón, pero del lado de tierra firme y siguen actuando como la principal autoridad sobre la isla. Ellos la manejan como una reserva ecológica, por lo que cualquier permiso para visitarla se tiene que gestionar con la comunidad seri.
¿Se puede visitar la isla?
Sí, pero parcialmente porque no se permite pasar la noche ahí. Visitarla de manera individual requiere de ciertos trámites, pues se necesita contar con la autorización de los seris. Este documento se puede obtener directamente en Punta Chueca. Por esto, lo mejor es contratar a un guía certificado para conocer este entorno de varias maneras: rodear la isla en kayak, hacer esnórquel, bucear en el agua transparente o hasta caminar por manglares y hacer senderismo por los caminos.
La mayoría de las excursiones parten de Punta Chueca, una localidad playera ubicada al norte de Bahía de Kino, que se encuentra a más de una hora en coche desde Hermosillo. El camino desde la capital es un viaje por los adentros del desierto en el que se cruzan incontables campos de cultivo. El camino es una línea recta en la que solo hay una curva. Una vez en Punta Chueca hay que emprender un pequeño viaje en lancha a través del Estrecho del Infiernillo que dura unos 20 minutos hasta la Isla Tiburón.
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Foto de portada: VisitSonora
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