El dinero forma una parte esencial de la cultura de un país, basta ver las figuras que cada sitio escoge para adornar sus billetes y monedas. Todas las naciones tienen su propio universo monetario, y por eso muchos coleccionistas recolectan los ingresos que les sobran como recuerdos de un viaje. México sabe muy bien esto, y por eso su papel moneda figura entre los más bellos del mundo.
Los billetes son también un reflejo de la sociedad cambiante, y de tanto en tanto, se transforman para reflejar épocas o diversos momentos históricos. Un ejemplo de esto son los de 200 pesos, que ahora tendrán como imagen los rostros de dos héroes de la Independencia, Hidalgo y Morelos.
De este modo quedan atrás el retrato de la poeta mexicana Sor Juana Inés de la Cruz –la cual era la cara del billete de dicha denominación desde 2001– y la histórica Hacienda de Panoaya, un sitio escondido en el Estado de México donde se dice ella se refugiaba para escribir sus versos.
Esta nueva familia de papel moneda busca recuperar las imágenes de la identidad histórica y del patrimonio natural del país. Hace tan sólo unos meses salió a circulación el de 500 que suscitó mucha controversia por su parecido al de 20. Asimismo desde hace unos días empezó a moverse el billete de 200 cuyo reverso está protagonizado por paisajes y biodiversidad. Por los asombrosos matorrales de la Reserva del Pinacate y el Gran Desierto de Altar, para ser exactos.
Una Reserva de la Biosfera ubicada en Sonora
Declarada Patrimonio Natural de la Humanidad en 2013, este ecosistema desértico es uno de los más importantes del continente. Se encuentra dentro del territorio del Desierto de Sonora –el segundo más extenso de América–, justo en la porción de tierra que une a este estado del norte con la Península de Baja California y que se está encajonada entre el Mar de Cortés y la frontera con Arizona.
En cuanto a biodiversidad, es común encontrar ejemplares de águilas reales volando sobre el suelo árido, así como cactáceas aisladas, sobre todo saguaros. Sin embargo, tampoco está de más irse de viaje a esta región recóndita de México. Aquí hay de todo, desde dunas de arena que rebasan los 100 metros de altura –donde se puede practicar sandboard– y restos de formaciones volcánicas, hasta playas de aguas cristalinas y gastronomía costera. Un ejemplo de esto es Puerto Peñasco, a cinco horas de Tijuana.
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Foto de portada: Vive Puerto Peñasco
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