Nadie puede negar que un tablero, dados y un montón de cartas son una magnífica fuente de entretenimiento que no tiene tiempo. Y es que los juegos de mesa no han envejecido y, aunque en la actualidad la sociedad moderna esté llena de estímulos para pasar las horas, nada sustituye la grandeza de ganarle a alguien de frente o de competir.
Hay que reconocer que en el siglo XXI muy pocos se sientan a jugar, ya que con el internet se puede hacer todo, incluso viajar desde casa a prácticamente cualquier rincón, sea un museo, galería o hasta bosques y glaciares. No obstante, antes el entretenimiento se limitaba a opciones más tangibles como un libro o un par de dados.
De hecho, las competencias en torno a un tablero han acompañado a la humanidad desde hace más de tres mil años. Se han encontrado piezas que revelan que los antiguos egipcios –entre ellos la reina Nefertari– los amaban. Algunos historiadores sostienen que esta civilización fue la responsable de inventar el que se considera el primer juego de mesa de la historia: Senet. Este desafío estaba diseñado para dos personas y era similar al ajedrez; esencialmente consistía en avanzar fichas de una esquina a la otra sobre una superficie cuadriculada con la intención de bloquear al oponente y hacerlo retroceder.
En honor a lo anterior y con el fin de usar este tiempo en casa para conectarnos los unos con los otros, mejorar nuestras habilidades y aprender nuevas cosas, les recomendamos desempolvar algunos juegos; sobre todo esos que nos permiten conocer el mundo mientras competimos. Dejemos por un momento que los dados nos lleven, cual aviones, por esos destinos que siempre hemos querido conocer.
Tokaido
Para conocer Japón
Ideado para dos a cinco jugadores, este reto consiste en recorrer la ruta Tōkaidō, la cual conectaba a las ciudades de Kioto y Edo (la actual Tokio) durante el periodo Edo, del siglo XVII al XIX. El objetivo es cruzar el camino y coleccionar la mayor cantidad de experiencias, las cuales se obtienen a través de cartas que representan comida, paisajes, aguas termales, souvenirs, comida y más. Asimismo, no está de más aprender uno que otro término en japonés.
Aventureros al Tren
Viajar en tren al medioevo
Este juego ganó el reconocimiento Spiel des Jahres –un concurso alemán que premia las mejores innovaciones en juegos de mesa– en 2004. Consiste de un tablero en forma de mapa donde los participantes (de dos a cinco) deben conectar las ciudades marcadas con vías de tren y crear la ruta más larga. Ahora, el juego cuenta con tableros diferentes –Asia, África, Estados Unidos, los nórdicos–, pero el de Europa tiene un encanto especial, pues el mapa es del viejo continente en su división política medieval.
Monopoly
Comprar para viajar
Parece una broma saber que este clásico se creó en 1904 como un ejercicio para enseñar a los estadounidenses sobre ingresos e impuestos (y de cómo el capitalismo hace posibles los monopolios). El objetivo es comprar el mayor número de propiedades y revalorizarlas para ganar dinero. Su tablero, con 22 destinos, apenas ha sufrido unas cuantas modificaciones de su versión original (con calles de Atlantic City), aunque ahora incluye versiones de países enteros, mundos ficticios y hasta una modalidad millenial donde no solo se trata de comprar bienes inmuebles, sino de experiencias como comer algo vegano o ir a festivales. Eso sí, sigue siendo uno de los juegos de mesa más largos que hay, junto con Risk.
Sagrada
Cómo hacer una capilla
La inspiración de este juego es clara: la Sagrada Família de Gaudí en el corazón de Barcelona. A través del lanzamiento y acomodo de dados de colores, los participantes pueden recrear los diseños de los vitrales y rosetones de la basílica. Pero no es tan fácil, pues hay restricciones y cada color tiene diferente valor. Sagrada es apto para uno a cuatro jugadores, por lo que es un excelente aliado para los viajes en solitario.
Istanbul
Recorrer un mercado en Turquía
Este juego, que también ganó el Spiel des Jahres pero en 2014, nos transporta a un gran bazar en Estambul, una ciudad que históricamente se ha dedicado al comercio. Así, cada jugador intercambia fruta, especias y demás bienes en diferentes puntos de la urbe –el palacio del sultán, la fuente, la mezquita o el mercado negro– con el fin de conseguir la mayor cantidad de rubíes. Para quienes se enganchen, la buena noticia es que ahora existen dos expansiones: una que incluye cafés y tabernas y otra que añade la tarea de repartir cartas.
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Foto de portada: Dave Henri/ Unsplash
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