El síndrome post vacacional o la depresión de terminar un viaje

¿Cuántos no nos hemos sentido tristes y melancólicos al regresar de un viaje?

24 Sep 2019

Estar de vacaciones es uno de los mejores momentos del año, y más si salimos de viaje. Por desgracia, muchas veces regresamos a casa con una sensación de extrañeza y nostalgia. ¿Tan rápido acabó el viaje? ¿Y ahora qué? Lo que sigue es volver a la rutina diaria. Para quienes esta transición entre trabajo y vacaciones está dominada por la tristeza, existe un padecimiento: síndrome post vacacional.

avión sobre la cdmx

El cambio de ambiente contribuye al sentimiento de tristeza del síndrome.

Aunque no es reconocido oficialmente entre la comunidad médica internacional, se trata de un estado de ánimo que puede durar de dos o tres días o hasta dos semanas. Durante este período, el cuerpo y la mente se readaptan a las tareas cotidianas, aunque con el contraste de haber dejado atrás buenos momentos, aventuras, tiempos de relajación o desconexión de la ciudad. Esto puede generar apatía.

¿Cómo saber si tengo síndrome post vacacional?

Los síntomas de este tipo de estrés se manifiestan sobre todo durante los primeros días de haber regresado de viaje. Cambios en la actitud tales como: poco apetito, somnolencia, falta de concentración, insomnio o debilitación del sistema inmune son de los más comunes, pero tampoco es raro que se presenten malestares como taquicardia, dolor muscular, gastritis o ansiedad. Todo depende de la persona.

Quienes no disfrutan su trabajo o lo ven como una obligación, padecen el síndrome todavía más. Otros perfiles que tienden a sufrir este proceso son los que ven las vacaciones como el punto culminante del año, o quienes residen en países en donde los períodos vacacionales son muy largos (como las naciones europeas en el verano).

despresión post vacacional

El choque del regreso es más pesado si acostumbramos desconectarnos por mucho tiempo de la rutina cotidiana.

Algunos consejos para sobrellevar esta condición

Para contrarrestarlo, lo recomendable es cerrar el ciclo del viaje y desempacar lo antes posible (así evitamos el riesgo de que una maleta nos remita a los buenos tiempos vacacionales). Por otro lado, el profesor de psicología, James Donnelly, sostiene que el ejercicio es el mejor remedio. Y es que la actividad física no solo distrae del recuerdo de las vacaciones, sino que ayuda a que el cuerpo produzca endorfinas y se genere un sentimiento de bienestar.

Otro consejo es no regresar de inmediato a la rutina sino dejar uno, o dos días de transición para que el cambio no sea tan brusco. De cualquier forma, una regla de oro es no pensar en las vacaciones y, aprovechando que el viaje nos ha llenado de energía, concentrarse en un nuevo pasatiempo (por ejemplo).

Asimismo, en vez de asociar los aspectos positivos de la vida solo a los viajes, es válido consentirse con algún capricho. Esto abarca desde salir a comer a un sitio en particular o comprar algo nuevo, hasta comenzar a planear la próxima aventura. Tener actividades planeadas para el futuro nos mantiene motivados y hará que enfoquemos parte de nuestra atención en lo que viene y no únicamente en el presente.

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Siempre es conveniente tener algún plan a futuro en el cual enfocarnos.

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