Tras un viaje de 4 mil kilómetros, ya llegaron las monarcas a Michoacán
Ya llegó la temporada en que estas pequeñas voladoras pintan los bosques de Michoacán y el Estado de México de negro y naranja.
POR: Redacción Travesías \ FOTO: David J. Romero
Cada año, los bosques de oyamel ubicados en los límites de Michoacán y el Estado de México se convierten en el hogar de millones de mariposas que viajan más de 4,000 kilómetros desde Canadá para hibernar. Migrantes intrépidas, estas mariposas (Danaus plexippus) son un emblema de la persistencia y un medidor de la situación ambiental que enfrentamos a escala planetaria. Es importante conocerlas de cerca.
Con inmensas montañas, abundante vegetación y cielos diáfanos, la zona —ideal para visitar de noviembre a marzo— es una cautivadora maravilla natural para las familias con hijos pequeños que aman los insectos, las caminatas entre senderos y los recorridos en bicicleta o a caballo. El viaje por carretera es la mejor forma de recorrer los principales santuarios de la Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca que, desde que fue incluida en la lista del Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, en 2008, busca proteger el entorno de la mariposa monarca. Así, la familia podrá visitar los sitios a su propio ritmo, disfrutar los estremecedores paisajes mágicos a pie de carretera y ver pasar algunas mariposas que indican que se está en territorio monarca.
Recomendamos comenzar la ruta monarca por el Estado de México. El Santuario Piedra Herrada, a 25 kilómetros de Valle de Bravo, puede ser la primera parada. Para llegar a la cima de la montaña se deberá caminar durante una hora y media (es importante llevar zapatos cómodos), o ir a caballo, acompañados de un guía que explicará a detalle el ciclo migratorio de estos insectos. Una vez arriba, el cielo cubierto por mariposas y el sonido del vuelo de miles de ellas encajan perfectamente con la imagen de alguna película animada. Como recompensa, pueden disfrutar comida italiana en el restaurante Trattoria Toscana y hospedarse en Cabañas Monte Alto Hotel Boutique en Valle de Bravo.
Al salir el sol, visiten el segundo santuario en la ruta: Parador Turístico El Capulín, en el municipio mexiquense de Donato Guerra, a poco más de una hora del Aeropuerto Internacional de Toluca, y que atrae a visitantes de todo el mundo. Las colonias de mariposas están a cuatro kilómetros de la entrada al santuario; el trayecto es largo pero hay un premio al final: árboles pintados de negro y naranja. En cada rama se posan decenas de mariposas dispuestas a ser contempladas. Aprovechen la visita al municipio para conocer los invernaderos de la localidad de Batán Chico y comer barbacoa en el mercado municipal.
La experiencia monarca no termina en el Estado de México. Michoacán tiene al menos otros dos santuarios que vale la pena visitar: El Rosario y Sierra Chincua. El primero, localizado en el municipio de Ocampo, es el más grande de la región y el único con andador turístico, museo y zona comercial. Al igual que en los anteriores, hay que subir la montaña para llegar al sitio de hibernación. El segundo, en el municipio de Angangueo, es uno de los más visitados de la región porque cuenta con tres miradores que ofrecen las mejores vistas y paisajes llenos de vegetación y riachuelos. Además, en las comunidades cercanas podrán realizar actividades deportivas y lanzarse en tirolesa. Muchas de las atracciones son perfectas para los más pequeños de la familia.
El viaje a los santuarios michoacanos es la excusa perfecta para visitar dos de las comunidades con el nombramiento de Pueblo Mágico en el estado: Tlalpujahua y Angangueo. En el mercado municipal de Tlalpujahua podrán comprar piezas de cerámica artesanal y esferas para el árbol de Navidad a muy buen precio. La plaza principal del pueblo minero de Angangueo es el lugar ideal para disfrutar la tradicional gastronomía michoacana, como las corundas, especie de tamales triangulares, y la charanda, el aguardiente de la región.
El municipio de El Oro, en el Estado de México, ofrece agradables opciones de hospedaje, como la casona antigua Hotel Casa Blanca y el Hotel Rancho Yapalpan.
Cuidar a la mariposa monarca
La mariposa monarca que llega al país no se parece a otras especies que hay en Canadá y en el Norte de Estados Unidos, que sólo tienen un periodo de vida aproximado de un mes La “generación Matusalén” es especial, además de ser más longeva (8 meses) es la que tiene la tarea de migrar a México para aparearse y huir del frío extremo del norte.
Está en ellas el preservar a la especie, por lo que es importante ayudar a su conservación durante su estancia en el país. Esto se puede lograr con acciones tan simples como seguir las instrucciones de los guías de los santuarios, no llevar mascotas ni fumar en estos lugares, pero sobretodo no tratar de capturarlas, dejarlas hacer lo suyo y sólo apreciar el espectáculo que nos regalan.
***
También te recomendamos
Los asombrosos jardines para colibríes en la Ciudad de México
Lugares para visitar a los ajolotes (y ayudar a su conservación)
Esta es la fauna que adornará los billetes mexicanos
Santuarios de mariposa Monarca
Especiales del mundo
Travesías Recomienda
También podría interesarte.