Lo que hace tres mil años fuera un pequeño olivo silvestre, hoy es un frondoso espécimen que, pese a su edad, sigue dando aceitunas. Hablamos del Eaia Boyb-n, un árbol que es considerado el más antiguo del mundo y uno de los pocos de Grecia que todavía tiene producción. Es tan vetusto, que ha visto caer a los imperios más poderosos del mundo.
Dadas las características históricas y estéticas de este gran olivo (cuyo diámetro es de 4.67 metros y su altura de 12.5 metros), fue declarado Monumento Natural en 1997. Incluso, durante los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 se tomó una rama del árbol para hacer la corona del ganador del maratón, acción que se convirtió en costumbre.
Este ejemplar se ubica en los suelos de la isla de Creta (la más grande de Grecia), famosa también por sus playas con arena suave y fina, y montañas blancas. En sus inicios este sitio pertenecía al asentamiento Minoica, considerado como una de las civilizaciones más añejas de Europa.
Los árboles milenarios forman parte de la identidad del Mediterráneo –son una suerte de orgullo entre los habitantes– y sus frutos son sumamente cotizados. De hecho, las autoridades estatales promueven un tipo de turismo enfocado en la flora endémica que tienen diversas poblaciones. A propósito de esto, hoy en día los visitantes pueden vivir una experiencia veraniega y gourmet en torno a Eaia Boyb-n; locales y foráneos acuden a la zona exclusivamente a ver el árbol, a abrazar su tronco para, según sus palabras, experimentar una poderosa sensación de paz o incluso probar sus aceitunas.
En el centro del pueblo podemos encontrar una pequeña y muy tradicional cantina, al igual que el Museo del Olivo de Vouves, recinto que busca preservar y promover la relación del olivo y la humanidad. En 2012, se organizó por primera vez un evento de cosecha donde se recolectaron 55 kilos de aceitunas y se produjo aceite en un molino tradicional. Sí, los árboles son generosos.
Qué más hacer en Creta
Vale la pena visitar el mercado municipal de Heraclión, una de las cinco ciudades más importantes de Grecia. Ahí uno puede hacerse de un sinfín de productos locales como hierbas y especias, pescado, aceite de oliva y deliciosos quesos, entre otros aperitivos. También recomendamos pararse unos minutos frente la Fuente Morosini, obra monumental construida en 1628 que aún conserva su decoración con relieves de ninfas, sirenas, delfines, querubines y criaturas mitológicas.
Respecto al alojamiento, Airbnb ofrece múltiples opciones con precios para todos los bolsillos. Desde áticos lujosos y cuartos para una persona, hasta casas cerca del mar.
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Foto de portada: Robert Anasch
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