Viajar le cambia la vida a cualquier persona. Conocer otras culturas, idiomas distintos, costumbres diferentes y hasta puntos de vista contrarios a los nuestros nos ayuda a cuestionarnos sobre lo que nos rodea. Eso permite construir una personalidad mucho más empática y tolerante. De ahí que sea tan importante empezar a viajar desde pequeños.
Además, al realizar viajes en familia se abre la oportunidad de pasar tiempo fuera del estrés y cotidianidad, así como de conocerse los unos a los otros en situaciones y lugares desconocidos. Todo esto llega a generar relaciones más profundas entre padres e hijos, incluso entre hermanos. Por ello, a continuación les compartimos las 6 ventajas que conlleva explorar el mundo en la infancia.
Nuevos conocimientos prácticos
Más allá de las aportaciones emocionales, psicológicas y espirituales, viajar permite a los pequeños desarrollar conocimientos muy puntuales que les servirán en un futuros. Hablamos de cosas como aprender un nuevo idioma, deportes, el arte y arquitectura de un lugar, el legado de sus habitantes, así como cosas prácticas tales como moverse en un avión al hacer escalas, hacer una maleta, reservar un alojamiento entre otras.
Una Nueva actitud hacia la vida
A la hora de viajar nos enfrentamos a lo desconocido y puede haber más de un choque con la nueva cultura. Por esta razón, conocer nuevos destinos permite a los niños abrir su mente a nuevas culturas y formas de ver la vida. Así, al fomentar un espíritu excursionista desde temprana edad creamos personas más respetuosas y tolerantes. Por otro lado, al conocer las maravillas naturales de nuestro planeta los pequeños generan un mayor sentimiento de conservación del medio ambiente.
Desarrollo de habilidades emocionales y sociales
Conocer nuevas personas es algo constante en cada viaje, ya sea otros niños en el hotel o a los locales del lugar, por tanto aquellos que viajan tienen la oportunidad de convivir con más gente y hacer amigos con facilidad. Además, al enfrentarse constantemente a lo desconocido, los pequeños adquieren entre otras cosas una mayor confianza en sí mismos y son más extrovertidos.
Capacidad de observación
Colores y olores nuevos nuevos, gente diferente, idiomas con otros sonidos, platillos exóticos, música tradicional. La curiosidad es algo que, sin duda, se desarrolla a la hora de viajar y con ella una habilidad para observar detenidamente el mundo los rodea y así generar una mente más racional y crítica.
Capacidad de adaptación
Si hay algo seguro en un viaje es que no todo va a salir como esperamos, puede haber problemas con la reservación, el vuelo puede cambiar por cuestiones del clima, la maleta se puede perder, aquellas atracción que deseábamos ver puede estar cerrada. En fin, a la hora de viajar muchas cosas pueden cambiar y esto es algo que enseña a los niños a tener tolerancia a la frustración a solucionar problemas y adaptarse a cualquier situación.
Memorias de una infancia feliz
Todas estas enseñanzas se van fundiendo con otras experiencias e incluso si se empieza a viajar desde una edad temprana, los detalles de los destinos visitados podrán hacerse algo borroso pero si hay algo que no desaparecerá son los recuerdos alegres que cada viaje dejó.
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