Tres megáfonos enormes en Estonia para escuchar el clamor del bosque
La instalación de arte busca invitar a los visitantes a sentarse y escuchar el bosque.
POR: Diego Parás
A veces acudimos a la naturaleza para buscar el silencio. Y aunque suene como una paradoja, encontramos calma en eventos muy ruidosos; basta escuchar con atención cómo rompen las olas, ese zumbido constante de miles de insectos en la selva o en el canto de los pájaros en el bosque.
Y es que a la naturaleza, para conocerla, hay que escucharla; una habilidad que hemos perdido entre tanto estímulo de ciudades que nos tienen profundamente acostumbrados al bullicio. Tanto así que cuando nos escapamos confundimos con silencio los cuantiosos sonidos que ofrecen los paisajes. Incluso hay quienes piensan que la calma de un bosque es completamente insípida y silenciosa.
Sin embargo, no todos viven pegados a la contaminación auditiva, hay países en los que la naturaleza se escucha fuerte y clara. Un ejemplo es Estonia que, junto a sus vecinos Lituania y Letonia, es considerada la “Hermana del Bosque”. Gran parte de su superficie está cubierta por este ecosistema y los ciudadanos tienen el derecho de entrar a ellos sin pagar ni pedir permiso al gobierno. Si hay alguien que le puede enseñar al mundo a oír el clamor de los bosques, son los estonios.
Una iniciativa entre los árboles
Recientemente, un grupo de estudiantes de diseño de interiores se embarcó en el proyecto de crear tres megáfonos enormes de madera cuyo objetivo es ayudar a los visitantes a aprender a escuchar. Con la asistencia de un ingeniero en sonido, los jóvenes crearon estas estructuras inmensas y las colocaron en medio del bosque.
El proyecto, llamado RUUP, eleva ligeramente el sonido de las cortezas que crujen tras el paso de una ardilla, el rechinar de las ramas de los árboles que hacen fricción una con otra por el movimiento del viento y el paso de un riachuelo a lo lejos. Sin embargo, el propósito de la instalación es ayudarle a la gente a recordar que vale la pena sentarse a escuchar.
Este bosque japonés suena a Johann Sebastian Bach
En el corazón de la isla septentrional de Hokkaido hay un bosque único, cuyo sonido predominante es la melodía de un largo xilófono de madera fina. Dentro de este jardín musical, después de unos segundos de atención, se puede reconocer una melodía: las notas componen delicadamente la pieza Cantana 147, de Johann Sebastian Bach y se entrelazan armónicamente con los ruidos naturales del lugar.
Hoy, este jardín musical forma parte de los Daisetsu Mori-no Garden, en la isla de Hokkaido, en Japón. En días buenos, se puede colocar una pelota de madera sobre la primera tecla del xilófono para ver y escuchar la melodía de esta pieza. Sin embargo, en días lluviosos no se puede tocar. Esta es una medida preventiva, ya que el material del instrumento es propenso a dañarse con la humedad.
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