Entre el caos urbano de esta ciudad  se encuentra el Jardín Botánico de Culiacán, uno de los jardines botánicos más importantes de México; un lugar tan especial que hace unos años fue seleccionado por el Garden Tourism Awards como uno de los 10 jardines en Norteamérica.

Y es que las diez hectáreas que comprenden el terreno son un sueño para los entusiastas de las plantas. Un jardín especial (único en el país) que fue diseñado por el ingeniero Carlos Murillo Depraect, un amante de la botánica que creó en el espacio un asombrosa mezcla de vegetación y obras de arte contemporáneo.

El Jardín Botánico de Culiacán se inauguró hace 31 años y desde entonces ha evolucionado a la par de la ciudad sinaloense. Actualmente  es la casa de mil 800 especies de plantas y de 15 colecciones de flora endémica. Árboles de distintas variedades, palmeras, cactus y flores.

Foto: cortesía Jardín Botánico de Culiacán

Pero además de contacto directo con la naturaleza, este pulmón verde cuenta con un fastuoso herbolario y con un centro de investigación dedicado al estudio de diversas especies donde algunos biólogos  se enfocan en la conservación de ciertas especies en peligro.

Otro elemento que hace único a este espacio es la armonía que existe entre las plantas y el arte. En el jardín hay numerosas obras de artistas nacionales, como Sofía Táboas y Gabriel Orozco, e internacionales, como Francis Alÿs y Richard Long. Estas piezas conviven orgánicamente con las plantas y además hacen que la visita sea una experiencia única en México.

james turrell

James Turrell. Foto: James Turrell / Facebook

La última escultura que fue instalada en este oasis fue Encounter del artista estadounidense James Turrell. Se trata de una estructura elíptica, blanca y elevada, con un agujero en el centro, montada sobre una pequeña loma de pasto. Desde abajo de la obra se puede observar el cielo con una perspectiva única, ya sea de día o de noche cuando la instalación es iluminada de colores.

Ahí está, en medio de la ciudad; luce como un refugio de quietud lleno de vida. Quizá por eso, alguna vez en la vida, vale la pena caminar por el Jardín de Culiacán, adentrarse en su atmósfera y rodearse de arte contemporáneo mientras las plantas viven a sus anchas.

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