El transporte aéreo llegó a principios del siglo XX como un experimento que en un inicio muchos vieron como una locura. Sin embargo, su éxito hizo posible que hoy en día la humanidad pueda cruzar mares enteros y alcanzar destinos lejanos en un solo trayecto. Quizá el ejemplo más grande de esto lo dará la línea aérea Qantas, que realizará pruebas para trazar el vuelo más largo hasta ahora imaginado: uno de más de 20 horas.
La meta del proyecto es conectar tres ciudades que se encuentran literalmente al otro lado del globo –Sydney, Melbourne y Brisbane– con Nueva York y Londres. Para lograr esta hazaña, Qantas comenzará por operar tres vuelos fantasma, dos desde Nueva York y uno desde Londres, hacia Sydney. En ellos viajarán únicamente 40 pasajeros (incluyendo la tripulación y empleados de la aerolínea) con el fin de estudiar el comportamiento de las personas, así como para utilizar menos combustible.
La buena noticia es que el primero de estos trayectos pioneros se realizará este fin de semana. Un avión Boeing 787-9 Dreamliner despegará de la Gran Manzana el viernes y volará cerca de 16 mil km para aterrizar en Sydney el domingo. Se calcula que esta nueva conexión, hasta la fecha realizada con escalas intermedias, tenga una duración de aproximadamente 20 horas. Con esto se superará a la ruta más larga hasta ahora que mantiene el vuelo Nueva York-Singapur con 18:30 horas.
Hacia finales de este año se llevará a cabo el vuelo de prueba ente la capital británica y Sydney. Con un recorrido 800 km más largo, dicho intento se realizará bajo los mismos parámetros y se le atribuye una duración de 20 horas con 20 minutos.
Se espera conocer los efectos en la salud de un vuelo ultralargo. Foto: Florian van Duyn
Un vuelo lleno de pruebas y estudios
Lo importante, es resaltar que durante el trayecto, los elegidos serán observados por expertos de la salud para estudiar el comportamiento del cuerpo y la mente en vuelos tan largos. Con esto en mente, integrantes del Centro Charles Perkins y de la Universidad de Monash (institutos de investigación médica) monitorearán el movimiento, el ciclo de sueño y el consumo de alimentos y bebidas en los pasajeros. En cuanto a los pilotos, emplearán encefalogramas para medir su estado de alerta en la cabina.
Asimismo, se evaluarán las posibilidades de movimiento, de entretenimiento y la iluminación de la aeronave. Las pruebas se harán a bordo de un Boeing 787-9 Dreamliner, el modelo más moderno del mundo ideado para vuelos de larga duración. Una vez con los resultados, Qantas podrá diseñar cabinas y espacios con una disposición que maximice las oportunidades de descanso y minimice los efectos del jet lag.
El cambio de horarios en un vuelo de 20 horas es extremo. Foto: Eva Darron.
Bajo el nombre Project Sunrise, el CEO de la compañía Alan Joyce expresó que esta nueva misión representa “la frontera final de la aviación”, ya que si es posible permanecer 20 horas en un avión, podremos llegar prácticamente a cualquier lado utilizando únicamente vuelos directos. Dicha posibilidad hará que el transporte se vuelva más rápido y eficiente.
Destino: Sydney
Este destino es anhelado por gente de todo el planeta, sobre todo para los estudiantes universitarios. Este interés ha provocado que cerca del 40% de la población de la ciudad sea extranjera, una característica que dota a Sydney de un aura vibrante, energética y siempre a la vanguardia cultural.
En es sentido, un barrio imprescindible es The Rocks, donde abundan las galerías de arte y callejuelas para caminar. Por otro lado, Sydney es apodada “la ciudad de los puertos” y con mucha razón, ya que conserva un importante muelle natural: Port Jackson. Sobre éste se extienden numerosos puentes, entre los que está el de la Bahía uno de los más icónicos y desde el cual se admira la arquitectura náutica de la Casa de la Ópera –un sitio protegido por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.
The Rocks, Sydney
La Casa de la Ópera fue construida en 1973 por Jørn Utzon.
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Foto de portada: Qantas
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