En Veinte mil leguas de viaje submarino, Julio Verne conduce a los tripulantes del Nautilus por Atlántida, Polinesia y demás rincones fantásticos de los océanos. Sin embargo, si esta narración se hubiera publicado ahora y no en 1869, el viaje marino de los personajes hubiera incluido un recorrido por un bosque subacuático de 60 mil años de antigüedad que se descubrió apenas en 2012.
Cipreses debajo del agua del Golfo de México
Parece ser que el Golfo de México está lleno de sorpresas; el año pasado, por ejemplo, hallaron nuevos arrecifes de coral en Veracruz, entre otros grandes descubrimientos. Y hace unos pocos años, en medio de la calma que caracteriza este océano, a 18 metros bajo la superficie agua, frente a la costa de Mobile encontraron los restos de lo que hace 60 mil años fue un frondoso bosque de cipreses.
Esto significa que en la antigüedad, sobre estas coordenadas exactas, había tierra firme y el nivel del mar se encontraba aproximadamente 120 metros debajo del de ahora. En ese momento el planeta pasaba por una era de hielo (la última que se ha registrado), por lo que la temperatura global era más fría. Esto permitió que los cipreses respiraran aire helado.
Cuando terminó esta temporada gélida, las masivas capas de hielo de los polos se derritieron y ocasionaron que el nivel del mar aumentara a un ritmo mucho más violento que el que vivimos hoy en día. Muchos ecosistemas forestales se inundaron, pero la diferencia es que los otros fueron destruidos por pedazos de hielo y corrientes de agua. Por suerte, los cipreses del Golfo de México se conservaron intactos y se fueron enterrando con el paso de los milenios, bajo capas y capas de sedimento.
¿Cómo descubrieron este bosque?
Quien notó anomalías en el mar fue un pescador local. A partir de ahí, el periodista Ben Raines tomó la batuta y en 2012 dio inicio a las exploraciones científicas en el sitio; incluso realizó un documental al respecto que se puede ver en YouTube.
Los expertos han concluido que lo más probable es que los restos de este bosque subacuático hayan salido a la ras de la arena tras el paso del huracán Iván en 2004. Este ciclón entró a mares americanos por las Antillas Menores, creció a categoría 5 y azotó el norte del Golfo de México (y de paso el fondo marino) con una fuerza casi sobrenatural que movió olas de hasta 30 metros de alto.
El bosque submarino hoy
Gracias a que el sedimento actuó como aislante del oxígeno (responsable de la descomposición de la materia orgánica), la madera y semillas de los troncos están en perfecto estado e incluso albergan todavía cientos de bacterias. Estos microorganismos, según los últimos hallazgos, podrían ser útiles para el desarrollo de nuevos medicamentos y enzimas.
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Foto de portada: California Sea Grant/Flickr
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