Cuernavaca es mucho más que casas de fin de semana con albercas. De hecho, su centro no se agota en una sola visita. Basta con nombrar sus dos plazas centrales, el zócalo y el Jardín Juárez, que invitan a caminarlas sin prisa; y ni qué decir del impresionante Palacio de Cortés, monumento histórico del siglo XVI que cuenta en sus vestigios los años en los que se vivió la Conquista de México.
En honor a ello, les compartimos aquellos lugares que no se pueden perder en su próxima visita a Morelos.
Chalcatzingo
Los vestigios de Los Chalcas o de Los Jades, un antiguo asentamiento con influencia Olmeca, incluyen piedras cuidadosamente talladas que pueden verse en las laderas de los cerros. Se trata, sin duda, de un trabajo que, además de impresionante, les ha servido a los arqueólogos para establecer un vínculo entre este sitio del centro del país y La Venta, en Tabasco.
Si bien muchos viajeros vienen desde Cuautla (destino balneario de toda la vida), la recomendación es quedarse en alguno de los campamentos que atienden las comunidades otomíes de la zona.
Las Estacas
Vale la pena el esfuerzo de llegar a este balneario clásico, que desde 1998 combina un parque acuático con una reserva natural. Es imprescindible echarse un clavado desde el manantial, donde brota agua sin parar –unos 7,500 litros por segundo– y seguir el cauce del río. La cantidad de plantas que hay alrededor lo hacen parecer un sitio selvático y lejano, aunque el agua es nítida y permite ver el suelo y los pececillos.
Lo más recomendable es llegar temprano para nadar casi a solas. El lugar cuenta con restaurante, tienda, hotel y un chapoteadero para niños, además de la posibilidad de practicar actividades como buceo o montar a caballo.
Centro Cultural Teopanzolco
La idea resulta, como mínimo, novedosa: construir un centro cultural junto a ruinas prehispánicas. El fascinante complejo, inaugurado en agosto de 2017, fue edificado con estrictas regulaciones impuestas por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) para no dañar la zona arqueológica.
El centro cuenta con cinco foros distintos, incluido uno al aire libre para 2 mil personas , y otro cerrado, con 820 butacas y tecnología de vanguardia. Desde luego, se trata del mayor centro cultural disponible en Morelos. Todo esto se encuentra inmediatamente al poniente del sitio arqueológico de Teopanzolco (“lugar del templo viejo”, en náhuatl). Desde los foros se ven las ruinas y viceversa. Este lugar fue un centro religioso de los tlahuicas y de los conquistadores mexicas.
Museo de Arte Contemporáneo Juan Soriano
Este museo ofrece una propuesta muy interesante no sólo como recinto de arte contemporáneo, sino también como obra arquitectónica (Taller JSa) y proyecto urbanístico. Su acervo abarca mil 200 obras del artista jalisciense Juan Soriano (1920-2006), entre escultura, pintura, cerámica y grabados.
El museo está a 400 metros de la plaza central de Cuernavaca, por lo que ofrece una nueva razón para visitar el Centro Histórico de la capital morelense; gran parte del lugar está ocupada por un muy bonito jardín escultórico.
La Tallera
Este edificio fue construido por el pintor David Alfaro Siqueiros (1896-1974) como taller de muralismo en 1965, aunque también funcionó como su casa en los últimos nueve años de su vida. Se localiza en Cuernavaca, a unos cuatro kilómetros al oriente del centro. El artista chihuahuense llevó a cabo su idea de crear este enorme taller que facilitara la experimentación en el arte de pintar murales.
Originalmente fue un espacio cerrado que sólo recibía luz desde arriba. En 2010, la arquitecta Frida Escobedo restauró el lugar y abrió el patio; giró los murales que dejó Siqueiros hacia la plaza que apunta hacia el sur, de modo que ahora simulan una suerte de atrio. El sitio funciona como centro de arte contemporáneo que, además de difundir la obra del muralista, presenta exposiciones temporales.
Centro Histórico de Cuernavaca
Es en esta parte de la ciudad donde se encuentra la barranca de Amanalco, convertida en un interesante parque lineal. Al poniente hay varios puntos que deben visitarse. Para empezar está la catedral, que antes fue el convento franciscano de la Asunción y es una belleza por su capilla abierta y sus murales antiguos. Detrás se encuentra el Museo Brady, con su colección variopinta, pero muy rica, de arte para todos los gustos; incluye, por ejemplo, obra de Miguel Covarrubias y Tamara de Lempicka.
Al poniente de la catedral, otro sitio verde e histórico insoslayable es el Jardín Borda, que fue el rincón de esparcimiento de los poderosos en los siglos pasados. Un capítulo aparte son sus diversos hoteles y restaurantes de lujo, ubicados en esta zona que parece estar resurgiendo.
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