Si uno se dirige hacia el norte de la cuidad de Campeche, encontrará una loma solitaria sobre la que se erige el antiguo Fuerte de San José el Alto: una construcción cuadrada, de piedra, pero que su interior está cubierto de un reconfortante color amarillo ocre y que guarda más de 400 piezas que cuentan la historia de la región desde hace miles de años: el Museo de Arqueología Subacuática.
Inaugurado en 2017 con una colección que deriva de tres décadas de estudios e investigaciones, el espacio es el primer museo de su tipo en el país; la arqueología es un tema constante en la historia mexicana, los tesoros y vestigios que se han encontrado –y siguen por descubrirse– bajo el agua pertenecen a toda una rama de la ciencia, la arqueología subacuática. En México, donde hay cerca de 11 mil km de litoral y unos 300 sitios arqueológicos submarinos, esta disciplina tiene mucho que hallar y que mostrar al público nacional y extranjero.
¿Qué ver en el Museo de Arqueología Subacuática?
El acervo del sitio comprende 426 piezas históricas, arqueológicas y paleontológicas halladas en los cuerpos de agua peninsulares: el Caribe, el Golfo de México, cenotes, ríos, lagunas y marismas. Con una curaduría de la arqueóloga del INAH Helena Barba Meinecke, el recorrido pasa por seis salas y empieza con una introducción a la arqueología subacuática y hace un salto en el tiempo de 10 mil años, a la última era de hielo, pues en la Península de Yucatán se han encontrado numerosos fósiles de animales extintos, como mamuts o tigres dientes de sable.
Y claro, en un museo campechano no podía faltar una sección dedicada a los mayas. Esta cultura dejó detrás —además de pirámides— miles de objetos rituales, casas, vasijas, esculturas, textiles y ornamentos corporales, muchos de los cuales se han encontrado debajo del agua, en cuevas inundadas, cenotes, manantiales, costas y arroyos.
Le sigue la época de la navegación europea, las primeras carabelas que arribaron en el siglo XV, los buques armados y los enormes galeones que más tarde llegaban y partían cargados hasta los mástiles. Destaca una pieza emblemática, la de un navío que regresaba a Europa lleno de joyas y piedras preciosas destinadas a la aristocracia, pero que naufragó en el Golfo de México –precisamente en el Arrecife Alacranes–. Su cargamento se sometió a limpieza y estudio y actualmente es una atracción del Museo de Arqueología Subacuática.
Por último se puede conocer un poco más de la vida marítima una vez llegada la Revolución Industrial y los barcos de vapor. En el caso del recinto, se exploran cuatro naufragios en las costas mexicanas, las cuales corresponden a naves encargadas del transporte del correo.
El Fuerte de San José el Alto, un emblema de Campeche
El Fuerte de San José el Alto, construido en 1792 como una edificación militar que tenía habitaciones, almacenes de material bélico, cocina, una capilla y un patio central –con un pozo que, hasta la fecha, recolecta agua pluvial–. Incluso en el jardín se pueden reconocer réplicas de los cañones que protegían el lugar.
Tan solo basta subir la colina para suponer que su localización era estratégica para vigilar el puerto de posibles amenazas de piratas; en la parte superior se pueden ver pequeñas ventanas por donde se asoma el mar. Para entrar hay que caminar por un camino sinuoso cuyo fin no es estético –aunque lo parezca–, sino un obstáculo que, en caso de ataque, los perpetradores tardaran un poco más en alcanzar el puente levadizo y la entrada al fuerte.
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Foto de portada: Javier Hinojosa / INAH
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