Instrucciones para cruzar el Pacífico en una balsa de madera (como lo hacían los incas)

Este documental muestra la expedición de Kon-Tiki, un grupo de suecos que cruzaron el Pacífico en una balsa de madera para demostrar que los incas poblaron la Polinesia.

11 Sep 2020

Cuando una balsa de madera pasa mucho tiempo en el mar, a los troncos les salen algas que alimentan a peces pequeños y que a su vez atraen a otros más grandes. Entonces una balsa puede convertirse en un arrecife flotante. Así lo describe Thor Heyerdahl, líder de la expedición Kon-Tiki, quien junto con cinco tripulantes más, navegó, en uno de estos vehículos flotantes, desde la costa peruana, hasta la Polinesia durante 101 días para demostrar que los antiguos incas poblaron ese archipiélago a miles de kilómetros de distancia.

Semejante hazaña ameritaba ser registrada, es por eso que Olle Nordemar —uno de los tripulantes— llevó dos cámaras a bordo: una de fotografía y la otra de video. El resultado, un documental –ganador del Oscar– de una hora en el que se ve la evolución de la expedición.

El inicio del viaje

El grupo de seis suecos voló a Ecuador, en donde se internaron en la selva y cortaron los seis árboles más grandes que encontraron para armar una balsa al modo en que lo habrían hecho los antiguos incas; sin un sólo clavo ni un tornillo, con puras cuerdas. De la selva también sacaron bambú para hacer la cabina en la que dormirían y pasarían gran parte de su tiempo –misma que está exhibida en el museo Kon-Tiki en Oslo–. Después aprovecharon la corriente de un río cercano para llevar la materia prima hasta la costa, en donde fue remolcada por un barco hasta Lima y ahí en la capital peruana comenzó la expedición.

Kon-Tiki en su museo en Oslo, Noruega.

La expedición

28 de abril de 1947. Una multitud se reúne alrededor de una balsa de madera que en la vela tiene pintada una máscara: Kon-Tiki, el dios del sol de los incas. El presidente peruano, embajadores y ministros de nueve países despidieron a los seis exploradores. El objetivo del viaje fue encontrar monolitos de piedra en la Polinesia para así demostrar la relación con Perú. 

La balsa, momentos antes de iniciar la aventura.

El documental muestra cómo a lo largo del viaje, los exploradores tuvieron encuentros cercanos con todo tipo de tiburones y ballenas; pasaron por tormentas y por aguas calmadas. Siempre con el viento en la espalda para recorrer la misma distancia que separa San Francisco de Islandia.

Comieron pescado y tomaron agua de la lluvia. Sus barbas crecieron y los huesos se les marcaron cada día que pasaba. Descubrieron una nueva especie de pez. Escribieron sus diarios con tinta de pescado y se comunicaron con el mundo por radio.  Los acompañó un loro peruano al que apodaron “Lorita”, quien, aseguraron, hablaba un español con acento sueco. 

Después de 101 días, llegaron a una isla deshabitada (la cual ahora se llama isla de Kon-Tiki). Lo primero que hicieron al tocar tierra fue trepar las palmeras para probar el agua fresca y la carne blanca de los cocos. Acamparon ahí una semana, hasta que vieron un catamarán pasar. Cuando los nativos vieron la balsa que los había llevado de un lado del mundo al otro dijeron que era un pei pei, el barco de sus antepasados.

El libro y una nueva película de Kon-Tiki

Además del documental, Thor Heyerdahl escribió un libro en el que narra sus aventuras. En 2012, la historia fue rescatada por los directores Espen Sandberg y Joachim Rønning, quienes hicieron la película Kon-Tiki: Un viaje fantástico.

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