Junto al Louvre, el Prado y el Rijksmuseum, el Hermitage pertenece al selecto grupo de los museos más legendarios del mundo. Su colección está formada por tres millones de piezas que fueron juntadas por los zares rusos a lo largo de varios siglos. Las obras se ubican en varios edificios icónicos, entre los que se incluye el famoso Palacio de Invierno de Catalina la Grande, en el centro de San Petersburgo.
Además de resguardar el pasado cultural de Rusia, este recinto tiene grandes planes para el futuro. De hecho, en 2016 se anunció el proyecto del Hermitage Barcelona. Una iniciativa que antes de hacerse realidad tuvo una fuerte oposición de parte del ayuntamiento y los vecinos de la ciudad catalana.
Afortunadamente y tras estar en pausa durante varios años, al fin se hizo realidad este nuevo recinto. Se construirá en el 2020 sobre la playa junto al Hotel W y su sede será una construcción diseñada por el famoso arquitecto japonés Toyo Ito. Hay que destacar que ya casi está todo listo para empezar, únicamente es necesario que la Autoridad Portuaria de Barcelona lo apruebe.
La joya de la colección: el edificio
Según los promotores del nuevo Hermitage, el edificio mismo será “la pieza más importante del museo”. Como ya mencionamos, el diseño fue realizado por Toyo Ito, que en el 2013 recibió el premio Pritzker. El trabajo de Ito se caracteriza por la intención de liberar a la arquitectura de las restricciones y crear espacios minimalistas que tengan un balance con la luz y el viento. En México, Ito es bastante conocido por haber diseñado el Museo Internacional del Barroco en la ciudad de Puebla. Por su parte, para su próximo proyecto en Barcelona el arquitecto se inspiró en el oleaje del mar Mediterráneo que baña la ciudad.
El nuevo museo se construirá sobre un terreno de 3,240 metros cuadrados. Contará con tres pisos, seis salas de exposiciones, una tienda de regalos, una librería especializada en arte, una cafetería, un restaurante y dos terrazas. Según sus promotores, recibirá 850 mil visitantes el primer año. Se prevé que este número incremente paulatinamente hasta alcanzar 1.5 millones de personas en 2035.
Se busca que el Hermitage Barcelona se convierta en un referente de cómo pueden ser los museos del siglo XXI. Un objetivo es utilizar a las obras de arte como punto de partida para contar historias y adentrarse en otras épocas y paisajes, así como hacer que los visitantes se pongan en los zapatos de los artistas que crearon las piezas.
¿Museos o franquicias?
En los últimos años se ha vuelto muy popular el uso de licencias que permiten a nuevos centros usar el nombre de algunos de los museos más importantes del mundo. De los 52 millones de euros que se estima que cueste abrir el Hermitage Barcelona, cinco serán para pagar el concepto de la licencia al Hermitage de San Petersburgo. Este acuerdo le permitirá al próximo recinto catalán no sólo usar el nombre de la famosa institución rusa por cincuenta años, sino también recibir asesoría y numerosas obras de arte en préstamos de cinco años.
Algunos de los recintos que han abierto sus puertas bajo este esquema son el famoso Louvre Abu Dhabi y el Guggenheim Bilbao. Una de las críticas más comunes hacia este modelo es que todas las obras de arte que se muestran en los nuevos museos son préstamos y esto se refleja en la enorme cantidad de exposiciones temporales que hay en estas sucursales.
No obstante, una de las principales aspiraciones del Hermitage Barcelona es formar una colección propia. Ya sea que se tengan que comprar o se reciban las piezas en donación, existe el objetivo de crear un acervo que se convierta en el alma de esta ciudad. De esta manera, los visitantes podrían disfrutar no sólo de obras maestras provenientes de Rusia, sino mostrar objetos únicos que se conviertan en piezas fundamentales para la ciudad.
Un Hermitage para Barcelona… y sus turistas
Se estima que el 70% de los visitantes del Hermitage Barcelona sean viajeros de paso por la ciudad catalana. Con un boleto de entrada de 13 euros, existe el pronóstico de que el recinto genere ganancias por más de dos millones de euros desde su primer año en operación y de paso se convierta en un referente en una de las ciudades más visitadas del mundo.
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