Basta decir que México forma parte del Cinturón de Fuego del Pacífico para explicar por qué tenemos tantos volcanes en el país. Este anillo cubre las zonas cercanas a los límites del Océano Pacífico y abarca Chile, Alaska, Japón, Indonesia y las islas Salomón. En él también se encuentran grandes expulsores de lava, como el Volcán de Fuego en Guatemala, pero también el volcán más pequeño del mundo, que por cierto se encuentra en el centro de México.
Hablamos del Cuexcomate, un montículo de roca caliza de apenas 23 metros de altura que en su interior esconde una cámara oscura que un milenio atrás actuaba como un cráter (de un diámetro de ocho metros). Se cree que surgió a partir de una aparatosa erupción del Popocatépetl en el año 1064 y en la cual se desperdigaron por muchos sitios rocas, lodo y agua sulfurosa.
El Cuexcomate (cuyo nombre en náhuatl se traduce como olla de barro o lugar para guardar) está conectado con al poo mediante canales subterráneos. Por eso no hay que bajar la guardia, puesto que en la eventualidad de que el Popocatépetl haga una gran erupción, la fuerza de la lava podría llegar a propulsarse a través de su minúsculo cráter.
Un volcán al que se puede entrar
Ubicado en la zona metropolitana de la ciudad de Puebla (a 20 minutos en coche desde el centro), el Cuexcomate se ha convertido en un atractivo turístico. Se puede subir hasta su punto más alto, y bajar al cráter mediante unas escaleras de caracol. Una vez dentro, hay la oportunidad de admirar el flujo de agua sulfurosa que corre y ver car por pequeñas cascadas.
El Cuexcomate, ¿géiser o volcán?
Por más que se le conozca coloquialmente como el volcán más pequeño del mundo, existen científicos que voltean este título y lo convierten en el géiser más grande del planeta. Mientras que los primeros expulsan lava que proviene directamente del interior de la Tierra a través de sus cráteres, los segundos emanan agua y vapor a presión que se almacena debajo del suelo y que es calentada por la temperatura del magma.
¿Por qué el debate? El Cuexcomate ha estado inactivo desde su última erupción, registrada en 1662. Sin embargo, durante esta actividad geotérmica no hubo lava, sino agua hirviendo y gases. Por otro lado, su formación responde a la estructura, en pequeña escala, a la de un volcán.
Algo más que hacer en Puebla
La capital poblana es un centro cultural como pocos en el país. Con una historia que rebasa los 400 años, Puebla fue una de las urbes más importantes durante el virreinato. Es por esto que en las calles del centro uno puede visitar la Biblioteca Palafoxiana (que no es nada más ni nada menos que las más antigua del continente americano), y disputar de sus colecciones y espacios abiertos. Otra recomendación es el Museo Internacional del Barroco, cuyo acervo antiguo contrasta, casi irónicamente, con la edificación contemporánea del recinto.
Puebla es un destino perfecto para una escapada de fin de semana, gracias a los 130 km que la separan de la Ciudad de México. Así que si uno los visita unos puede pasar los días entre buena gastronomía, museos únicos, un centro histórico repleto de calles empedradas y una gran colección de iglesias, Recomendamos dormir en el hotel Rosewood Puebla, el cual transmite, desde el primer instante, esta asombrosa aura colonial.
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