Es evidente, el planeta ya no está en las mismas condiciones que hace 100 años. Una multitud de detalles nos han dado pistas de que el calentamiento global es real y si no cambiamos el rumbo sus consecuencias –si se alcanza un aumento de 2ºC global– serán irreversibles. Científicos alrededor del planeta han advertido del problema y le han puesto una fecha de caducidad al planeta. Ademas, activistas como Greta Thunberg, la sueca de 16 años, le han pedido a los habitantes (y gobernantes) de todos los países que cambien la esperanza por el pánico.
El activismo de Thunberg inició con una huelga casi individual –que nombró #FridaysForFuture– que consistía en faltar a la escuela los viernes para exigir a las empresas, políticos e instituciones que se comprometan a reducir sus emisiones de gases invernadero. A un año de su primera aparición, esta causa ha reclutado a millones de personas en más de 150 países y hoy, en pleno 2019, se vislumbra un mínima posibilidad de transformación.
La Marcha Climática Mundial
Ante el inicio de la Semana del Clima en Nueva York el 23 de septiembre, Greta Thunberg hizo un llamado internacional para tomar las calles el 20 de septiembre y así presionar ver a los empresarios y líderes mundiales a que trastoquen sus prácticas. Después de todo, sólo ellos tienen el poder de cambiar el sistema para que desde ya se deje de quemar combustible fósil, se detenga la deforestación masiva y se le dé más participación a las energías verdes y renovables. La intención primordial es que todas las naciones sigan los lineamientos establecidos por el Acuerdo de París.
La joven lideró el movimiento en las calles de la urbe neoyorquina, pero su eco llegó hasta la CDMX, Bogotá, Buenos Aires, Santiago de Chile, Berlín, Madrid, Nairobi, Cape Town, Tokio, Manila, Nueva Delhi y Sydney, entre muchos otras ciudades. Fue así como en una sola jornada millones de humanos, sobre todo jóvenes y adolescentes se unieron por el futuro. Pero además de contar con el apoyo de las urbes más icónicas, este reclamo masivo llegó incluso a las Islas Salomón, un sitio que corre alto riesgo de desaparecer si el nivel del mar continúa subiendo.
Este movimiento ya vio sus primeros éxitos, pues países como el Reino Unido, Irlanda, Argentina, Canadá y Francia ya decretaron una emergencia climática nacional. A través de esto, las naciones aumentaron su compromiso de cumplir el Acuerdo de París, un documento que entró en vigor en noviembre de 2016. Por otro lado, Alemania planea invertir 54 mil euros para reducir su contribución de dióxido de carbono en un 55% y Francia se propuso la meta de alcanzar la neutralidad de carbono para el 2050.
La importancia de los viajes para cambiar las cosas
Existen numerosas acciones que podemos tomar desde la trinchera de los viajes. Un movimiento que se está gestando sobre todo en Europa, invita a preferir transportarse en tren que en avión. De este modo, la balanza de emisiones por pasajero disminuye considerablemente sobre los rieles que en el aire. Existen incluso activistas que han dejado de volar para reducir su aporte al efecto invernadero, ya que la aviación es responsable del 2% de las emisiones contaminantes.
Sin embargo, si no queda otra opción, cada vez más aerolíneas ofrecen una opción a sus clientes de comprar compensaciones de carbono, una especie de bonos que contribuyen a que las compañías apoyen programas ambientales. Además, las plataformas de reserva de hospedaje están poco a poco incluyendo opciones de alojamiento ecológico para sus viajes.
El Acuerdo de París
La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático está conformada por 197 partes, de las cuales 185 –el 94%– ratificaron el Acuerdo de París; un documento que forma parte de la Agenda 2030 de desarrollo de la ONU. A través de él, las naciones se comprometen a hacer todo lo que esté en sus manos, en proporción con sus capacidades, para reducir sus emisiones de carbono a la atmósfera y evitar alcanzar los 2ºC de aumento de temperatura global.
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Foto de portada: Euro Topics
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