Libros de verano para leer acostados en el pasto (y sin zapatos)
El verano es un tema recurrente en la literatura, por eso recomendamos cuatro novelas fundamentales para estas vacaciones.
POR: Viviana Cohen
Hablemos del verano. Ese instante que ocurre entre la primavera y el otoño, que inicia con un solsticio y termina con un equinoccio. La época más cálida del año; tres meses de días largos y noches cortas . El sublime momento de los viajes. Niños en la calle, playas, helados derretidos, tormentas inesperadas, gotas de sudor sobre el suelo y personas descalzas sobre el pasto.
Para los entusiastas de la lingüística “verano” es una palabra que proviene del latín ver o veris que, por confuso que sea, significa primavera. Esto se debe a que en la antigüedad “el buen tiempo” estaba unido en una sola y larga estación que terminaba hasta que iniciaban las primeras ráfagas de aire frío.
El verano es un tema recurrente en la literatura. Tres meses que han inspirado a cientos de autores a lo largo del tiempo. Algunos lo han usado para evocar recuerdos de infancia; niños y albercas con escaleras metálicas. Otros para rememorar viajes; París bajo el sol, te frío frente al Támesis o al Ganges. Y unos cuantos para hablar de la melancolía; de las despedidas, de las épocas que no regresan, de los que se despiden en una estación de tren y saben que nunca volverán a verse.
El verano es también un poema. Neruda, Vallejo, Huidobro y Octavio Paz le dedicaron versos y versos, y aunque vale la pena leerlos todos recomendamos especialmente esa pieza titulada Noche de verano del gran Antonio Machado que dice:
“… Tienen las grandes casas abiertos los balcones/ el viejo pueblo a la anchurosa plaza.
En el amplio rectángulo desierto,
bancos de piedra, evónimos y acacia simétricos dibujan
sus negras sombras en la arena blanca…”
Dicho lo anterior, y como hoy empieza esta estación en nuestro lado del hemisferio, aquí les dejamos cuatro pequeños fragmentos de obras literarias que pueden leer en el verano mientras viajan o por si no viajan y quieren escaparse.
Un bello verano
de Cesare Pavese
El Verano es la estación en la que se pierde la inocencia; en la que los adolescentes conquistan el camino agridulce a la madurez. En esta novela, muchas veces catalogada dentro del género hiperrealista italiano, hay una joven de 16 llamada Ginia que no está lista para enfrentar los deseos, propios y ajenos. Entre cuadros y el hedonismo del campo, este libro de 1940 nos enseña de manera magistral lo más trágico de esta estación, el momento en el que se acaba.
“De mi infancia no quedaba nada más que el verano…”
Sueño de una noche de verano
Una comedia en cinco actos ubicada en Grecia que deambula entre lo real y del onírico. La obra ocurre en pleno casamiento del Duque de Atenas y de la Reina del Amazonas. La boda es el pretexto para que los lectores exploren los laberintos sentimentales que se establecen entre los humanos y las criaturas míticas. En esta pieza el verano es un bosque de hadas y también una metáfora de la primera vez que una persona cruza una mirada con otra.
“Mi amor fue con ella como un viajero fugaz..”
Chesil Beach
Ian Mcewan
Solo una playa inglesa y un viejo hotel en medio de la nada saben lo que pasó esa noche de bodas. Nadie más podría comprender cuál es el punto de quiebre de la pareja perfecta. Ella salió del cuarto y caminó al lado del mar sola. Esta vez él no la persiguió, como lo hacía desde que se conocieron. He aquí un libro valiente que nos relata la parte nostálgica del verano; el amor se va con la misma rapidez que una ola.
“De este modo podía cambiarse por completo el curso de una vida: no haciendo nada.”
Llámame por tu nombre
André Aciman
Albaricoques, un pueblo de Italia, lagos secretos de agua fría y Elio viendo con discreción como Oliver toma el sol sin quitarse su cadenita de oro. Esta novela relata con detalle los amores que empiezan tarde y terminan temprano. Aquí el verano es exactamente lo que debe de ser, una llegada inesperada y una despedida dolorosa. Lo mejor siempre está en el medio.
“Luego, una palabra, una expresión, una actitud. Nunca había escuchado a nadie utilizar luego para despedirse. Me resultó arisco, seco y despectivo, dicho con la velada indiferencia de alguien a quien le daría igual no volver a verte o no saber nada de ti”.
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