Un viaje es una experiencia transformativa, pero pocos han logrado cambiar al mundo como ese que alguna vez culminó Cristóbal Colón en octubre de 1492. Gracias a esta expedición un continente fue descubierto, y el mundo nunca volvió a ser el mismo. Sin embargo, a pesar de la importancia del suceso quedaron pocos documentos históricos que nos permitan entender cómo fue el primer encuentro de los navegantes con América.
Unas cartas que hablan sobre el descubrimiento de Colón
Estas cartas llevaban siglos almacenadas y hasta ahora habían pasado inadvertidas porque no estaban inventariadas. Sin embargo permanecieron bien resguardadas, por lo que que se encuentran en perfecto estado, al punto de que es posible apreciar el sello de armas del Rey de Portugal.
La primera correspondencia está fechada el 3 de mayo de 1493 y hace referencia al descubrimiento de América. En ella el monarca de Portugal informa al rey Fernando de la llegada de Colón que, tras una tormenta, había arribado a las costas portuguesas a bordo de La Niña. En el documento se lee:
“Muy alto y muy excelente poderoso príncipe hermano (…) llegó aquí, con fortuna de mar, a nuestro puerto de la ciudad de Lisboa, don Cristóbal, vuestro almirante, que holgamos mucho de ver y mandar tratar bien por ser cosa vostra”.
La carta que empezó el Tratado de Tordesillas
En tanto, la segunda carta data del 23 de mayo. En su texto se toca el tema de la visita a Lisboa de un embajador del reino de Castilla. En ella el rey Juan II escribe “para que ninguna carabela y navío de nuestros reinos y fuera de ellos vayan ahora y nuevamente donde Colón”, y menciona una necesidad de “limitar los mares, islas y tierras vuestras y nuestras”.
Esto se trata del primer paso a lo que se convertiría en el Tratado de Tordesillas. Un convenio firmado en 1494 entre España y Portugal en el que ambas naciones repartieron los territorios de África y el llamado Nuevo Mundo, tras el cual Portugal se quedó con Brasil y las costas africanas, mientras que el resto de América se volvió parte de España.
Ambas cartas se encontraba entre los documentos de Rodrigo Arias Maldonado, quien pertenecía al consejo de los Reyes Católicos. Esto no es una gran sorpresa, ya que en ese período no existían cancillerías y los documentos importantes eran resguardados por altos cargos de la corte.
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