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Despertar en el Centro Histórico

¿Por dónde se puede empezar a (re)descubrir la Ciudad de México? Un buen lugar puede ser Círculo Mexicano, en el corazón del Centro Histórico.

POR: Diego Parás

Explorar una ciudad de la mano de un local es uno de los mejores escenarios al viajar. La oportunidad de conocer un destino con una mirada fresca y sin estereotipos; alejarse de las trampas para turistas y descubrir lugares mucho más auténticos. En mayor o menor medida, todos hemos sido ambos, el viajero y el local. Sin embargo, ¿qué pasa cuando el plan es (re)conocer la Ciudad de México, nuestro hogar?

Ante la cada vez más grande y variada oferta de opciones de hospedaje, los hoteles han tenido que evolucionar y posicionarse como un punto clave en el flujo turístico de las ciudades. Viajar no siempre es salir a conocer todos los museos o probar todos los restaurantes; a veces, viajar es dejar que los expertos se encarguen de la experiencia y de los espacios; dejarse consentir y tener todo a la mano. Hoy, más que nunca, los hoteles son el mejor punto de partida para redescubrir la ciudad propia; el cada vez más popular concepto de staycation.

Si alguien ha sabido llamar la atención de los locales para compartir su fascinación por la ciudad (y el país) es Grupo Habita. Desde Monterrey hasta la costa oaxaqueña, pasando por Puebla y Veracruz, el grupo ha creado una manera distinta de vivir México. Su propiedad más reciente —en la Ciudad de México— Círculo Mexicano, es un gran ejemplo. Una apertura que, además, implica una decisión valiente al estar en medio de una pandemia.

Una de las grandes victorias para los viajeros es encontrar un hotel bueno, bonito y bien ubicado. Círculo Mexicano se sitúa en un edificio residencial del siglo XIX (en el que creció el fotógrafo mexicano Manuel Álvarez Bravo), justo frente a la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México. Despertar a tan sólo una cuadra del zócalo le permite al viajero conocer el Centro Histórico con calma, antes de que abran todos los negocios y la calle se inunde de gente, una cara poco conocida de esta zona de la ciudad.

Después del paseo matutino, uno puede volver para descansar en el hotel, cuyo proyecto arquitectónico —a cargo de Ambrosi | Etchegaray— contempló que 18 de las 25 habitaciones tuvieran patio propio, mientras que el resto cuenta con un balcón y vistas excepcionales de la Catedral. El uso de los materiales en el interior, combinado con la elegancia sin pretensiones del mobiliario, hacen de éste el lugar ideal para descansar del constante estímulo visual y sonoro que es el centro. Para rematar la experiencia, hay que visitar la planta baja, que fue concebida como un mercado contemporáneo que reúne ofertas de artistas y diseñadores mexicanos.

El espacio: como ya es costumbre, la estrella del hotel de Grupo Habita es la terraza. Con una de las mejores vistas de la Catedral, el Palacio Nacional, el Templo Mayor y la Torre Latinoamericana; el espacio abierto invita a disfrutar la alberca en un día soleado en la capital. En la noche se puede degustar una selección de vinos orgánicos, mezcales y aguas frescas en el restaurante Ona Le Toit, a cargo del chef Romain Tischenko y la sommelier Ioulia Gourieva.

 
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