Despachos de arquitectura en México que trabajan de la mano de importantes desarrolladores
Estos cinco mexicanos están brillando internacionalmente.
POR: Mariana Castro
Platicamos con cinco despachos de arquitectura en México —Macías Peredo, T38 Studio, JC Arquitectura, Frida Escobedo y BAAQ’— que, además de trabajar de la mano con importantes desarrolladores, prueban que la industria de bienes raíces puede seguir un camino responsable, respetuoso e incluyente con la comunidad.
BAAQ’
¿Cómo describirían la práctica de su estudio?
En BAAQ’ hemos entendido que el desarrollo inmobiliario tiene la enorme capacidad de mejorar la calidad de vida de las ciudades, por lo tanto, gran parte de nuestros proyectos se dirige hacia allá. Analizamos profundamente el sitio por intervenir —por lo general un edificio existente— y lo entendemos como un recurso que aporta un punto de partida en cuanto a materialidad, historia y espacialidad, además de ayudar a preservar el medio ambiente.
Al desarrollar un proyecto, ¿cómo logran un balance entre el espacio público y el privado?
La definición de público y privado se da a partir de los usos o las actividades que se desarrollan en los distintos espacios, así que siempre tratamos de cuestionar y analizar la forma en que suceden estas actividades, con el fin de aportar nuevas soluciones acordes a la forma de vida actual. En el nivel urbano, creemos que la principal premisa es la integración del habitante con la ciudad, por lo que nuestro objetivo es mantener las barreras mínimas para que esto suceda.
¿Cuál es la clave para hacer un espacio rentable y estético a la vez?
Un diseño de espacios que genere experiencias placenteras y momentos que conecten al usuario con el entorno a partir de la optimización de recursos. Esto permite la reducción de costos a favor de la rentabilidad y, al mismo tiempo, el respeto a la integridad de los materiales, así como a las habilidades de los que construyen. Además, intervenir construcciones antiguas logra una estética única y atemporal, que contrasta la historia del edificio con el uso renovado.
¿Cómo hacer que un proyecto se adapte a las condiciones geográficas, climáticas y sociales en donde se ubica?
Es importante recorrer, entender y analizar el lugar a partir de su clima, cultura, materiales, orientación, vegetación, etc. También es muy importante aprender sobre la arquitectura vernácula del sitio en particular; muchas veces se convierte en una de las herramientas más esenciales.
¿Cómo creen que ha cambiado la industria de bienes raíces en los últimos años?
En las últimas décadas se ha convertido en el motor conformador más importante de las ciudades, por lo tanto, ha tomado un papel protagónico, el cual muchas veces no reconoce su responsabilidad y el legado cultural y arquitectónico que hereda.
Frida Escobedo
¿Cómo describirían la práctica de su estudio?
Creo que es una práctica muy diversa. Desarrollamos desde mobiliario y objetos hasta espacios públicos, hoteles y proyectos residenciales. También tenemos una parte más enfocada en la investigación y la academia.
Al desarrollar un proyecto, ¿cómo logran un balance entre el espacio público y el privado?
Depende mucho del proyecto. Es difícil encontrar el equilibrio, ya que no depende de lo que uno propone; muchas veces tiene que ver con una legislación o las condiciones del sitio. Aun así, tenemos entendido que cualquier cosa que hagamos en el espacio privado va a afectar el público.
¿Cuál es la clave para hacer un espacio rentable y estético a la vez?
Hay que partir del cuestionamiento sobre qué es la calidad de vida, sobre todo a largo plazo. Se trata de pensar en cualidades que no sean puramente estéticas, sino también funcionales. En la industria de bienes raíces, la gente comete el error de buscar propiedades con características trendy que rápidamente pasan de moda. Este consumo y oferta irresponsables de arquitecturas desechables —de baja calidad— no resuelven los verdaderos problemas de raíz.
¿Cómo hacer que un proyecto se adapte a las condiciones geográficas, climáticas y sociales en donde se ubica?
Creo que esto es un entendido que hay que aplicar siempre en la arquitectura. El contexto social de un proyecto nos interesa muchísimo en la oficina. Entender que, por ejemplo, hay muchos tipos de familias y la oferta de vivienda está muy enfocada en un solo tipo. Es importante generar espacios más flexibles y entender que la realidad es otra; esto ayuda a tener propiedades de mayor calidad y permite que la inversión que se haga en un primer momento sea mucho más efectiva a largo plazo.
¿Cómo creen que ha cambiado la industria de bienes raíces en los últimos años?
Siento que la vivienda de interés social no es accesible. Se tiende a mandar este tipo de desarrollos a la periferia y no se hace ningún intento por integrar diferentes grupos socioeconómicos en las mismas comunidades. Me parece que ahorita el reto está en encontrar cómo, a partir del uso del suelo y una regulación de precios, se puede llegar a un balance con el que todos podamos tener un espacio dentro de la ciudad.
JC Arquitectura
¿Cómo describirían la práctica de su estudio?
Somos una organización que trabaja para concretar ideas que van a sobresalir en la ciudad. No nos limitamos al diseño, también buscamos los terrenos y administramos los edificios. Tenemos acceso a capital con impacto social por medio de mis socios, Juan O’Gorman y Pablo Gutiérrez de la Peza, quienes han complementado la visión de desarrollo inmobiliario con un componente de sustentabilidad social.
Al desarrollar un proyecto, ¿cómo logran un balance entre el espacio público y el privado?
Nuestro proyecto ideal —en la escala que sea— es aquel que no distingue la barrera física entre la propiedad privada y la calle. Nuestros edificios potencian un espacio público en muchas ocasiones degradado y olvidado, pero con un potencial muy evidente. Construir de muros hacia afuera permite lograr una relación entre el exterior y la vivienda, lo cual establece una relación privilegiada de seguridad, pertenencia, cuidado y atención.
¿Cuál es la clave para hacer un espacio rentable y estético a la vez?
Los proyectos que estamos desarrollando ofrecen flexibilidad y accesibilidad, y se alejan de términos como “exclusividad” y “plusvalía”. Pensamos en viviendas que funcionen también para otros usos. La orientación, el uso eficiente de materiales y, sobre todo, la dimensión de la vivienda son elementos clave para alcanzar un costo que resulte positivo.
¿Cómo hacer que un proyecto se adapte a las condiciones geográficas, climáticas y sociales en donde se ubica?
Si hablamos de condiciones geográficas, hay que conocer bien el suelo; la seguridad estructural y el costo de la misma son la columna vertebral del edificio. En cuanto a las climáticas, debemos tener presente la presencia de lluvia, sol y viento más allá de lo bonito que pueda llegar a ser un edificio. En Cancún sabemos que la lluvia y el viento vienen del mar. Finalmente, en lo social, hay que tener presente quién y cómo va a construir. Se debe trabajar de forma orgánica y en armonía con los vecinos para conseguir una relación de ganar-ganar.
¿Cómo creen que ha cambiado la industria de bienes raíces en los últimos años?
Definitivamente, somos testigos de cómo los desarrollos inmobiliarios son diseñados pensando en un solo mercado, y esto ha polarizado la ciudad. Es terrible. Una serie de cotos bardeados no hacen ciudad; por eso es importante trabajar en centros urbanos que todavía pertenecen a todos, en sus calles y sus parques.
Macías Peredo
¿Cómo describirían la práctica de su estudio?
En nuestra oficina hay una adaptación a las circunstancias del lugar que intervenimos, donde métodos todavía rudimentarios se mezclan con procesos actuales de la construcción. Nos interesa que la planeación permita la participación de los ejecutores, es decir, que los artesanos o la mano de obra terminen por definir muchas de las condiciones que organizamos para el proyecto. Buscamos que los procesos de la manualidad se evidencien. Esta forma de operar nos ha permitido trabajar con los recursos que tenemos disponibles y los medios al alcance. También ha sido un gran aprendizaje, en el que se admite la imprecisión o incluso la improvisación.
Al desarrollar un proyecto, ¿cómo logran un balance entre el espacio público y el privado?
Nos gusta imaginar que las plantas que se relacionan con el nivel de la calle sean preferentemente públicas, o por lo menos de uso común, de manera que el exterior se extienda lo más posible dentro del desarrollo, algunas veces de manera visual y otras como una plaza pública.
¿Cuál es la clave para hacer un espacio rentable y estético a la vez?
Consideramos que la clave está en que el desarrollador se interese en aportar algo a la ciudad o al entorno, y como consecuencia que la propuesta apueste por ese deseo poco común en los inversionistas.
¿Cómo hacer que un proyecto se adapte a las condiciones geográficas, climáticas y sociales en donde se ubica?
Nos gusta pensar que cada proyecto es una oportunidad para reinventarnos y albergar una variedad de estímulos creativos que promueven el desarrollo de algo particular. Creemos que la arquitectura debe responder a un entorno específico que define sistemas constructivos particulares y formas singulares de habitar. Asumimos esto como una oportunidad para mantener una investigación continua y crear piezas únicas a partir de dicha exploración.
¿Cómo creen que ha cambiado la industria de bienes raíces en los últimos años?
Lo que ha cambiado es la gran cantidad de desarrollos, lo cual da una diversidad enorme. Nosotros preferimos trabajar con los que se interesan en aportar algo al entorno y a la ciudad.
T38 Studio
¿Cómo describirían la práctica de su estudio?
Nunca hemos tenido una práctica convencional. Nuestro interés siempre ha estado en crear vivienda que aporte a la calidad de vida de sus usuarios y al contexto en el que se ubica. Para lograrlo, decidimos integrarnos verticalmente, así que nuestro grupo se compone por Madelon Group, una start-up enfocada en desarrollar REDtech (real estate development technology); MAD Development, desarrolladora de vivienda en Nueva York; Walden, desarrolladora de vivienda en Tijuana; Raph, desarrolladora de vivienda en la Ciudad de México, y DVVH, una constructora.
Al desarrollar un proyecto, ¿cómo logran un balance entre el espacio público y el privado?
Depende mucho del tipo de proyecto. Justo estamos trabajando en varios de co-living en Nueva York, donde lo importante es crear espacios semiprivados para que los usuarios puedan convivir y establecer comunidad. En otros casos de vivienda de nivel alto en venta, nos enfocamos más en espacios exteriores donde los residentes puedan tener áreas verdes, que hacen mucha falta en nuestras ciudades.
¿Cuál es la clave para hacer un espacio rentable y estético a la vez?
Nuestros proyectos siempre se inician a partir de módulos y proformas. Para poder construir los edificios que nos interesan, necesitamos saber desde un principio sus costos, retornos y utilidades. La arquitectura y el espacio vienen después; si un proyecto no es rentable, va a fracasar por más diseño que tenga.
¿Cómo hacer que un proyecto se adapte a las condiciones geográficas, climáticas y sociales en donde se ubica?
Saber contextualizar proyectos es muy importante para nosotros, ya que estamos desarrollando en varias ciudades y dos países diferentes (México y Estados Unidos). Nos enfocamos mucho más en el lado social, ya que, si se entiende bien, puede cambiar el modelo de desarrollo. La vivienda en las grandes ciudades se ha vuelto inalcanzable para la mayoría de sus ciudadanos, porque la industria de desarrollo está sumamente fragmentada y cada jugador sólo ve por sus intereses, no por el bien común.
¿Cómo creen que ha cambiado la industria de bienes raíces en los últimos años?
La tecnología está cambiando radicalmente todas las profesiones, por eso lanzamos nuestra start-up Madelon Group, en Brooklyn, enfocada en la implementación tecnológica en cada fase de un desarrollo, desde la adquisición hasta la construcción.
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