Este es el inquietante museo de parásitos (único en el mundo)

Cotidianamente, cuando escuchamos la palabra museo la asociamos con arte. Tiene sentido, pues en un principio estas instituciones comenzaron como centros de exhibición de obras. Sin embargo, con el paso del tiempo su oferta se ha ampliado y hoy podemos admirar exposiciones orientadas hacia la ingeniería, la historia e incluso la ciencia. Derivado de esto,  un espacio que hace honor a la biología pura es el Museo Parasitológico de Meguro, en Japón.

Un museo lleno de criaturas increíbles

Aunque se trata del único espacio en el mundo dedicado a los parásitos, este lugar es pequeño. Tiene dos pisos en donde cada planta corresponde a una sala: la primera es una muestra vasta de la diversidad mundial de los parásitos que existen en el reino animal; la segunda expone los tipos de especímenes que pueden afectar al cuerpo humano.

Los objetos que se exhiben varían desde huevos, ascárides (lombrices intestinales), insectos como garrapatas y hasta órganos de animales –ratas o peces– afectados por algún parásito, todo conservado en botes transparentes llenos de formol. De esta colección tan variada, la joya de la casa es una lombriz solitaria de 8.8 metros de longitud.

A primera vista el espacio se asemeja a un laboratorio salido de la ciencia ficción. Esto no es fortuito, pues este lugar también es un importante centro de investigación y estudio de la parasitología. Dentro de los almecenes del edificio se preservan cerca de 60 mil especies de organismos, aunque en las salas sólo se muestran 300.

Cada vez más conocido

El Museo Parasitológico de Meguro había permanecido como una atracción para locales desde su fundación en 1953, sin embargo, el interés cada vez va más allá de Japón; apenas el 6 de marzo incluyeron leyendas y explicaciones en inglés para los visitantes extranjeros. Además, no es necesario pagar para entrar, aunque se aprecian las donaciones voluntarias.

Conocer más de Meguro

Meguro se encuentra en el suroeste de Tokio. A pesar de su cercanía con el incansable y bullicioso centro de la ciudad, este barrio se caracteriza por ser tranquilo. Sobre sus calles estrechas se pueden encontrar galerías, bares, tiendas vintage o librerías de viejo. Durante la primavera, los árboles de cerezo están en plena floración, lo que genera un paisaje incomparable.

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