Tomamos carretera por la mañana, con el auto lleno de maletas, snacks y una lista interminable de podcasts para escuchar en el camino. Llevábamos todo planeado, hasta los restaurantes en los que íbamos a comer en cada parada. Pero ésa es la cuestión al viajar en carretera, nada sale como se planea. El clima, los imprevistos y las buenas sobremesas siempre interfieren en el itinerario y te obligan a trazar rutas nuevas e inesperadas. Y, ¿qué importa? Ser flexible y abierto al cambio es lo que hace del viaje en coche toda una experiencia para ser recordada y repetida.
Consultamos a un experto en autos híbridos y eléctricos para que nos compartiera todos sus tips, a fin de seguir la ruta de esta historia a bordo de un automóvil amigable con el planeta.
Realizar un recorrido por las bellezas que nos ofrece el paisaje mexicano es aún más virtuoso cuando respetamos el planeta. Si bien pensar en un tour cero emisiones no es del todo factible debido a que actualmente la generación de energía eléctrica no es 100% limpia, sí podemos trazar una ruta muy eficiente.
Coatepec, Veracruz
Recomendación de carga en EV o PHEV: 100%
Salimos de Ciudad de México hacia nuestra primera parada en Coatepec, Veracruz, la tierra del buen café, donde también nació mi abuela Soledad. Llegamos a eso de las 10 de la mañana, con mucha hambre, a Casa Bonilla. Pedimos unos buñuelos de la casa para acompañar un café preparado con un sifón belga. Elizabeth Morales, la barista, nos explicó cómo se debe preparar un buen café: “Nunca prepares tu café con agua hirviendo, debe ser siempre antes del hervor, si no el café pierde sus propiedades”. Mientras bullía el agua del sifón, nos contó que sus granos de café provienen de la finca Las Trincheras, de José Cienfuegos, donde la especialidad es el grano pacamara, más grande de lo normal y con sabor a miel. Si llegas a Coatepec por la tarde, no olvides pedir las acamayas, manjar de la región.
Volvimos a la carretera, rumbo a nuestro siguiente destino para pasar la noche: Jalcomulco, Veracruz. A un poco más de una hora de Coatepec se encuentra el hotel Picocanoa Rodavento, con tiendas de glamping inmersas en la naturaleza, pero con todas las comodidades de un hotel. Al caer aquella noche de luna llena, nos prendieron una fogata y nos dieron bombones para asarlos. Esa noche, después de un masaje relajante y una sesión de temazcal, acompañados por los sonidos de grillos y del río Pescados que rodea el hotel, descansamos profundamente.
A la mañana siguiente teníamos una cita con el río. Descenderíamos en lancha para hacer rafting. Diciembre no es un mes de grandes corrientes, pero sí de agua muy fría, lo que sube un poco la adrenalina de la aventura, pues te saca aún más de la zona de confort. El recorrido dura más o menos dos horas y te permite conocer a profundidad la vida de Jalcomulco. Árboles de mangos de más de 80 años, panales de abejas meliponas, garzas grises y los rápidos llenos de agua fresca de la montaña son tus acompañantes fieles en el descenso. La región es rica en flores, frutos, agua y pesca. Aventúrate a flotar en el río helado, vale la pena; seguir remando te quitará el frío.
Puerto de Veracruz
Llegamos al puerto un poco más tarde de lo planeado, directo a comer en un clásico: Villa Rica Mocambo. Ensalada de caracol, ensalada de pulpo, huachinango frito, tostadas de mariscos y la lista puede seguir. El servicio es excelente y la comida aún mejor. Recuperamos fuerzas para continuar nuestro camino al día siguiente.
Pero, ¿qué sería de una visita al puerto de Veracruz sin un café lechero en La Parroquia? Aunque ahora ya es una cadena de restaurantes, el café y los desayunos conservan ese toque nostálgico. Mis favoritos de siempre: el bísquet con mermelada, unos huevos y un café lechero. Y, si te sobra un pequeño espacio, pide la concha rellena de nata, calientita y llena de mantequilla, como debe ser.
La siguiente aventura nos tomó más tiempo de lo planeado, ya que confiar ciegamente en Waze cuando viajas por carretera no es lo ideal. Antes de salir hay que revisar a detalle la ruta que vas a tomar. Aunque puedes descubrir lugares hermosos en el camino, es mejor no dejar al azar las rutas y apegarse a la más segura y directa. Después de una desviación por plantíos de caña interminables, llegamos a Chachalacas, Veracruz. En la entrada hay personas en motocicletas que guían a los turistas hacia los sitios de renta de cuatrimotos para poder explorar las dunas.
Un norte llenó el cielo de nubes grises, pero eso sólo aumentó el dramatismo en un lugar de por sí mágico. Frente a la playa de Chachalacas hay un cuerpo de dunas enorme que puede ser explorado en cuatrimoto. Pareciera que uno viajó por el espacio y de repente apareció en otro planeta. Después de recorrer las dunas durante 10 minutos, nuestro guía nos adentró en “el bosque”. A la mitad de la nada, y entre las dunas, uno se encuentra en medio de árboles altos que te transportan a cualquier película de Star Wars. Entre los locales, cuenta la leyenda que ese sitio existe porque lo habitan naguales, seres mágicos que lo protegen y conservan. Y sí, se siente una vibra mágica y especial. Y uno parece perder la noción del tiempo ahí adentro. Nos quedó poco tiempo para caminar por el centro del puerto. En esta ciudad aún se reúnen los más viejos a tomar café por la tarde y escuchar a los pájaros que cantan. La gente camina tomada de la mano mientras el sol baja y los buques llegan de todas partes del mundo.
Roca Partida, Veracruz
Recomendación de carga en EV o PHEV: +70%
Roca Partida fue nuestra siguiente parada, inesperada y no planeada, pero al ver fotografías en internet y lo cerca que estábamos nos animamos a cambiar de planes y explorar el camino hacia los acantilados veracruzanos. Por una carretera más pequeña y llena de paisajes verdes, lagunas, pescadores y unas vistas que sólo la región de Los Tuxtlas puede dar, manejamos por tres horas hasta llegar al punto más lejano que se puede alcanzar en coche en Roca Partida.
Para visitar los acantilados hay que caminar durante 30 minutos entre vacas, pasto y lodo, y pagar 15 pesos cada uno para cruzar los terrenos que son propiedad privada. Nuestro guía, don Joaquín, lleva toda su vida viviendo en Roca Partida; él fue quien nos mostró las mejores vistas y vaya que valió la pena el esfuerzo. Aun cuando ha visto Roca Partida casi cada día de su vida, sigue tomándole fotos con su celular. Es un enamorado del lugar. Cruzamos por una maleza muy cerrada, oscura, pero al llegar al claro nos recibió la vista más impresionante que uno puede imaginarse. Cientos de cormoranes planeando en el cielo, con una paz, con un silencio que toca lo más profundo del ser y que automáticamente te transforma. En ese momento entendí a don Joaquín. La belleza y grandeza de Roca Partida pocas veces se experimenta. El cielo nublado, el mar turbulento, todo incrementaba la belleza de este sitio poderoso formado por un volcán hace miles de años y que hoy recibe a los pocos turistas dispuestos a encontrar ese secreto bien guardado.
El regreso guarda una sorpresa más, Playa Escondida, una pequeña bahía a la cual sólo se puede llegar por lancha o recorriendo el camino secreto entre los acantilados. Y seguimos el camino, entre curvas, niebla, lluvia y árboles verdes (mulatos les llaman, por su corteza roja), junto a la carretera hacia Sontecomapan.
Parte de la magia de viajar en coche no son sólo las vistas y los paisajes que cambian conforme uno avanza, sino la convivencia. No es lo mismo escuchar música con audífonos en el avión que cantar a todo pulmón durante el camino. Mis mejores recuerdos de viaje vienen acompañados de letras y cantos, risas y pláticas. Viajar en coche te permite conocer más a quienes te acompañan; aunque creas que ya conoces todo de ellos, siempre hay algo nuevo que amar y descubrir, así como de uno mismo.
Ya caída la noche, y con mucha lluvia, hicimos nuestra entrada triunfal a la reserva de Nanciyaga, en Catemaco. Le llaman ecoturismo, pero va un poco más allá. No hay luz eléctrica, así que alumbramos el camino con la luz de los celulares. Monos aulladores nos recibieron con sus gritos, las guacamayas que anunciaban su hora de dormir estremecían la selva. En la penumbra, cenamos carne ahumada, cecina y el platillo típico de Catemaco, tegogolos, caracoles de la laguna acompañados de una cerveza fría. Caminamos entre piedras y plantas hacia nuestras cabañas. Aunque no es un hotel de cinco estrellas, nada se compara con poder salir a la terraza y ver cientos y cientos de luciérnagas brillar, mientras las ranas cantan y los monos aulladores se hacen presentes. Hay que ir preparado para compartir el baño con el resto de los huéspedes, pero el amanecer a la orilla de la laguna y el ruido de los animales, el café y el delicioso pan dulce de Nanciyaga hacen que la regadera compartida sea sólo una parte más de la increíble experiencia que es hospedarse en plena naturaleza.
Villahermosa, Tabasco
Recomendación de carga en EV o PHEV: +50%
El camino de Catemaco hacia Campeche es de casi nueve horas, por lo que dormimos una noche en Villahermosa para descansar y no manejar a oscuras. El viaje entre Tabasco y Campeche regala vistas de puentes enormes que cruzan grandes ríos y el mar. El clima iba mejorando conforme subíamos por la península. Aunque el tiempo no nos permitió explorar a profundidad la zona, playas como Isla Aguada y Sabancuy quedan en el tintero para futuras exploraciones en carretera.
Nuestra llegada a Champotón fue al atardecer.
Ciudad del Carmen, Campeche
Recomendación de carga en EV o PHEV: +30%
Paramos en Pelícanos para comer un cóctel de camarón y una ensalada de mariscos mientras caía la noche, con el atardecer más naranja que he visto en mi vida. Era la señal de que habíamos llegado a Campeche: no hay otros atardeceres como ésos. La capital, famosa por su centro pintoresco y lleno de colores pastel, resguarda una gastronomía espectacular: mariscos, chilpachole, manitas de cangrejo, tamales colados, trancas, cochinita, lechón, panuchos y helados. Aunque suene extraño, no hay helados en el mundo como el de mantecado y el de coco de La Brocha, una heladería local campechana, manjar de manjares. Para merendar, en palabras locales, los restaurantes de San Martín son la mejor elección: caldo de pavo, panuchos de pavo, tamalitos y tortas de jamón claveteado, acompañados del famoso té campechano. Para bajar la comida, una caminata por el malecón es la mejor manera de terminar el día.
Progreso, Yucatán
Recomendación de carga en EV o PHEV: +100%
Nuestra última parada del viaje fue Progreso, en Yucatán. Rentar una casa a la orilla de la playa en la zona de Chicxulub, un pequeño pueblo a unos 20 minutos del centro de Progreso, es una gran manera de disfrutar el sureste. El mar es tranquilo y la zona lo es aún más. Es ideal para descansar, tirarse a ver el mar todo el día y ponerse al corriente con la lectura que a veces no se puede hacer en la ciudad. Los pescadores venden sus productos a precios muy accesibles y se puede comer delicioso con poco esfuerzo. Practicar kayak o paddle board está entre las mejores actividades para un mar tranquilo como el de Chicxulub. Disfrutar sus atardeceres rosas y los pelícanos sobrevolando el mar en busca de peces es una experiencia relajante y hermosa que vale la pena vivir alguna vez.
Viajar en coche abre horizontes y posibilidades. Es cansado, sí, y la convivencia a veces puede ser compleja, pero es una gran manera de crecer, de aprender y ser resiliente. Siempre hay que tener varias cosas en mente: la gasolina, la ruta, la pila del celular y la buena música. El encanto que tiene tomar el camino y conocer un país desde sus venas no se compara con otro tipo de viaje. En el cielo se ven las nubes, pero en la tierra uno huele, saborea, siente y vive con cada sentido lo que es viajar y conocer un nuevo o viejo destino; es hacerse uno con el camino, descubrirse a sí mismo y abrirse a las posibilidades que se presentan en cada parada. Amaneceres, atardeceres, lluvia, viento, arena, niebla, cantos de pájaros, sabores de cuatro estados diferentes de México, recuerdos y ganas de volver a viajar en coche, todo eso me llevo en la memoria y en las fotos que Veracruz, Tabasco, Campeche y Yucatán me regalaron.
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Cinco automóviles híbridos y eléctricos que el experto Marco Alegría recomienda para hacer esta ruta
Por Marco Alegría
- Audi e-tron Sportback nos ofrece un viaje con estilo, eficiencia, poder y diversión.
- BMW Serie 330e es lo mejor de ambos mundos. Excelente desempeño gracias a su dualidad de motores y un modo 100 % eléctrico más que cumplidor.
- No por nada, Toyota Prius es el híbrido más vendido del planeta. Te sorprenderá su rendimiento.
- Si te decides por un cuatro cilindros, los motores turbo del Volkswagen Jetta GLI ofrecen potencia y respuesta de aceleración, con menor consumo.
- El clúster de este Mercedes-Benz EQC ofrece información valiosa para optimizar nuestro viaje.
¿Qué auto elegir?
La oferta en México contempla vehículos a gasolina, híbridos, eléctricos e híbridos enchufables.
Clasificación de vehículos según su alimentación
Combustión interna: motor a gasolina o diésel
Híbridos: dos motores, generalmente uno de combustión interna + uno eléctrico (batería)
Híbrido enchufable: motor eléctrico y baterías con mayor capacidad
Eléctrico: alimentado por baterías e impulsado por uno o más motores eléctricos
Toma en cuenta
Si decides echar mano de un auto 100% eléctrico, deberás considerar que las estaciones de carga se desvían ligeramente de las autopistas tradicionales, ya que por lo general se colocan en agencias automotrices o centros de consumo. El rango que ofrece la nueva generación de eléctricos no es interminable y requerirás mayor tiempo de espera en las estaciones de carga que la habitual parada en la gasolinera. Sin embargo, viajar en un auto eléctrico es toda una experiencia.
Recomendación de carga
Si viajas en un EV (electric vehicle) o un PHEV (plug-in hybrid electric vehicle), lo ideal es cargar la batería completa en cada estación. Sin embargo, el tiempo de carga varía, dependiendo del tipo de cargador y de cuánto tengas acumulado en las baterías. Para no pasar demasiado tiempo esperando a cargar el vehículo, a continuación te recomendamos los tiempos de carga mínimos en cada estación.
Ubicación de estaciones EV
Ciudad de México a Coatepec, Veracruz
Carretera Xalapa-Veracruz km 2.5, Pastoresa, 91193 Xalapa-Enríquez, Veracruz
Jalcomulco, Veracruz
Av. Xalapa 564, Rafael Lucio, 91110 Xalapa-Enríquez, y Alejandro von Humboldt Nte. 23, Centro, 91270 Perote, Veracruz
Puerto de Veracruz
Dr. Rafael Cuervo X núm. 2094, Fraccionamiento Lomas del Río Medio, 91809 Veracruz
Roca Partida, Veracruz
Carretera federal Matamoros, Av. Benito Juárez 77, San Andrés, 95730 San Andrés Tuxtla, Veracruz
Dunas de Chachalacas, Veracruz
Punta Tiburón, Residencial Marín, carretera federal Boca del Río-Antón de Lizardo núm. 4450, 95264
Champotón, Campeche
Primero de Mayo, 86190 Villahermosa, Tabasco
Yucatán
Sobre la ruta 261 de la carretera Mérida-Progreso, Unidad Revolución, km 9.5, Cordemex, 97110 Mérida, Yucatán. También encontraremos un sitio de carga en Calle 60 #301 A, por Av. X Cumpich y Prol. Calle 21, Cordemex Revolución, 97110 Mérida. Podremos utilizar el supercargador de The Harbor Mérida, en Ricardo El Vate López Méndez 61, Zona Industrial, 97180 Mérida.