Cuitzeo, un pequeño pueblo purépecha rodeado de agua
El lago de Cuitzeo, los conventos y las pirámides le dan una personalidad única al sitio.
POR: Paola Gerez Levy
En los valles de Michoacán existe un pequeño pueblo llamado Cuitzeo. Con una personalidad que toma lo mejor del periodo Clásico mesoamericano y de la Conquista, aquí se pueden encontrar canastas o sombreros fabricados de fibras de tule, así como construcciones de piedra que llenan la silueta del pueblo con cúpulas y campanarios. Cuitzeo se encuentra parcialmente rodeado por el lago que lleva su mismo nombre, de ahí que algunas de las especialidades de las cocinas locales sean charales o ancas de rana.
El lago de Cuitzeo es el segundo más grande de México después de Chapala. La quietud del agua, así como los sonidos de las numerosas aves que habitan en el lago, le dan al pueblo una atmósfera muy tranquila que remarca la lejanía de las grandes ciudades.
En temporada de invierno, cuando la temperatura del lugar desciende hasta los 4ºC, se pueden llegar a avistar especies migratorias provenientes de Canadá, como patos o el pelícano borregón.
Para llegar a desde Morelia, solo hay que conducir 35 minutos hacia el norte (casi hasta llegar a la frontera con Guanajuato). Desde la Ciudad de México el camino en coche es de aproximadamente 3:30 horas. No importa el origen, el último tramo antes de alcanzar las calles empedradas de Cuitzeo es un tramo de cuatro kilómetros que va sobre el lago. No es un puente, sino un camino construido al ras del agua (sobre la calzada original, cimentada en el siglo XIX) desde donde se pueden admirar islotes de pasto en medio de la laguna y, en la tarde, el reflejo del atardecer sobre la superficie.
Patrimonio colonial
Tras la conquista, fueron los monjes agustinos quienes se encargaron de la evangelización de esta región purépecha. Su historia se remonta a mediados del siglo XVI, época en la que llegó la orden con planes de construir templos, conventos y hospitales. Algunos ejemplos de ello y que se pueden visitar son las iglesias del Calvario, San Pablito o la Concepción. Estas están distribuidas por los distintos barrios del pueblo, entre casitas de fachada blanca con una franja color rojo quemado.
Sin embargo, las construcciones imprescindibles son el Santuario de Guadalupe, una enorme iglesia barroca; el Templo del Hospitalito, un centro de salud fundado por los franciscanos; o el Exconvento de Santa María Magdalena, la primera edificación religiosa en el pueblo. Dicho exconvento es un excelente ejemplo de la arquitectura plateresca –la cual es exclusiva de España–, ya que a pesar de sus 469 años de antigüedad se mantiene como uno de los mejor conservados de la región.
En su interior, el Exconvento de Santa María Magdalena alberga una biblioteca de libros antiguos y el Museo de la Estampa, un recinto adaptado en el refectorio del convento –el espacio que fungía como comedor de los monjes–. Aquí dentro se revive la historia del poblado, desde los purépechas hasta el Michoacán posrevolucionario, a través de objetos arqueológicos, elementos religiosos del Virreinato y grabados de 44 artistas.
Una gran herencia prehispánica
Si uno conduce 10 minutos península adentro encontrará el sitio arqueológico de Tres Cerritos. En el periodo Clásico (hace aproximadamente mil años), los pobladores locales utilizaron este complejo como un centro ceremonial. Sin embargo, más tarde fueron invadidos por las tribus purépechas y el sitio se convirtió en un sitio funerario. Actualmente se pueden ver piezas de alabastro similares a las teotihuacanas y basamentos piramidales de apenas una veintena de escalones.
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