Desde su nombramiento como una de las ‘siete maravillas del mundo moderno’ en el 2007, la fama de Chichén-Itzá ha subido como la espuma. Y si bien la pirámide de ‘El Castillo’ es su elemento más conocido (y fotografiado), esta antigua ciudad maya alberga varios de los edificios mejor conservados del mundo maya. El templo de los guerreros, el grupo de las mil columnas, el observatorio astronómico, y la inmensa cancha del juego de pelota no sólo ilustran la fusión de las culturas maya y tolteca, sino que además son consideradas como obras maestras de la arquitectura mesoamericana: dos razones que le valieron su inscripción a la inscripción a la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO en 1988.
Ciudad prehispánica de Chichén-Itzá
Ubicación: Yucatán
Fecha de inscripción: 1988
Categoría: Bien Cultural
Historia
Enclavada en el corazón de la península de Yucatán, la historia de esta ciudad, que llegó a ser la más poderosa de toda la península de Yucatán, se remonta al siglo V. Chichén-Itzá fue fundada por un grupo de mayas itzaes en algún momento entre los años 415 y 455 (el año varía según los documentos y las crónicas) en las cercanías de un gran cenote, y en honor a eso, su nombre significa justamente en la boca del pozo de los itzaes.
Durante su primera época, entre los siglos VI y X, Chichén-Itzá fue creciendo y ganando importancia, mientras que sus edificios fueron construidos siguiendo el estilo Puuc que por ese momento predominaba en las otras grandes urbes de la península, como Uxmal y Kabah. Sin embargo, en el siglo X la ciudad-estado fue ocupada por toltecas, un grupo cultural que provenía del centro de México. Según una de las versiones más populares, el rey de Tula, Ce Acatl Topiltzin Quetzalcoatl, tomó la ciudad entre el año 967 y el 987, y fue entonces cuando comenzó su época dorada.
Los toltecas trajeron consigo nuevas deidades (como Quetzalcoatl, que fue adoptada como Kukulkan), y soluciones arquitectónicas que pronto se fusionaron con la estética y las líneas clásicas mayas. Surgió entonces un nuevo estilo y se construyeron las principales y más conocidas construcciones de la ciudad: el observatorio de El Caracol, el juego de pelota, la pirámide de Kukulkan y el templo de las Monjas. Chichén-Itzá se convirtió entonces en una de las principales ciudades mayas no sólo de la península de Yucatán, sino de todo el mundo maya, y era destino de múltiples peregrinaciones religiosas.
Con el tiempo, la ciudad decayó y comenzó a perder población después del siglo XIII, hasta quedar prácticamente abandonada a mediados del XV. Sin embargo, su importancia simbólica se mantuvo, y aún tras su abandono, llegaban mayas a realizar ceremonias religiosas.Tanto así, que en el siglo XVI, los españoles que comenzaron a establecerse en Yucatán llegaron a visitar las ruinas de la antigua ciudad, e incluso se dice que Francisco de Montejo consideró establecer la capital de su nuevo reino allí.
La selva engulló eventualmente las construcciones de la ciudad, y permaneció escondida por unos 500 años, hasta que fue redescubierta en los años 40 del siglo XIX por Catherwood y Stephens. A partir de entonces, y desde que se publicaron los grabados que el primero realizó sobre las ruinas de las construcciones mayas en Honduras, Guatemala y Yucatán, la antigua metrópoli ha cautivado la imaginación de los viajeros que, año con año, llegan a admirar la belleza y armonía de sus edificios.
Qué ver
Llegar a Chichén-Itzá implica encontrarse de frente, de buenas a primeras y sin ningún aviso, con la pirámide de Kukulkan. Sus proporciones evidencian el profundo conocimiento que los mayas llegaron a tener sobre matemáticas, geometría, acústica y astronomía, pues la pirámide es en ella misma un calendario. Cuenta con 365 peldaños (uno para cada día del año) y 18 cuerpos (correspondientes al número de meses del calendario maya).
A un costado, se puede encontrar el templo de los guerreros, uno de los sitios donde la influencia tolteca que esta ciudad recibió, se hace totalmente evidente. Si bien los mascarones que decoran los muros no son muy diferentes de los que se pueden ver en otras ciudades mayas, las columnas y el chac mool remiten completamente a Tula. No muy lejos, el juego de pelota impresiona con sus perfectas proporciones y sus muros colindates con la selva.
Es importante aquí no dejarse engañar y pensar que ya se vio todo, pues un sendero un tanto oculto detrás de la pirámide conduce al observatorio, al osario y al templo de las monjas. Se calcula que entre 50 y 100 mil personas llegaron a radicar en Chichén Itza durante su periodo de esplendor, y actualmente, el recinto arqueológico visitable ocupa un área de sólo 15 km cuadrados, lo cual corresponde únicamente al centro religioso, administrativo y político de la antigua ciudad.
Finalmente, y si bien los templos suelen robar la mirada, bien vale la pena visitar el lugar más sagrado de toda la zona arqueológica: el cenote que dio origen a la ciudad en primer lugar. En su época, el cenote sagrado de Chichén Itza fue el corazón de las actividades religiosas de prácticamente todo el mundo maya, y en sus cercanías es posible encontrar algunas construcciones que anteceden a la llegada de los toltecas, construidas en arquitectura maya clásica.
Cuándo ir
Indiscutiblemente, las fechas más interesantes para visitar Chichén-Itzá son los equinoccios y los solsticios, cuando diversos fenómenos astro-arqueológicos tienen lugar en la pirámide de Kukulkan.
Al inicio de la primavera y del otoño, el sol ilumina la pirámide de tal forma, que parece que la sombra de una serpiente desciende por sus escaleras. Por el otro lado, al comienzo del verano y del invierno, la luz solar ilumina de manera perfecta dos de las cuatro caras del edificio.
Cómo llegar
Chichén-Itzá se encuentra prácticamente en el corazón de la parte norte de la península de Yucatán, a medio camino de la carretera que conecta Cancún con Mérida, sobre la carretera costera del Golfo. Si bien rentar un automóvil es lo más práctico, la popularidad de la zona arqueológica significa que también es posible tomar un autobús desde Tulum, Cancún, Valladolid y Mérida, o incluso transporte público.
Dónde dormir
Aunque es posible ir y venir desde Cancún o Mérida en un día, lo mejor es pernoctar en Valladolid. Ubicada a sólo 45 km de la entrada de la zona arqueológica, esta ciudad ofrece la posibilidad de conocer asimismo una de las ciudades virreinales más coloridas y hermosas del país, y explorar sus alrededores llenos de cenotes y pequeños pueblos pintorescos.
Para los más entusiastas de la cultura maya, en los alrededores inmediatos de la zona arqueológica existen varios hoteles que ofrecen una experiencia de lujo y comodidad, a pocos pasos de los antiguos edificios maya-toltecas.
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