Valladolid se encuentra a dos horas de la ciudad de Mérida.
Rodeado de impresionantes cenotes, Valladolid cautiva por la amabilidad de su gente, casonas coloniales y su fuerte relevancia histórica.
La mejor forma de conocer Yucatán es por carretera, y descubrir haciendas abandonadas, ruinas arqueológicas y encantadoras ciudades coloniales como Valladolid, que —a medio camino entre Mérida y Cancún— es la segunda más importante del estado. En esta histórica capital maya tuvieron lugar diversos levantamientos de resistencia indígena durante la conquista. Hoy, la influencia española se puede observar en sus templos religiosos, como el de San Servacio y el convento de San Bernardino de Siena. Un encuentro de riqueza cultural maya y colonial que hay que explorar.
El nombre de Valladolid —ciudad a medio camino entre Mérida y Cancún— es un homenaje a la ciudad española del mismo nombre. Fundada en el siglo XVI, fue construida encima de la ciudad maya Zací, que significa “gavilán blanco”, en donde vivían los habitantes originales de este antiguo asentamiento: los mayas cupules. Por su cercanía a tres importantes zonas arqueológicas mayas —Chichén Itzá, Cobá y Ek Balam—, a este destino se le conoce como la capital del Oriente Maya.
Valladolid hace homenaje a la ciudad española del mismo nombre.
Las calles de Valladolid están revestidas de hermosas casonas coloniales que recuerdan a una postal donde se respira tranquilidad. La plaza y el parque Francisco Cantón Rosado son los principales puntos de reunión de la ciudad. Los viajeros pueden admirar la fuente de La Mestiza, que rinde honor a la mujer yucateca, mientras degustan un refrescante raspado; o bien, fijar la vista en el Palacio Municipal, cuya estructura —se dice— es una copia de la Casa Real de Santo Domingo, en República Dominicana. Sin embargo, el monumento que destaca de este cuadrante es el templo de San Servacio, el más representativo de la ciudad.
Un encuentro de riqueza cultural maya y colonial que hay que explorar al menos una vez.
La historia más popular de las que se cuentan alrededor de la Iglesia de San Servacio es la que refiere al asesinato de los señores Fernando Hipólito de Osorno y Gabriel de Covarrubias, en un episodio que se conoce como el “crimen de los alcaldes”, ocurrido en 1703. La iglesia fue derribada posteriormente y reconstruida; en el reacomodo, el altar y la entrada del templo cambiaron de lugar, del oeste hacia el norte. En la parte de afuera se exhibe un par de cañones que se usaron contra el levantamiento indígena, durante la Guerra de Castas, en 1848.
Entre sus arterias, trazadas con precisión y llenas de casitas de colores bien conservadas, uno puede toparse con el cenote Zaci.
No muy lejos de ahí, en el barrio de Sisal, se encuentra San Bernardino de Siena, uno de los primeros conventos franciscanos de la ciudad. También hay que visitar el Museo de San Roque, recinto que relata el origen maya de Valladolid. Para acercarse a las artesanías populares, lo mejor es ir Casa de los Venados, que resguarda 3,000 piezas de arte, o al Centro Regional de Artesanías Zací, donde se pueden encontrar valiosos objetos hechos a mano.
En Valladolid conviven la idiosincrasia maya, la arquitectura colonial y las especialidades gastronómicas.
El Templo de San Servacio está cargado con historia y leyendas.
Nunca está de más caminar por el centro mientras se disfruta de un raspado.
¿Sabías que…?
Valladolid es el supuesto lugar de nacimiento de la cochinita pibil, manjar que preparaban los mayas —con carne de venado, jabalí o faisán en lugar de cerdo— en sus hornos pib como ofrenda durante el Hanal Pixan, fiesta equivalente al Día de Muertos.
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