Destinos, México, Oaxaca

Mazunte: el nirvana de la tortuga en el Estado de Oaxaca

Es uno de los sitios más apreciados por los amantes de las playas alternativas.

POR: Redacción Travesías

Este texto se publicó originalmente en el número 5 de Travesías, en diciembre de 2001.

 

Se dice que cuando Mazunte era el principal rastro de tortugas de México –en aquellos días el pueblo entero vivía de esta actividad-, la sangre que se derramaba desde el matadero hasta la playa infestaba sus aguas de implacables tiburones. Tras la veda nacional declarada en 1990 , los escualos se retiraron en masa a mares más abiertos y la población se sumió en la más oscura de sus miserias; no obstante las cosas cambiarían notablemente. Ya en 1993, Anita Roddick, la flamante fundadora del Body Shop Internacional, husmeaba por ahí tratando de convencer a los exmatones de constituirse en lo que después sería la cooperativa local Cosméticos Naturales de Mazunte.

Pronto los habitantes empezaron a familiarizarse con términos como biodiversidad, ecoturismo, desarrollo sustentable o baños biodigestores. Y aunque algunos pescadores no abandonaron su vocación y se fueron tras los tiburones prófugos, la opción turística hubo de llegar. Cuando el mar tornó de bermellón a azul, la belleza espectacular de aquellas playas reveló el más exquisito de los lugares del Pacífico, y la llegada paulatina de atónitos turistas forzó la construcción de palapas, cabañas y restaurantes.

En 1994 el gobierno federal abría las puertas del Centro Mexicano de la Tortuga –la culpa mueve montañas–, instalando criaderos para ejemplares jóvenes, piletas de crías, zonas de incubación natural y un jardín de cactáceas. Dentro de este complejose construyó el Museo Vivo –único en su tipo en el mundo–, un enorme acuario donde nadan magníficos ejemplares de cada una de las seis especies de tortugas marinas que habitan en las costas mexicanas, de las siete que quedan en el planeta.

Actualmente, Mazunte es uno de los sitios más apreciados por los amantes de las playas alternativas que no necesariamente figuran en las listas de las agencias de viajes. No hay grandes hoteles ni restaurantes de lujo, pero las opciones de alojamiento son cómodas, seguras y baratas. Todo con vista al nítido mar. En Mazunte se duerme tranquilo porque, aunque no lo pareza, los lugareños están siempre al pendiente de la seguridad de sus inquilinos.

En Mazunte se puede hacer prácticamente todo menos practicar el nudismo. Hay una buena cantidad de letreros que lo especifican, dada la cercanía con cierta playa de la que luego hablaremos. Los anfitriones pretenden ofrecer al turista un ambiente lo más familiar posible, aunque no siempre lo logren, pues ocasionalmente se llega a observar algún atolondrado desnudista perseguido por los pobladores y policías armados con toallas.

San Agustinillo, la playa hermana de Mazunte, tiene un mar menos iracundo y restaurantes espectaculares: el menú puede incluir langosta termidor, al ajillo o al vapor, camarones en todas las presentaciones y tamaños, pulpos a la mexicana, sopa de mariscos, huachinangos empapelado o tiburón, todo recién pescado. Además de contar con el único hotel en forma de la zona.

La Posada San Agustinillo, aquí es donde se pueden observar los vestigios del rastro que dicen en algún momento será convertido en escuela secundaria y el atracadero de los pescadores de tiburones, que salen a mar abierto en las noches y regresan al día siguiente. Unos pasos separan San Agustinillo de Punta Cometa, santuario venerado por los aficionados al esnórquel, desde donde los atardeceres cobran todo esplendor enmarcados en una vista privilegiada de 210 grados sobre toda la bahía.

El mar de Mazunte parece salvaje y lo es, pero basta confiar en la pericia de los lugareños para saber el momento propicio para bañarse. Los niños que venden plátanos son los que advierten cuando el mar está picado. Una vez aplacado el mar y vencido el pánico, el agua es maravillosa, limpia y templada. El sol, sin embargo, es un silencioso asesino: unos minutos sin bronceador son fatales para la piel poco acostumbrada. Además, la arena es tan fina que se adhiere persistentemente a la piel.

A veces, el mar se enciende de un verde intenso durante las noches en que abunda el fósforo del plancton. Y si se tiene la suficiente paciencia, en medio de la luz de esa espuma espectral, quizás una gran tortuga se adentre en la playa para desovar a las tres o cuatro de la mañana; quizás alguien pueda tener la gran suerte de acariciar el caparazón de uno de estos animales grandiosos. Al fin y al cabo, Mazunte significa te suplico que desoves.

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