La historia detrás de la salsa Tabasco
Viajamos a Louisiana, exactamente a Avery Island, la isla propiedad de la familia McIlhenny, inventores de la salsa Tabasco.
POR: Esther González Jacques
Mientras nos preparamos para aterrizar en Lafayette, Louisiana, por la ventanilla se logran ver algunos pastizales y huertos trazados en forma de un cuadrado perfecto, pequeñas casas con una arquitectura entre europea y caribeña —que te hacen sentir como si estuvieras a punto de entrar en una historia de Tom Sawyer—, albercas, algunos sectores pantanosos y a lo lejos, una zona boscosa. Desde las alturas se intuye que este sitio es un paraíso donde impera la naturaleza.
Nos trasladamos hasta aquí para visitar Avery Island, la isla propiedad de la familia McIlhenny, inventores de la salsa Tabasco.
Viajamos para conocer el proceso de fabricación de esta famosa salsa, pero la visita fue más allá y nos permitió conocer a fondo la historia completa de la familia McIlhenny. Bajamos del avión y luego de recorrer durante media hora una carretera bordeada por paisajes en los que abundan ríos con garzas y cocodrilos que reposan mientras disfrutan los rayos de sol, llegamos a Avery Island, donde lo confirmamos, estábamos rodeados de naturaleza.
Al interior de Avery Island está la fábrica de la salsa Tabasco. Los visitantes pueden hacer una visita guiada para conocer de cerca su proceso de fabricación. Nos prestaron cubrebocas, redes para el pelo, guantes y tapones de oídos, y entramos a la zona en la que se trituran los chiles y mezclan en enormes barriles con vinagre. También fuimos al área en la que envasan el producto, con maquinas que efectúan el proceso bajo los mejores estándares de calidad. Son pocas las personas que aquí laboran y supervisan, pues la maquinaria se encarga de etiquetar y hasta colocar en las cajas cada una de las botellas. Aquí, un pizarrón gigante marca que Japón es el país que más la consume.
Como invitados especiales de la fábrica, pasamos a una zona restringida donde almacenan la pasta que produce la mezcla de chiles y sal, la cual se almacena en barriles de roble blanco (que antes tuvieron Jack Daniel’s) y se deja añejar por tres años.
Frente a la fábrica está el restaurante 1868 (año en el que comenzó la producción de salsas), que ofrece cocina cajún (la especialidad de la región), aunque lo mejor es ir en martes pues es el día especial de hot dogs con chili, y de postre, un helado de vainilla con toques de Tabasco.
También hay un museo que exhibe la historia de los McIlhenny, desde cómo Edmund McIlhenny inventó la receta hasta las vidas de integrantes, como Edward Avery McIlhenny, incansable explorador y amante de la naturaleza. Su pasión por rescatar diversas especies lo llevaron a dar los primeros pasos para crear los Jungle Gardens en 1936, hoy refugio de diversas especies en peligro de extinción. Los visitantes pueden acudir para observar lagartos, osos negros, venados, mapaches, coyotes, armadillos, conejos, nutrias y una colonia de aves que durante el invierno hace una parada en este lugar antes de viajar hacia el golfo de México.
Eso sí, a la salida hay que pasar por la tienda de souvenirs, donde descubres todos los sabores que la compañía produce, como la salsa de pimiento verde, la de chipotle con frambuesa, sweet and spicy, habanero y la de ajo, o comprar sus famosos chocolates picantes.
Una nueva generación
Los McIlhenny han logrado proteger la naturaleza que los rodea e incluso convertirla en un atractivo para los visitantes, quienes pueden recorrer los pantanos en lanchas de hélice y admirar las especies que aquí se resguardan.
Pero el medio ambiente no es su única preocupación, esta familia sabe que para obtener un buen producto, debe hacer que sus empleados se sientan felices e integrados. Generaciones completas han dedicado sus vidas a la compañía. Por ejemplo, Tony, nuestro chofer y guía durante el recorrido, cuenta que sus padres y abuelos participaron en diversas labores para los McIlhenny, y no se imagina haciendo una vida en otro lado. Incluso cuando visitamos a los directivos, él es tratado como un ser muy querido. Y así nace otra historia interesante alrededor de la Tabasco: desde hace más de un siglo, la compañía se ha enfocado en la tranquilidad de sus trabajadores, así que construyó una escuela primaria para sus hijos. Hoy es un centro de investigación, pero la estructura se ha conservado intacta. Al entrar, aún se ve en las puertas el grado escolar que tenía cada salón y hasta es posible asomarse por una ventanilla para descubrir la, a veces temida, dirección.
El salón principal tiene un pizarrón y ahora también una pantalla en la que se exhibe el video de la historia de la isla, cuando fue punto de batallas entre piratas que querían apropiarse del territorio. En la actualidad, aquí se estudia tanto la historia de Avery Island como la de la familia McIlhenny. Además, en unas vitrinas se conservan algunos objetos como las primeras botellas en las que se envasaron las salsas Tabasco.
Fue así como encontramos una nueva generación McIlhenny a la cabeza de la compañía, con nuevas ideas para mejorar la marca y deseos por, no sólo dedicarse a la producción de salsas, sino entender a sus consumidores en otros puntos del planeta, cuidar la naturaleza que habitan y ofrecerle a sus empleados un ambiente familiar en el que puedan trabajar felices y en paz.
Dónde comer en Lafayette
Bienvenidos a territorio cajún. Para una cocina tradicional, pero con un toque contemporáneo hay que ir a Dark Roux. El menú y los cocteles están a cargo del chef Ryan Trahan, considerado un nuevo talento de la cocina de Louisiana. Nuestros platillos favoritos: la tradicional sopa gumbo (un caldo de mariscos con salchicha ahumada), el tuna tartare (con sabores cítricos y jengibre) y el red fish (un pescado de la región marinado con granos de trigo, pepino y queso de cabra).
Otro imperdible es el restaurante Johnson’s Boucanière, que es famoso por sus salchichas ahumadas y sus briskets, con más de 12 horas de preparación que los hacen supersuaves. Wallace Johnson, su dueño, tendrá más de 80 años, pero eso no le impide atender personalmente a todos sus clientes.
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