Armonía, dolor (del bueno) y mucha buena vibra en Punta Mita
Hacer yoga en un lugar de ensueño.
POR: Luz Arredondo
¿Por qué vale la pena dedicarle un fin de semana a un evento de yoga en la playa? Uno: para poder respirar aire puro. Dos: para desconectarse y dedicarle tiempo a aprender, practicar y conocer gente que le gusta el yoga. Tres: porque Punta Mita es un lugar de ensueño donde pasar un fin de semana siempre es una maravilla.
Son las siete de la mañana y la clase de Michael Gannon comienza al ritmo de rock. No es lo usual, pero así le pone adrenalina a la sesión. Michael es una celebridad del yoga. Lleva muchos años dando clases y es experto en el sistema tradicional Ashtanga Vinyasa —su preparación fue en Mysore, India.
Conseguir la certificación en India no es nada fácil, y menos cuando Michael la hizo. En ese entonces se reservaba el espacio por correo y uno llegaba a la comunidad con la incertidumbre de haber sido aceptado. “Éramos 12 personas apretadas tomando clase con Sri. K. Pattabhi Jois. A mí me tocaba el horario de las 4:30 de la madrugada, que era el más envidiado por todos”. Gannon lleva más de 15 años impartiendo clases por todo el mundo y desde hace tiempo decidió establecer su estudio en Playa del Carmen.
Con un cuerpo ultradelgado y fuerte, las sesiones de Gannon están llenas de fluidez, y cuenta historias que ayudan a entender mejor los conceptos. En su taller de bandhas —sellos energéticos que te permiten mantener la fuerza interna en ciertas posturas— nos explica que no hay camino rápido, y aunque se pueden hacer recomendaciones para mejorar las posturas, no hay magia más allá de la práctica constante.
Yoga Nómada
Paulina de la Mora creó el concepto de Yoga Nómada con la idea de traer maestros reconocidos de todo el mundo a distintos lugares de México. Éste es su primer experimento y está feliz de que Punta Mita haya sido la sede. El Sufi Ocean Club funciona muy bien para este tipo de encuentros que no son masivos —un total de 40 personas de distintas ciudades y con diferentes niveles de habilidad—. Entre clases se puede nadar, tomar el sol, comer sano o descansar. Cada profesor tiene un ritmo y una técnica distinta, y la mezcla y el balance entre las diferentes sesiones hace que la experiencia completa sea interesante.
Day Christensen, otra maestra experta en Ashtanga que viene de Miami, dice que este evento es un híbrido entre un retiro y un festival por la mezcla de clases, talleres, métodos de respiración y meditación, además de una parte social divertida. Day ofreció un taller muy bueno de arcos, que es una de las posturas más complicadas porque tiene una alta probabilidad de lesiones. Su explicación es muy clara y basada en su amplio conocimiento en anatomía, así que de nuevo, no hay soluciones ni tips inmediatos, sino mucha práctica, constancia y conciencia.
Además de la parte más técnica y las sesiones de Ashtanga o Rocket Yoga, hubo un taller muy especial de respiración. Jhenneview Heartt es un canadiense que lleva mucho tiempo viviendo en la Riviera Nayarit y tiene una energía muy especial, algo que transmite con mucha paz. Su clase es muy distinta: comienza con un baile para quitarse de encima cualquier inhibición y unir al grupo, seguido de respiraciones profundas por la boca. Inhalando y exhalando durante 50 minutos, uno deja salir todas las emociones que tiene atoradas en el cuerpo y entra en un estado de meditación profunda. Algunos lloran, otros se ríen. Una experiencia intensa y muy gratificante.
¿Cómo disfrutar de una experiencia como ésta en Punta Mita?
Hay diferentes opciones de alojamiento: The St. Regis Punta Mita Resort, Four Seasons Resort Punta Mita o alguno de los departamentos y villas en renta, como El Encanto. Es recomendable volar una tarde anterior al evento para estar listo muy temprano para la primera sesión. De preferencia hay que quedarse la noche que termina el retiro para poder convivir con todos en el cierre y dormir mucho porque el esfuerzo físico es fuerte. Entre clases se puede disfrutar del club de playa y las actividades como catamarán, paddle boarding, etcétera. Si te gusta el golf, vale la pena quedarse un día más para jugar en los campos Bahía o Pacífico. Puedes viajar solo, pero también es buena idea ir con un grupo de amigos.
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