Casablanca, la ciudad más grande de Marruecos y uno de los destinos preferidos por parte de viajeros de todo el mundo, sirvió como fuente de inspiración para el director de cine, Michael Curtiz, al momento de crear la obra filmográfica que se encarnaría como una de las películas más influyentes desde su estreno en 1942 no sólo por su temática amorosa, de patriotismo y sacrificios, sino por su guiño, tal vez sutil, a la problemática mundial de los refugiados.
Aunque Casablanca se grabó enteramente en estudios norteamericanos, Curtiz optó por centrar el escenario en territorio marroquí, punto intermedio entre Europa y Estados Unidos por parte de las víctimas que huían de la atrocidad de la Segunda Guerra Mundial. De París a Marsella, a través del Mediterráneo hasta Orán, luego por auto, tren o a pie, desde el borde de África hasta Casablanca. Esa era la ruta entonces.
Un filme anecdótico
Según se cuenta, durante la grabación de ciertas escenas algunos actores y actrices, así como parte del staff, lloraron al realizar las tomas, dado que les recordaba su estado actual: de inmigrantes (eran judíos húngaros que habían perdido a familiares en campos de concentración nazi).
También se dice que parte del guion se escribió sobre la marcha, por lo que el desenlace fue un misterio para todos. Incluso, Ingrid Bergman (Ilsa Lund) no sabía si tenía que enamorarse, para el “final feliz”, de Humphrey Bogart (Rick Blaine) o de Paul Henreid (Victor Laszlo), amante y marido en la pantalla grande, respectivamente.
Pese a que el filme se llevó a cabo en Hollywood, por mucho tiempo se creyó que Casablanca había sido el plató principal. Cientos de personas viajaron en aquellos tiempos hasta Marruecos para tomarse un café o una foto en el famoso Rick’s Café Americain, sitio que en realidad no existía.
Casablanca, el destino
Esta ciudad se ubica en la costa del océano Atlántico, a 80 kilómetros al sur de Rabat, la capital. Sus callejuelas en tonos arena dan una bienvenida un tanto apretujada a los viajeros; aunque no por ello menos interesante. Lo mejor es dejarse llevar por el bullicio y los caminantes veloces que andan por el entramado, ya que eso otorga la oportunidad única de apreciar el arte tradicional de las alfombras que cuelgan de los muros.
El destino se caracteriza por su impresionante patrimonio arquitectónico moderno de la década de 1930, que va desde el neo morisco hasta art decó. Que aunque presume su influencia francesa, cada sitio respeta las tradiciones marroquíes.
Los imperdibles
Los sitios que no se pueden perder son: la Mezquita Hassan II, la segunda más grande del mundo y la más alta (hasta ahora). Su minarete mide 172 metros y su exterior ocupa más de 30 mil metros cuadrados.
Rick’s Café, inaugurado tras la demanda de los viajeros que iban a Casablanca únicamente para conocer ese lugar; es una réplica del que sale en la cinta.
El Santuario de Sidi Abderrahman, que es actualmente un sito de peregrinación. Sidi Abderrahman, considerado santo por algunos musulmanes, llegó desde Bagdad en el siglo XIX para instalarse en ese islote, donde vivió hasta su muerte. El acceso al templo en donde se hallan los restos de Abderrahman está prohibido para los no musulmanes.
El dato
El idioma oficial de Marruecos es el árabe. Sin embargo, el francés, el inglés y hasta el español está bastante expandido entre los habitantes (mucho más en el norte del país).
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