Postales de Provenza: campos de lavanda para ver una vez en la vida (o dos)
Por sus campos de lavanda, la Provenza francesa es una de las regiones más encantadoras del país.
POR: Paola Gerez Levy
Desde que comenzó la primavera, las flores del norte volvieron a emerger. Así como los cerezos de Japón y China pintan de rosa el oriente asiático, las colinas del sur de Francia se llenan de lavanda y hacen que el paisaje se torne morado, casi azul.
Recorrer la Provenza francesa (cercana a la costa del Mediterráneo) es un viaje que hay que hacer una vez en la vida, sobre todo a mediados de junio y de agosto, cuando las laderas y los valles se tiñen de morado. No es una simple mancha aleatoria de color, sino más bien un lienzo organizado en el que la lavanda se junta en hileras.
¿A dónde llegar para ver los campos de lavanda?
Para vivir esta experiencia de verano lo mejor es llegar a la ciudad de Aviñón, ubicada a una hora y media al norte de Marsella. Esta urbe de la región Provenza-Alpes-Costa Azul es famosa por sus construcciones centenarias, como el Palacio de los Papas (el castillo gótico más grande del mundo) o el Puente de St. Bénézet, una edificación de 900 metros que se hizo en el siglo XII.
Desde Aviñón se tiene un buen acceso a una sección del Parque Regional de Luberon, donde se pueden encontrar los cultivos. Existen seis famosos “caminos de la lavanda” que atraviesan una multitud de encantadores pueblos rústicos.
Estas son algunas de las rutas donde podemos ver la lavanda:
De Crest a Rosans.
De Montélimar a Nyons.
De Nyons a Rosans, Vaison-la-Romaine o Ferrasières.
De Ferrasières a Carpentras o Manosque.
De Manosque a Castellane.
De Castellane a Grasse.
Estos trayectos se pueden recorrer en coche, en bicicleta o a pie (algunos). Lo recomendable es no apresurarse y tratar de abarcar el mayor número de lugares posibles, sino tomarse su tiempo y hacer paradas en los pueblos. Además de las flores que acompañan los campos, se pueden encontrar por todos lados construcciones de herencia romana y y medieval, como es el caso de Sault.
Asimismo, entre junio y agosto las ciudades y pueblos de la región celebran en el verano las fiestas de la lavanda. Cada sitio las lleva a cabo en diferentes días, por lo que se le recomienda a los viajeros buscar que las fechas de su visita coincidan con alguna de las celebraciones moradas. Para consultar el calendario y los lugares de cada evento hay que entrar aquí.
Más que una hermosa vista
Hacia el siglo I a.C., los romanos de la antigua Galia –la región del imperio en donde se ubicaba la actual Provenza– iban a los campos de lavanda para cosechar las flores y preparar relajantes baños aromáticos. Desde ese entonces, esta planta ha estado estrechamente asociada con los productos de belleza; no es de extrañar que hoy en día existan desde aceites esenciales, hasta cremas y perfumes.
La lavanda es una flor que no solo brinda paisajes inigualables, sino que también tiene numerosas propiedades benéficas para el cuerpo. Con el simple tacto, esta planta actúa como antiséptico y antiinflamatorio, pero si se prepara en té, sus aportes a la salud se extienden hasta aliviar el estrés, reducir el insomnio y mejorar la digestión.
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