Definitivamente, una de las mejores formas de conocer una ciudad es través de sus artistas. Dalí tiene su museo en Barcelona, Picasso en Málaga, Botero en Bogotá, Frida Kahlo en Ciudad de México y Rodin en París. Ámsterdam no es la excepción, y en cualquier viaje a la capital de los Países Bajos, hay que agendar una visita al Museo Van Gogh.
Ubicado en el corazón de la ciudad —a pocos pasos de Vondelpark y Rijksmuseum—, este museo alberga la colección más grande del pintor a nivel mundial, con más de 200 pinturas y 500 dibujos. Si bien la pinacoteca recibe al menos dos millones de visitantes al año, es posible realizar un recorrido virtual desde casa para ver las obras más importantes de este espacio.
En honor a lo anterior, hemos hecho una selección con las obras que hay que ver cuando visitemos (desde donde sea) este recinto.
Anciano en pena (1882)
Van Gogh tenía una inclinación por las figuras de la clase trabajadora. Este personaje, por ejemplo, vivía en una casa de beneficencia en La Haya. De hecho, el pintor pasaba mucho tiempo en este lugar, donde le pagaba a los residentes por retratarlos a lápiz con la finalidad de practicar las proporciones humanas, posturas y expresiones faciales.
Los comedores de patatas (1885)
Durante su estancia en Nuenen, el neerlandés pintó esta escena cotidiana de una familia de agricultores. Un retrato honesto y sin adornos sobre la vida de los trabajadores de la tierra. En palabras del pintor, “habían usado las mismas manos con las que ahora toman comida del plato para cavar la tierra”. Para muchos críticos, Los comedores de patatas fue la primera gran obra de Van Gogh.
Autorretrato frente al bastidor (1887-1888)
En este autorretrato —uno de muchos que realizó durante su carrera—, Van Gogh se presentó como un pintor moderno que sostenía sus pinceles y una paleta de colores brillantes detrás del bastidor. Se trata de la última obra que produjo en París, ciudad que lo agotó física y mentalmente.
La casa amarilla (1888)
En mayo de 1888, Van Gogh rentó cuatro habitaciones de esta casa en Arlés (las ventanas color verde indican cuáles). Esta pieza buscaba capturar la vida alrededor de su nuevo hogar: el restaurante, los locales y el puente donde pasaba el tren. Además de tener un lugar para vivir y pintar, la idea original del artista era convertir este espacio en un punto de reunión para otros genios de la época, lo cual nunca se concretó.
El dormitorio en Arlés (1888)
Primero pintó la casa, después el dormitorio. Esta obra —un juego de proporciones y perspectiva— fue la primera de una serie de tres (casi idénticas). La segunda se encuentra en el Art Institute de Chicago y la tercera en el Musée d’Orsay. Sin duda, una de las más famosas imágenes en el imaginario colectivo que tenemos sobre Van Gogh.
Almendro en flor (1890)
Tomando como inspiración la xilografía japonesa, Van Gogh plasmó en este óleo uno de sus elementos favoritos: flores contra un cielo azul. La pintura fue creada como un regalo para su hermano Theo y su cuñada Jo que acababan de tener un bebé. Esto explica la elección del almendro, el cual florece en la primavera como símbolo de una nueva vida.
Trigal con cuervos (1890)
Más allá de ser una de sus pinturas más famosas, Trigal con cuervos representa uno de los grandes mitos sobre el artista. Algunos dicen que el cielo turbio y los cuervos eran un presagio sobre su muerte, y otros aseguran que se trató de su última obra. Para Van Gogh esta pieza significaba “un regreso al campo, pero con un mensaje de tristeza, soledad y contrastes”.
Van Gogh y Holanda
Aunque el pintor impresionista pasó gran parte de su vida en Francia, en especial en Arlés, una ciudad que da al Mediterráneo, su formación como artista la vivió en los Países Bajos. Desarrolló su técnica a lo largo de su carrera de forma autodidacta, pero desde una temprana edad mostró afinidad por el dibujo. Entre 1883 y 1885 vivió en Nuenen, al sur de su país natal, impartiendo clases. Durante esta estancia se concentró en plasmar escenas de los telares de las mujeres del pueblo, y le sirvió como marcador para migrar de un estilo oscuro a uno más luminoso y colorido.
En la actualidad, Van Gogh sigue siendo una figura central en la cultura holandesa. Además del famoso museo, el invierno pasado los canales de Ámsterdam se iluminaron con una versión contemporánea de La Noche Estrellada durante el Festival de Luces de la ciudad. Este icónico óleo se exhibe en el MoMA de Nueva York.
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Imágenes cortesía de Van Gogh Museum.
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