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Se plantarán un millón de árboles para salvar a Machu Picchu

Las raíces de los árboles servirán como estructuras naturales para fijar la tierra y brindar un hábitat próspero a flora y fauna.

POR: Frida

Foto: Fabien Moline.

Al sureste de Perú, a unos 100 kilómetros la ciudad de Cusco, oculta por las imponentes montañas de los Andes, se encuentra Machu Picchu. Las ruinas más icónicas de lo que alguna vez fue uno de los imperios más esplendorosos en todo el continente, y el más poderoso en Sudamérica. Este sitio, escondido entre la jungla, permaneció a salvo durante la conquista española, y no se descubrió hasta 1911 cuando llegó ahí el estadounidense Hiram Bingham.

El riesgo de deslave en Machu Picchu

Machu Picchu se declaró Patrimonio de la Humanidad  1983 y actualmente es una de las atracciones más llamativas del país. Un sitio emblemático –que atrae a millones de viajeros de todo el mundo– en el que los monumentos se esconden entre la niebla y la altura. No obstante, en los últimos años, el parque arqueológico ha atravesado diversas crisis que amenazan su conservación y la preservación de su legado en las siguientes generaciones.

Foto: Tomas Sobek.

Uno de los tantos problemas a los que Machu Picchu se enfrenta es que las ruinas se encuentran en peligro constante de deslave. Tan sólo el pasado 5 de enero el tren que lleva hacia la ciudadela restringió por unas horas el servicio debido al deslizamiento de piedras y lodo causado el incremento del caudal del río Vilcanota.

Los árboles al rescate de Machu Picchu

Lo anterior es consecuencia de las fuertes lluvias de invierno y de los incendios forestales de verano que sufre la región cada año. Según los expertos, esto ha provocado un cambio radical en el suelo de la zona. Los especialistas también han señalado que esto se debe a la falta de árboles, cuyas raíces sirven como estructuras naturales que fijan la tierra y brindan un hábitat más próspero para los seres vivos de la zona.

Foto: Pedro Lastra.

La buena noticia es que en el 2020, el presidente peruano Martín Vizcarra anunció una campaña de reforestación. Aunque no se reveló ni la fecha de inicio ni la de término de esta propuesta, sí se dio a conocer que la iniciativa tiene como objetivo plantar un millón de árboles en las 35 mil hectáreas que rodean el sitio arqueológico y las colinas circundantes.

Otras iniciativas para proteger el sitio arqueológico

Esta es la segunda medida de protección de Machu Picchu en los últimos ocho meses. En mayo de 2019 se restringió el acceso al Templo del Sol, el Templo del Cóndor y la Piedra Intihuatana para evitar su desgaste. Además, en 2017 se limitó el número de visitas diarias a 6 mil personas por día.

Foto: Alan Hurt.

Por otro lado, a principios de 2019 entró en vigor un sistema de reservación para los visitantes. Los viajeros tendrán que ingresar a este sitio para escoger entre tres horarios: mañana temprana (6-9 am), mañana (9 am-12 pm) y tarde (12-3 pm). Además se tendrá que llegar una hora antes y no permanecer más de cuatro horas ahí, tomando en cuenta que el lugar cierra a las 5:30 pm.

Con todo esto, es preciso decir que la seguridad y vigilancia del lugar es una prioridad para el país. Tanto así, que el 16 de enero de este año cinco turistas fueron deportados por dañar las ruinas, y se les prohibió el ingreso a Perú durante un periodo de 15 años. Aunado a esto, una sexta persona tiene prohibido salir de la ciudad cercana a la zona arqueológica y enfrenta un juicio en el que podría ser encarcelada por cuatro años. Entre los agravios hechos están: entrar al Templo del Sol (lo que está prohibido), tirar una piedra del santuario y causar una grieta en el piso.

Foto: Giacomo Buzzao.

¿Cómo visitar el sitio de una forma más sustentable?

Al recorrer un lugar con un pasado histórico como este, siempre tenemos que pensar que existen maneras responsables de vivir la experiencia. Un ejemplo es llegar a la zona caminando; para esto existen diversas opciones: la ruta de cuatro días, que está limitada a 500 personas diarias; la ruta de Salkantay –que dura de cinco a ocho días– o hacer una ruta más larga por El Valle Sagrado.

Estas opciones permiten reducir nuestra huella de carbono, al mismo tiempo que nos dan la oportunidad de vivir una experiencia cercana a la cultura quechua. Además, estos trayectos permiten contribuir a la economía local al convivir de cerca con los artesanos –que venden textiles y objetos de plata– que uno se encuentra por el camino.

Foto: Jeremiah-Berman.

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