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El amor no es turismo… o de cómo Alemania está reuniendo parejas no casadas

#LoveIsNotTourism defiende el derecho a las parejas binacionales de reunirse en tiempos de pandemia.

POR: Viviana Cohen

Aurelia y Chris se conocieron en Berlín hace un año. Él es un alemán que ama la música pesada y ella una psicóloga mexicana que había ido a pasar el verano a la ciudad. Su primera salida fue en Köpenick, un pueblo histórico cercano a la capital. Él la recogió en la parada del tren y caminaron juntos a un lago cercano. Desde la primera vez supieron que ya no querían separarse y que, aunque iba a costar, intentarían tener una relación a larga distancia que consistiría en visitas a sus respectivos países, para conocerse y con el tiempo probar algo más serio. Aurelia fue a Alemania en noviembre, Chris vino a México en febrero y luego apareció el COVID, y los planes de reunirse de vuelta se volvieron imposibles.

Las fronteras estaban cerradas y aunque el escenario era cambiante, una y otra vez la esperanza de verse de nuevo se desvanecía en comunicados de la Unión Europea en los que se anunciaba que solo podían cruzar el Atlántico los residentes, familiares y casados; los novios estaban fuera de las listas. Parecía que hasta que no se resolviera la situación no iban a verse, pero entonces muchas parejas binacionales empezaron a quejarse públicamente en redes y así nació el hashtag #LoveIsNotTourism, un foro en el que personas de todo el planeta expresaban sus casos particulares y la necesidad que tenían de encontrarse tras una larga separación.

Berlín.

El amor no es turismo

Apareció en las redes sociales la misma consigna en idiomas diferentes: “el amor no es turismo”. Historias de parejas que no habían podido renovar visas de trabajo o estudios; parejas que apenas planeaban casarse y otros que habían tenido que regresar a casa a enfrentar los problemas familiares de la pandemia.

La intención primordial era hacer visible cómo la burocracia gubernamental parecía no estar al tanto de todos los grises que tenían las restricciones de viajes. Una situación rara en un mundo globalizado ­en el que cada vez es más normal que las familias estén integradas por personas de países diferentes. Al respecto hay que considerar que solo en Europa hay más 9 mil humanos que están unidos a gente de otra nacionalidad.

Entonces Love Is Not Tourism se hizo popular, tanto que llegó a los oídos de algunos funcionarios que empezaron a señalar los derechos de los no casados de verse en la pandemia, algunos países empezaron a recular. El primero en abrir las fronteras ­–con restricciones– fue Dinamarca, luego Noruega, los Países Bajos y Francia que solo puso de condición demostrar en la embajada que se tenía una relación estable. Y finalmente se sumó a la lista Alemania que, sin anuncio previo, incluyó en su lista excepciones a las relaciones serias.

Berlín.

El viaje de Aurelia

Un viernes, Aurelia escuchó la noticia, y empezó para ella un viaje épico. Para ir de México a Europa había primero que hacer una carpeta en la que se demostrara que la pareja en cuestión existía. Entre los requisitos estaban haber visitado Alemania al menos una vez, una carta de invitación de Chris y otra en la que ambos declararan de que son pareja, fotos de los dos y otros documentos.

El segundo problema consistió en convencer a la aerolínea de las razones del viaje porque en este momento se le venden boletos a casi nadie. Una vez con el pase de abordar, hubo que hacer un vuelo transatlántico con tapabocas, sin vecino en el asiento de al lado y muchas instrucciones para abandonar la nave con orden.

“Al llegar al aeropuerto de Fráncfort todo estaba vacío, había muy poca gente”. Nada más Aurelia puso en pie en la frontera, tuvo que hacerse una prueba de COVID y contestar una multitud de preguntas. “¿Chris pasará por ti al aeropuerto?”. Al llegar a Berlín tuvo que esperar los resultados en un hotel y, aunque podía ver a su novio, tenía que conformarse con un saludo lejano; una verdadera tragedia de la sana distancia. “Nos veíamos para comer en un parque, lo cual fue raro porque llevábamos meses sin estar juntos y casi no podíamos tocarnos.”

Afortunadamente la prueba salió negativa, y al menos esta pareja tuvo un final feliz. Pero hay otras, cientos, que aún esperan que los gobiernos de otros países – los más conservadores o duros con los los migrantes– cedan y entiendan que el amor no es turismo.

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Foto de portada: Miikka Luotio / Unsplash

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