Las ruinas de Angkor Wat son consideradas las mayores estructuras religiosasjamás construidas. Su importancia histórica y cultural les ha valido el reconocimiento de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1992, incluso aparecen en la bandera.
Este sitio, además, es uno de los más visitados de todo el país. Lamentablemente, una de las atracciones principales consiste en recorrer el lugar montado en un elefante. Y es que en toda la región del sureste de Asia, desde hace miles de años, estos animales han sido parte central del desarrollo de comunidades, y para los turistas es una forma de convivir de cerca con esta especie.
Una vida cruel para los animales
Los elefantes en esta región del mundo han sido domesticados y utilizados durante guerras, para la construcción, como medio de transporte y, en la historia reciente, como una forma de atraer el turismo. Sin embargo, durante el entrenamiento se utilizan técnicas de tortura, largas horas de trabajo y una calidad de vida que viola los derechos de los animales por parte de sus cuidadores.
Según World Animal Protection, de los casi 3 mil especímenes usados como entretenimiento en Asia, el 77% viven en condiciones de crueldad. En el caso específico de las ruinas en Camboya, el paseo en elefante se ofrece desde 2001, pero no fue hasta el 2016 que la gente se empezó a movilizar para acabar con esta práctica, ya que fue en ese año cuando una hembra llamada Samba falleció de un golpe de calor y agotamiento extremo.
Camboya le dice adiós a los paseos en elefantes
Después de esto, surgió una petición en change.org para terminar con el uso de estos mamíferos como método para atraer turistas. La buena noticia es que estas protestas fueron escuchadas y Camboya dio un pequeño paso para mejorar la calidad de vida de estos increíbles animales.
La compañía gubernamental Apsra, que se encarga de la supervisión de Angkor Wat, dijo a que a partir del 2020 se terminarán estos paseos, y que los 14 elefantes que se encuentran en el sitio (algunos viejos y enfermos) serán trasladados a un bosque comunitario a unos 40 kilómetros de distancia.
Hay que destacar que los especímenes seguirán bajo el cuidado de la misma agencia, y aunque los turistas ya no podrán montarlos, uno de los planes es capacitarlos para realizar presentaciones a los visitantes.
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