Travesías cumple 18 años y suma 199 números. Para celebrarlo, reunimos 18 personajes clave en la historia de la revista. Un grupo de artistas que con su talento y creatividad ayudaron a convertir los viajes en un estilo de vida que comienza con una fotografía o una palabra, y termina con un vuelo y una aventura.
Aquí les dejamos las palabras de la legendaria Claudia Itzkowich.
¿Quién eres, cuál ha sido tu relación con Travesías y qué haces actualmente?
El dos de enero de 2001, en la parte alta de la casa que ocupaba la agencia de viajes Felgueres, frente al Parque Lincoln, nos reunimos cinco personas para pensar en una revista de viajes. Ese mismo día fui a comprar una cafetera, papel para imprimir, clips. También muchísimas revistas de viajes de todo el mundo para estudiarlas, saber lo que existía y lo que podíamos aportar.
Yo llevaba unos meses trabajando con Javier Arredondo y Guillermo Osorno como editora de guías en viajo.com, y ellos me invitaron a formar parte del equipo que crearía la revista en papel. Una revista “que le hablara al oído al lector”, como insistía Guillermo. El nombre de Travesías se escogió mucho después: dejamos colgadas sobre el muro todas las opciones durante varias semanas. Edité Travesías durante nueve años (primero como adjunta), hasta 2009.
Hoy sigo colaborando con la editorial, donde aprendí —de compañeros como Gabriela Said, Leila Guerriero, Claudia Priani, Omar López, Diana Goldberg, Jessica Juárez, así como, por supuesto, de Guillermo y de Javier— buena parte de un oficio que me permite escribir, traducir y editar en medios tan distintos entre sí como los libros de arte, el periodismo, la literatura o los organismos internacionales.
¿Cómo describirías a Travesías en tres palabras?
Elegante, frívola, selectiva.
¿Qué hace a Travesías distinta de otras publicaciones de viajes?
La libertad. Travesías nació flexible, orgánica y arriesgada (y no se le ha quitado). Su evolución refleja las inquietudes de cada época e incluso los tropiezos. Es una revista que se resiste a las fórmulas a favor de la intuición.
¿Cuál ha sido tu momento favorito en la historia de Travesías?
Recuerdo con mucho cariño una época en la que nos permitimos alejarnos (¿quizá demasiado?) del turismo como tal y abordamos temas como los lugares del cine o las “geografías cruzadas”. Nos llegaron historias sobre el furor por el flamenco en Tokio o el barrio japonés de São Paulo. Tampoco voy a olvidar nunca el momento en que me llegó a las manos una crónica de otro nivel. Describía las milongas en Buenos Aires. Fue la primera vez que leí a Leila Guerriero.
¿De qué portada memorable de Travesías te acuerdas?
La primera es la única que tuvo (y tendrá) varios meses para concebirse. “Ahora nadie nos está esperando, pero eso se va a acabar una vez que lancemos la revista mensual”, decía Javier. Y como nadie me pidió ser objetiva, sigue siendo la consentida: una buena foto, simple, cierto misterio.
Si tuvieras pase libre para hacer cualquier historia para Travesías, ¿cuál sería?
Me muero por conocer Samarcanda, pero como repetimos a los colaboradores hasta el cansancio: un destino no es una historia. El tema sólo podría saberlo una vez ahí.
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Foto de portada: Fernando Gutíerrez y David Sisso / Arte: Ángel Gómez
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