Tres razones por las que amamos viajar a Los Ángeles

Es nuestra favorita porque nunca terminaremos de descubrirla. Estos son algunos clásicos y otros sitios nuevos que vale la pena (re)visitar.

07 Apr 2022
Tres razones por las que amamos viajar a Los Ángeles

Desde el itinerario más general hasta el plan más específico, hay muy pocos destinos que pueden atraer a tantos perfiles de viajeros como lo hace Los Ángeles. Entre las trampas para turistas y los lugares de culto, los parques y las playas, la obsesión con el skate y la frustración por el tráfico —ojalá todas las horas perdidas acá resultaran en una escena de La La Land—, L.A. atrae por igual a los entusiastas de la gastronomía, el arte y el diseño, la música, el showbiz, los deportes o el bienestar. ¿Qué tiene esta ciudad que siempre nos motiva a volver?

Primera: La cocina de todos y de nadie

Para todos los que encontramos en la comida esa gran motivación para planear un viaje, Los Ángeles ocupa un lugar muy especial. Y es que, a diferencia de otros destinos en Estados Unidos (como Texas o Nueva Orleans), su encanto gastronómico no radica en un orgullo local, sino en su diversidad. Esa habilidad de poderse mover de un país a otro —Polonia, Vietnam, Etiopía, Brasil…— a la distancia de una mesa.

Van algunos lugares que vale la pena anotar en la interminable lista. Para desayunar, Sqirl. Venerado por algunos y criticado por otros, el restaurante de Jessica Koslow en Silver Lake es un eterno favorito, especialmente para los que tenemos paladar dulce gracias a su toast de ricotta con mermelada y todo tipo de galletas, donas y pastelitos que se le ocurren al staff de la cocina. Los sándwiches, huevos y bowls no se quedan atrás. Para los veganos y vegetarianos está The Butcher’s Daughter, que tras el éxito de sus tres sucursales neoyorkinas (en Williamsburg, West Village y Nolita) abrió sus puertas en Venice Beach hace cinco años. Ideal para la hora del brunch.

Petit Trois, en Hollywood, es otro infalible. Un bistró chiquito con una sopa de cebolla para morirse y una tarta de higo (con crust de speculoos) que no se debe dejar pasar a la hora del postre. Si se trata de una cena con ganas de convertirse en noche de tragos, hay que reservar en Perch, ubicado en Downtown, que ocupa los pisos 15 (restaurante) y 16 (rooftopbar) de un edificio con vista hacia Pershing Square. Por cierto, en Los Ángeles piden una prueba de vacunación para poder comer en espacios cerrados.

Segunda: Los lugares de siempre (y the new kid in town)

Los Ángeles tampoco se detiene cuando se trata de espacios culturales (de hecho, es la ciudad con la mayor cantidad de museos per cápita en Estados Unidos). Getty Center, en Brentwood, es una parada obligada, sobre todo para los interesados en arte europeo clásico y fotografía (cuenta con una de las colecciones más impresionantes del mundo). Diseñado por el arquitecto Richard Meier, esta combinación de museo, fundación y centro de investigación también vale mucho la pena por sus jardines, tanto así que es uno de los spots para pícnic más populares de todo Los Ángeles.

Aunque si tomamos la popularidad como criterio, ninguno como Los Angeles County Museum of Art, mejor conocido como LACMA, el museo más grande del oeste de Estados Unidos. En una experiencia muy parecida a la que brinda el Met en la costa opuesta del país, visitar este museo y sus múltiples colecciones (de más de 150,000 piezas) puede tomar todo el tiempo que uno quiera y mucho más, así que vale la pena llegar con un plan de acción definido.

Para los que tienen el foco bien puesto en el arte contemporáneo, otro lugar imperdible es The Broad, situado junto al Walt Disney Concert Hall y con un inconfundible diseño a cargo del estudio Diller Scofidio + Renfro. Gracias a la contribución de Eli y Edythe Broad (y a una inversión de más de 140 millones de dólares), el espacio comenzó sus operaciones en 2015 y presenta obra de artistas como Andy Warhol, Jean-Michel Basquiat, Roy Lichtenstein, Kara Walker, Cindy Sherman y Jeff Koons.

Si se trata de novedades, el lugar que está en boca de todos es el recién inaugurado Academy Museum of Motion Pictures. Ubicado a pocos pasos de Urban Light (sí, esa instalación del LACMA utilizada como photo opportunity hasta el cansancio), este proyecto abrió sus puertas a finales de septiembre y, como su nombre lo indica, está dedicado al mundo del cine. El espacio estilo industrial presume siete pisos con galerías para exposiciones permanentes y temporales, un estudio de conservación dedicado a la actriz Debbie Reynolds (quien se hizo de un impresionante vestuario de películas clásicas), café, tienda, un nuevo edificio esférico (que se conecta al edificio original por medio de puentes de cristal), el cual alberga la sala de cine David Geffen (pensada para premieres y grandes eventos), y una espectacular terraza con vistas hacia Hollywood Hills. El museo también cuenta con una sala de cine más pequeña que será sede de un calendario anual de proyecciones, retrospectivas, mesas redondas y programas especiales.

Por su parte, la exposición temporal de inauguración está dedicada a Hayao Miyazaki y sus seis décadas de trayectoria (de hecho, se trata de la primera retrospectiva del cineasta en el continente americano). Esta exhibición —disponible hasta junio de 2022— incluye más de 300 piezas entre story boards, carteles, bocetos y celdas de animación, muchas de ellas en su primer viaje fuera de Japón. Fans de Totoro, Chihiro, la princesa Mononoke, Ponyo (y todos los personajes y largometrajes que tanto queremos), prepárense para un acercamiento atípico a la magia de Studio Ghibli en pleno Wilshire Boulevard.

Tercera: La ciudad de los barrios

Los Ángeles es la vibra retro de Venice Beach —pasear por Abbot Kinney, ciclistas en bikini, gimnasios al aire libre con olor a bronceador, palmeras y surf, murales con la cara de Jim Morrison y tragos al atardecer (si son en el Hotel Erwin, mejor)—, pero también el bullicio de DTLA —librerías, tiendas de discos, espacios deportivos, mercados y terrazas modernillas en edificios históricos— y la fanfarria de Hollywood, que más allá del Paseo de la Fama, el Teatro Dolby y la Capitol Records Tower propone un plan familiar infalible, ya sea con un concierto en Hollywood Bowl o un tour por Universal Studios y Warner Bros. Studios.

No hay que olvidar Beverly Hills, esa meca del window shopping donde faltan ojos para cachar todos los autos deportivos, tiendas y mansiones a la redonda. Por cierto, como no todos somos Julia Roberts en Pretty Woman, pero igual hay que tachar de la bucket list una mañana de compras en este barrio, recomiendo ampliamente visitar Beverly Center, que acaba de completar una gran remodelación y tiene opciones para todos los presupuestos, desde Vuitton hasta Uniqlo.

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