La vida tiene un principio y un fin. Y así como a las especies las precede un ancestro en común, la cultura está resguardada por su pasado. Actualmente hay en el mundo expresiones artísticas que fueron el legado de múltiples civilizaciones. Piezas tan valiosas como los ornamentos chinos de porcelana o monumentos arquitectónicos como las pirámides mesoamericanas, son prueba de ello. Y aunque cada vestigio que hay es importante, para muchos especialistas (incluyendo los de la UNESCO) el sitio en el que la energía creativa del hombre empezó fue en las Cuevas de Altamira, al norte de España.
Las primeras pinturas (hasta ahora)
El interior de las Cuevas de Altamira resguarda las primeras expresiones artísticas de la humanidad. Estas pinturas son tan antiguas que rebasan cualquier acervo de museo, pues se realizaron aproximadamente hace 25 mil años (durante los periodos solutrense y magdaleniense, en el paleolítico). Se trata de un complejo de 17 cavernas de roca caliza y casi 300 metros de longitud. Las pinturas rupestres fueron encontradas en dos bóvedas en específico:la sala de los polícromos y la cámara lateral.
En estos espacios uno se topa con paredes y techos repletos de representaciones de símbolos abstractos, figuras antropomorfas y sobre todo animales, como aves, caballos o búfalos. El dibujo más grande que hay en el recinto es un ciervo de 2.5 metros que está en el techo de la cámara lateral. Por otro lado, los trazos rupestres que hay dentro de las cuevas son en su mayoría negros y rojos, aunque algunos llegan a tener tonalidades moradas. Mientras el color negro se obtenía mediante el carbón, el rojo era una mezcla de minerales en polvo diluidos en agua o grasa.
Descubrimiento por casualidad
La historia de las cuevas de Altamira se remonta a 1868, cundo un campesino local paseaba con su perro por las laderas de Cantabria. No obstante, no fue hasta 11 años después que el antropólogo Marcelino Sanz de Sautuola entró a la caberna para estudiarla en compañía de su hija María. La curiosidad de la niña la llevó a recorrer la bóveda y ver por primera vez las pinturas en el techo y las paredes.
Cuando se divulgó el hallazgo entre las sociedades de antropólogos de la época no se le dio la suficiente importancia debido a varias creencias escépticas de que las pinturas fueran hechas por ellos mismos. Hasta principios del siglo XX se les dio una oportunidad y, tras estudios y pruebas de radiocarbono (para saber su edad), la comunidad científica determinó que en efecto se trataba de las pinturas rupestres más antiguas hasta ahora descubiertas.
Además de las de Altamira, existen otros sitios similares que tienen la historia de la humanidad impresa sobre sus paredes. Tal es el caso de las cavernas de Le Mouthe, Combarelles y Font de Gaume, todas en el sur de Francia.
El último descubrimiento
Si bien estas pinturas se encontraron hace más de un siglo, a principios de este año un grupo de investigadores dieron con más sellos sobre las paredes de la cueva. El nuevo hallazgo constó de tres impresiones de manos, de las cuales una pertenecía a un niño. Otra particularidad aquí es que dos son dibujos completos, mientras que otro solo es una línea representando la silueta de los dedos.
Visitar las Cuevas de Altamira
Basta conducir media hora desde Santander para llegar a Santillana del Mar, donde se encuentra el sitio. Por cuestiones de conservación ya no se puede entrar al lugar, pero existe el Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira –inaugurado en 2001– que cuenta con una réplica exacta de la cueva denominada la neocueva para que las personas vean los colores, relieves y formas de la prehistoria.
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