Si hay algo que no podemos dudar es el alto grado de respeto que los mayas tenían por el conocimiento. Un aspecto de su cultura que se vuelve tangible gracias al legado que dejaron en disciplinas como las matemáticas o la astronomía. Nos referimos a piezas del pasado que se conservan en distintas zonas arqueológicas y que recientemente emergieron al presente gracias un grupo de descubrimientos que se hicieron en unas cuevas ubicadas en el sureste mexicano.
En los últimos años los científicos han constatado que el subsuelo de Yucatán está lleno de vestigios. En julio de 2018, Sergio Grosjeanse y su equipo de exploradores encontraron las primeras cuevas con rastros pictóricos. Las exploraciones continuaron y los primeros días de abril se toparon nuevas pinturas rupestres y petrograbados.
Para realizar este hallazgo, los investigadores tuvieron que descender a rappel unos unos 10 metros de profundidad en el interior de 2 cuevas en la selva Homún, Yucatán. Fue aquí donde estaban las improntas de unas manos y un antebrazo de un ahau-dignatario, líder o rey maya, algo nunca antes visto en la Península de Yucatán.
El enigma de las pinturas rupestres
Aunque el encuentro emocionó a los investigadores, también los dejó con muchas dudas por resolver. Se puede intuir que el petrograbado no se hizo al azar por la forma en que se siguió el contorno natural de la cueva, sin embargo el significado de estas pintura es todavía un enigma por resolver.
Esto se debe a que no existen fuentes escritas del simbolismo de estas manos por lo que las teorías de lo significan son variadas. Algunos creen que estos dibujos eran parte de una ceremonia de iniciación de un joven. Otros dicen que más bien se trataba de un ritual para atraer la buena cacería. En cuanto al antebrazo, no hay precedente alguno en la región del sureste mexicano por lo que algunos investigadores creen que se trata de la un marca que el mandatario maya dejó para preservar su huella.
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** La fotografía de portada pertenece al descubrimiento de julio de 2018. Fuente: INAH**
