Desde principios de la década de los treinta, cuando el Instituto Carnagie obtuvo los permisos para llevar a cabo las primeras excavaciones en la zona de Yucatán. 90 años después, los investigadores mexicanos han dado a conocer una serie de nuevos descubrimientos en Chichén Itzá que revelan de una forma específica cómo vivía la cultura maya en tiempos precolombinos.
En esta ocasión, los arqueólogos hicieron mapeos y diversos registros gráficos y planimétricos con la intención de averiguar el patrón de asentamiento que tenían los pueblos mayas. Para lograrlo se alejaron del sitio arqueológico de Chichén Itzá, y llevaron sus técnicas a zonas cercanas más selváticas en las que no se permite el acceso a turistas. La exploración implicó principalmente que se buscaran construcciones que estuvieran parcial o completamente bajo tierra, para lograr esto ( que antes parecía imposible) se usó una tecnología llamada LiDAR la cual permite medir distancias a través de la vegetación y la tierra.
¿Qué hay de nuevo en Chichén Itzá?
La revelación más importante fue la localización de cinco grupos arquitectónicos. Cuatro predios tenían un uso residencial y uno fines rituales; un dato que se pudo saber gracias a la pirámide que se halló en el centro. Hay que destacar que durante las investigaciones lo que más llamó la atención fueron aquellas construcciones en las que estaban asentadas personas comunes, puesto que hasta ahora lo que más se ha estudiado ha sido el modo de vida de personajes de la nobleza.
Dentro de algunos de estos espacios arquitectónicos destacan Las Monjas o la Serie Inicial. En estos sitios se encontraron diversos objetos, como un disco de pirita que es un mineral que brilla de un color dorado, fabricado entre los años 850 y el 1200. También se halló un cuarto con columnas y múltiples fragmentos de piezas de cerámica.
Adentro la serie inicial se ubica Casa de los Caracoles. El descubrimiento más importante estaba dentro de esta residencias prehispánica fue una mesa de piedra de unos mil 100 años de antigüedad. En su superficie está tallada la representación de 34 personajes: 16 captores y 18 cautivos.
Además de los descubrimientos
Este proyecto, liderado por los arqueólogos José Osorio León y Francisco Pérez Ruiz, forma parte de los esfuerzos conjuntos que unieron el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el gobierno del estados de Yucatán para seguir son las exploraciones en la zona peninsular del sureste mexicano.
En este proyecto figuran varios proyectos de conservación. En la actualidad existen tres estructuras principales: el Juego de Pelota, la Iglesia y la Subestructura del Templo de los Guerreros a las cuales se le dará un mantenimiento rutinario para evitar deterioros por el tiempo y las condiciones de humedad de la región.
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Foto de portada: Mauricio Marat / INAH
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