Cuetzalan, el pueblo que se escondió entre la niebla
Las tradiciones de la cultura náhuatl vuelven a la vida entre sus calles y plazas.
POR: Paola Gerez Levy
Cada mañana una gran masa de neblina sumerge a Cuetzalan en una atmósfera mística. Gracias a un clima casi tropical, que proviene de la zona montañosa del norte del estado de Puebla, en las primeras horas del día este pueblo huele a frescura y humedad. De tanto en tanto las nubes se disipan y aparecen por todos lados vistas asombrosas protagonizadas por callejones, casas blancas y tejados.
Esta pequeña ciudad está a tres horas de la ciudad de Puebla y a 4:30 horas de la capital. En el camino, los que son sensibles al mareo probablemente pasen un mal rato, ya que la carretera es sinuosa y está al borde de las montañas. Sin embargo, al llegar al pueblo estas curvas se transforman en una red de calles empedradas. A sus lados se alinean casitas blancas, cuyas ventanas están enmarcadas por un cuadro color terracota.
Todas las calles conducen a la plaza principal
Para todos los viajeros la primera parada debe ser, sin duda, la plaza de Cuetzalan, un sitio en el que coexisten las distintas épocas que han pasado por este pueblo. El centro está lleno de ejemplos de arquitectura colonial de hace casi cinco siglos. Una atmósfera arquitectónica que se mezcla de una manera exquisita con la herencia nahua que se ve en los vestidos de los locales y en el predominio de la lengua náhuatl que se escucha en cada calle.
Pero la presencia de costumbres prehispánicas no termina ahí. Si uno visita el pueblo un domingo se encontrará con un gran mercado –también llamado tianquitzli– que se extiende por la plaza y por las callejuelas aledañas. Este tianguis es perfecto para conocer de cerca el trabajo de bordado que se hace en Puebla, el cual se identifica por sus motivos y estampados geométricos. Además, en este espacio aún se usa el trueque para el intercambio de bienes.
Yohualichan, una historia de 1.400 años
La zona arqueológica de Yohualichan se ubica a media hora en dirección al norte del pueblo. Esta ciudad prehispánica –cuyo nombre refiere a la casa de la noche– fue el primer asentamiento de la cultura totonaca, famosa por utilizar nichos cuadrados para adornar sus fachadas. Además, con 94 metros de largo, uno de los juegos de pelota más grandes de Mesoamérica se encuentra en este sitio.
Cuetzalan también es naturaleza
Este pueblo mágico también ofrece numerosas opciones para los amantes de la aventura y la naturaleza. Basta conducir unos 15 minutos al este para hallar una serie de cascadas. Las más atractivas son El Salto, Las Brisas y Las Golondrinas. Estas caídas de agua están rodeadas de pozas naturales en las que es posible nadar en el Río Tecolutla.
Además, parte importante del paisaje de Cuetzalan lo conforman los vastos cafetales que crecen a su alrededor. En esta región del país se cultiva principalmente el café criollo, de cuyos frutos rojos y amarillos se obtiene una bebida ligera y muy aromática.
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