El barón Alejandro von Humboldt fue uno de los exploradores más famosos de la historia. Geógrafo, naturalista, humanista y astrónomo, se le considera el padre de la Geografía Moderna. Durante su vida, este especialista alemán recorrió Europa, Rusia y América, donde conoció varios virreinatos americanos.
Entre 1799 y 1804 realizó una expedición científica por el continente americano. Visitó los actuales territorios de Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, México, Cuba y Estados Unidos. Durante su viaje, uno de sus principales intereses era levantar un estudio estadístico de uno de los estados más ricos del continente: la Nueva España.
Durante su estancia en estos lugares, el naturalista visitó volcanes, cerros y montañas. Midió la altura del Popocatépetl y el Iztaccihuatl, escaló el Pico de Orizaba y fue a conocer el volcán Jorullo en Michoacán. El Barón pasó un año en el territorio mexicano y en ese tiempo, estas son las ciudades que conoció:
Taxco
Tras desembarcar en el puerto de Acapulco en marzo de 1803, Humboldt emprendió su camino hacia la Ciudad de México. En ese momento la única ruta que conectaba la capital con el Pacífico pasaba por Chilpancingo, Taxco y Cuernavaca. El alemán tenía un interés especial en los minerales y en ese momento Taxco era uno de los principales centros mineros de la Nueva España y una de sus ciudades más ricas.
Ciudad de México
El 12 de abril llegó a la Ciudad de México, capital del Virreinato de la Nueva España. En la urbe navegó por los lagos y visitó varias de las instituciones más importantes como el Colegio de Minería y la Academia de Bellas Artes. Con un gran interés en la arquitectura recorrió algunos de los edificios más notables de la urbe como la Catedral y el Palacio de Buenavista (actual museo de San Carlos).
En ese momento la Ciudad de México tenía una población de poco más de 135 mil personas, y ya era una de las ciudades con más habitantes del continente. Respecto a ella, Humboldt, aseguró que le pareció tan elegante como Turín o Milán.
Real del Monte – Pachuca
Con su interés por la industria minera novohispana, visitó Pachuca y Real del Monte. Ambas ciudades habían surgido por el descubrimiento de yacimientos de minerales en el siglo XVI, y habían decaído cuando las vetas se inundaron. Ambas minas resurgieron en el XVIII y dichas ciudades experimentaban un gran auge que a su vez generó el crecimiento de distintas haciendas a los alrededores.
Guanajuato
Humboldt no podía no ir a Guanajuato. La mina de la Valenciana se había convertido en la principal productora de plata en el siglo XVIII y su fama se extendía por toda Europa. El Barón visitó este sitio que, en ese momento, empleaba a más de 3 mil personas y tenía una profundidad de casi 200 metros.
Puebla – Cholula
Después de regresar a la Ciudad de México, en enero de 1804 se dirigió hacia el puerto de Veracruz. A su paso llegó a Puebla, que era la segunda ciudad más importante de todo el territorio. A criterio de Humboldt, la angelópolis era una de la urbes más bonitas e interesantes de todos los territorios hispanoamericanos, sólo después de la Ciudad de México, La Habana y Guanajuato.
En esta ciudad admiró la intensa industria agrícola, y con un gran interés en el México prehispánico, visitó la pirámide de Cholula. En sus escritos apuntó varias observaciones astronómicas que realizó desde la cima de estos basamentos.
Jalapa
Antes de llegar al puerto, una de sus últimas paradas fue Xalapa. La urbe había crecido en importancia gracias al comercio y Humboldt apreció la flora y la geografía. El barón la bautizó como la ciudad de las flores y desde lo alto del convento de San Francisco admiró la vista del pico de Orizaba y del Cofre.
Veracruz
Humboldt llegó al este estado el 8 de febrero de 1804. Veracruz era entonces el puerto más importante del territorio, y era el único punto de donde salían barcos trasatlánticos. En aquella época era conocido como la ciudad de las tablas por las difíciles condiciones que había para sus habitantes.
Después de pasar casi un mes ahí se embarcó hacia La Habana el 7 de marzo. En la ciudad caribeña tomaría otro barco que lo llevaría a Estados Unidos donde continuaría su viaje.
De regreso en Europa, Humboldt publicaría varios libros sobre sus expediciones americanas. Uno de ellos lo dedicó solamente al territorio mexicano y a sus experiencias en el virreinato novohispano. Con el paso del tiempo, Ensayo político sobre el reino de la Nueva España se convertiría en una de las mejores crónicas sobre tierras mexicanas en los años finales de la Colonia.
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