Las plantas tienen el título de la primera forma de vida en el planeta. Las pioneras fueron las algas microscópicas que habitaban en el agua, pero cuando migraron al suelo terrestre, consumieron todo el oxígeno que tenían disponible y crecieron decenas de metros. Con el tiempo, tuvieron que compartir este gas vital con más seres y se vieron obligadas a reducir su tamaño de nueva cuenta. Sin embargo, existe una especie que se quedó suspendida en el tiempo y mantuvo su exuberante apariencia (aunque quizás era aún más grande en el pasado).
Nos referimos a las victorias amazónicas, una especie de lirio gigante que crece en entornos fluviales y lacustres de la cuenca del río más largo de América. De lejos parecen enormes botones redondos que flotan pasivos sobre el agua y que, en diámetro, llegan a alcanzar los 2.5 metros. Si uno se acerca, podrá notar que su superficie es una total dicotomía: mientras que el lado expuesto es liso, su reverso está cubierto de venas y espinas que terminan en largas raíces que pueden medir hasta ocho metros.
Lo que hace especiales a estos lirios gigantes son sus flores: se abren durante la noche y su belleza solo puede admirarse por dos o tres días. Sus pétalos son blancos al principio y se van tornando rosas; algunos ejemplares incluso se pintan casi rojos. Después de que atrajo a numerosos escarabajos polinizadores, se marchita y se hunde en el agua.
Lirios gigantes en su hábitat natural
Los lirios son originarios de las aguas someras de la cuenca del Amazonas. Algunas permanecen ahí y otras se incorporan al cauce del río Paraguay y navegan en dirección hacia el sur hasta llegar a una pequeña bahía en Piquete Cué, al sur del país homónimo.
Este sitio, 20 km la norte de Asunción, es testigo de una de las acumulaciones más impresionantes de dichas plantas. Los locales las llaman yacaré yrupé, que en guaraní significa canasto de caimán. Su visita coincide con los meses de verano (sobre todo en enero), aunque cada cuatro o cinco años el suceso se da en magnitudes impresionantes. Durante una de estas abundantes temporadas no sorprende que los lugareños renten sus canoas de remo –jamás de motor– para navegar con tranquilidad entre estas magníficas hojas.
La victoria amazónica sorprende a Europa
Bolivia, 1801. Ese es el primer registro que los exploradores del viejo continente hicieron de la especie. El encanto hacia estos lirios gigantes no tardó en llegar a oídos y ojos de la aristocracia decimonónica, pues entre mediados y finales de ese siglo los jardines botánicos comenzaron a recibir sus primeros ejemplares.
Dos de estas odas se pueden encontrar en Londres y en Estocolmo. En dichas capitales existen invernaderos que fueron diseñados especialmente para albergar las hojas flotantes. Uno de los primeros, que data de 1852, fue el Waterlily House dentro de los Kew Gardens londinenses. Además de lirios gigantes, la estructura contiene otras plantas y árboles de frutas tropicales.
Por otro lado está el Victoriahuset, que se ubica en los Jardines de Bergius, al norte de la capital de Suecia. Se trata de la magna obra del botánico sueco Veit Brecher Wittrock, quien entre 1899 y 1900 construyó un domo de cristal con arterias de fierro para crear una burbuja cálida que simula las condiciones climáticas del Amazonas y en donde pueden crecer los lirios gigantes y demás especies tropicales.
México no se queda atrás
El único sitio en el país en donde se ha dado la floración de la victoria amazónica es en el Jardín Botánico de Culiacán. Fue en 2011 que los biólogos del lugar celebraron este suceso después de dos años de intentos y experimentos. Los lirios gigantes, que se mantienen en una atmósfera entre los 26º y los 31º, se han convertido en una de las atracciones principales del sitio.
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