La ligera vida carioca: una crónica de Brasil

Considerada por nativos y extranjeros una de las ciudades más lindas del mundo, Río es solar.

02 Aug 2019

Para celebrar nuestros 18 años, invitamos a nuestros amigos y colaboradores más cercanos a compartir sus historias y recuerdos favoritos de Travesías en nuestro especial 18 X 18. Este texto –recomendación de María Pellicer– se publicó originalmente en el número 140 de Travesías, en abril de 2014.

Enclavada entre las montañas y el mar, Río invita a pasear al aire libre, disfrutando de la brisa de la playa y la selva. Y nos sorprende con rincones especiales para amantes de la cultura y de la buena mesa.

El despertar en Río es como una carta de amor, te involucra con dulzura. Y así nace el día, bello y hermoso, lleno de expectativas. Al amanecer, van surgiendo nuevas curvas y colores. Todos los matices de mar y montaña traen el fuerte sentido de lo bueno que es estar vivo para poder admirar el paisaje. Se abre un camino optimista para el día que está llegando. Cuando te das cuenta, estás completamente abrazado por la naturaleza de la ciudad.

Mañana verde

Caminar en el Jardín Botánico y sus callejones verde-imperiales es uno de los planes favoritos para amanecer en la Ciudad Maravillosa. Agrada a los residentes de la zona, asiduos del parque, y también a quienes la visitan por primera vez. En una superficie de aproximadamente 54 hectáreas, está la tarjeta postal de la flora brasileña (con alrededor de 6 500 especies), con más de 200 años (pues fue inaugurado en la época de llegada de los portugueses a Brasil). Caminar sin compromiso en la naturaleza del parque, escuchando a los pájaros cantar, y viendo los monos capuchinos y las ardillas, son algunos de sus encantos, así como las majestuosas palmas reales, la fuente central, el vivero de orquídeas  y el famoso lago de nenúfares.

Adriano Fagundes

El periodo de floración de las nenúfares se produce entre marzo y julio. “Sus flores duran sólo 48 horas. Abren por la tarde y cierran en la mañana”, comenta la paisajista Jussara Cabral, quien desde hace 23 años trabaja en el Jardín Botánico. Para ella, es fascinante ver cómo el paisaje del parque toma diferente aspecto en cada estación. “Con tantas caras de este caleidoscopio que he observado en todos estos años viviendo aquí, aún me deleito cada día con este majestuoso jardín.”

Un descanso para el desayuno es parte de la programación, y puede ser en el interior del parque, en el acogedor La Bicyclette, con panes y pasteles de creación propia, cafés artesanales y jugos de frutas. Por lo general es muy concurrido los sábados y domingos, lo que compromete el servicio. Las mesas externas de café quedan justo frente al Espacio Tom Jobim, imperdible. Allá, además de todo archivo digital del maestro soberano (también tienen el de Dorival Caymmi y Chico Buarque), los visitantes pueden disfrutar de fotos, música y recuerdos de Jobim, uno de los principales entusiastas del parque. Un teatro con capacidad para 500 personas es parte del complejo y ofrece una gran programación.

La vanguardia de los vikingos

Después de viajar por el universo jobiniano, en el distrito vecino al Jardín Botánico, existe un circuito de comida cada vez mayor: el Centro Gastronómico de Botafogo. Es ahí donde se encuentra el mayor exponente de la cocina contemporánea, el restaurante Irajá Gastrô, del chef carioca Pedro de Artagão, de 35 años. Artagão acaba de lanzar su menú degustación (es necesario reservar) denominado Omakase (que en japonés significa “dejar a su cuidado”, es decir, al cuidado del chef), que muestra su original trabajo creado a partir de productos de temporada cuidadosamente seleccionados. “Estoy muy interesado en técnicas antiguas.

Adriano Fagundes

Creo que la vanguardia es pasar tiempo con los procesos que tardan, al igual que en el pasado. Para mí, cocinar como los vikingos es moderno, dice el chef, quien comenzó su carrera a los 17 años. Lo que pretende revelar en el nuevo menú de la casa son los ingredientes en su pico de frescura, y estudiar diferentes combinaciones, por ejemplo, la que hizo con callo de hacha y gajos de mandarina. “Éste es el resultado de un estudio, ya que las vieiras se consumen mucho con limón, pero con la mandarina logran un sabor más delicado y afrutado, y una explosión de jugo en la boca”, explica. De hecho, la mezcla resultó ser sorprendentemente sabrosa. El Irajá, sin embargo, tiene platillos sin pretensiones, como la hamburguesa del chef, y el pastel de chocolate con crema de vainilla. Ambos platillos ganaron fama en los cuatro rincones de la ciudad.

Arte latinoamericano

También en Botafogo está una de las mayores apuestas culturales de la ciudad, la Casa Daros, inaugurada en marzo de 2013. El museo de arte contemporáneo latinoamericano está en un edificio neoclásico de 1866, que es Patrimonio de la Ciudad. Su arquitectura sola vale la visita, pero las exposiciones han sido bien seleccionadas (con dirección general de la brasileña Isabella Nunes Rosado y dirección de arte y educación del cubano Eugenio Valdés Figueroa), siempre con el objetivo de difundir la producción de arte de América Latina. El espacio cuenta con una biblioteca provista de cinco mil títulos, incluyendo publicaciones y materiales educativos, además de una tienda con productos de diseño firmado, y el café restaurante Mira!.

La Colección Daros Latinoamérica, establecida en 2000, ahora cuenta con un acervo de 1 200 obras de 119 artistas nacidos o residentes en América Latina. Con exposiciones en su espacio en Zurich y otras itinerantes, los curadores tratan de difundir esta colección que hasta entonces había sido poco conocida. La Casa Daros (institución privada sin fines de lucro) pretende ser el eje de Brasil con esta producción, y la colección de arte Daros Latinoamérica es el punto de partida.

Adriano Fagundes

Además de un escaparate atractivo con dulces, ecláirs, macarons y hasta rabanada hecha con brioche, Guerin ofrece panes artesanales. El chef dice amar la zona. “Siempre que me es posible, voy al Jardín Botánico los fines de semana. Me gusta ir temprano, poco después del desayuno, caminar con mi mujer y admirar el vivero de orquídeas, los pájaros. Extiendo el trayecto hasta el Parque Lage, donde llevaba a mis hijas cuando eran niñas para hacer un picnic”, dice. “¡La caminata es vigorizante! No parece que estemos en medio de la ciudad con tantas especies diferentes de plantas y árboles. Para mí, los jardines son destinos obligatorios en un itinerario de visita a Río”.

La tienda Guerin está al lado de la Lagoa Rodrigo de Freitas, desde donde se puede contemplar la puesta del sol, observando las montañas, que parecen dibujadas a mano, y despedirse de las luces del día.

Ah, la belleza que existe

¿Amanecer en Ipanema o un sueño de una noche de verano? La escena impregna la imaginación de los que conocen –y de los que irán a conocer. Tom Jobim y Vinicius de Moraes dejaron a todo el mundo intrigado con su Chica de Ipanema, la “Chica de cuerpo dorado / Del sol de Ipanema”. No se puede negar que, además de preciosa, la playa de Ipanema tiene una energía maravillosa. Gente bella de todo el mundo circula al rededor, siempre con una emoción contagiosa.

En el paseo marítimo hay gente en bicicleta, caminando, corriendo, en skate. Simplemente estar allí ya es un privilegio. El Arpoador a un lado, la colina Dois Irmãos del otro lado, y la acera que conecta Ipanema con Leblon es una fiesta constante. Los fines de semana está cerrado al tráfico de coches durante la mañana, y en la tarde es un punto de encuentro para locales y turistas que pasan el día allí, en la playa, en los quioscos de coco y cerveza, y los bares de la zona.

Ligera vida carioca

Adriano Fagundes

Piscina infinita

El Fasano Hotel, diseñado por Philippe Starck, está en un rincón privilegiado y glamoroso de la ciudad. El hotel se convirtió en uno de los más concurridos entre las celebridades que vienen a Río, compitiendo con el clásico Copacabana Palace. Sus balcones con sillas del diseñador Sérgio Rodrigues son alucinantes. La alberca de borde infinito en el penthouse del hotel, que termina en el mar, se convirtió en un objeto de deseo. Para una comida sofisticada, el hotel ofrece el Fasano Al Mare, de cocina italiana con excelentes mariscos y un tiramisú buenísimo. Justo al lado del hotel, en la siguiente esquina, está el Astor.

Adriano Fagundes

El bar, originario de Sao Paulo, conquistó Río a su llegada, en abril de 2010. Y por varias buenas razones, empezando por la ubicación, junto con un servicio eficiente, buenas bebidas y aperitivos. Además, ofrece lo que pocos lugares en Rio tienen: una bella vista al mar. Los asientos de cuero de la zona interna del bar probablemente sean uno de los mejores lugares para pasar todo el día viendo el movimiento de la playa y degustando ricos platillos, como el “besteira” empanizado –filete empanizado.– Además de la cerveza cremosa, la carta de gin ofrece copas maravillosas, creaciones del bartender Fabio La Pietra, que hace infusiones en las bebidas. El cocktail nrg Tonic, de color púrpura, por ejemplo, es una infusión de gin con açaí.

Cosas de Río

Quien viene a visitar Río de Janeiro, sin embargo, no puede dejar de circular por la calle Dias Ferreira, en Leblon. Hay un restaurante tras otro, todos encantadores y listos para conquistar. La novedad es Pipo, del chef Felipe Bronze, también socio del Oro, en el Jardín Botánico. Bronze se ha convertido en uno de los chefs más famosos de la ciudad, con su moderna cocina molecular: con muchas espumas y humos, pero todo está muy bien hecho y lleno de sabores.

En Pipo la idea es que el chef esté sirviendo sabrosos platillos revisitando clásicos de la ciudad, como el caldo de frijol y el sándwich de jamón con piña, originalmente servido en el Bar Cervantes en Copacabana. Allá, la preparación trae pan de leche, panceta de cerdo, aderezo de piña, mayonesa ahumada, y hojas de mostaza. El chef solía bromear: “Voy a trabajar a Oro y a comer a Pipo”. Otro punto a destacar son las cervezas artesanales, con producción propia, realizadas en Barra do Piraí. Pipo tiene la Pale Ale, de color cobre y cuerpo mediano, y la Pipo Summer Ale, más ligera.

Punto de encuentro

Dado que no se puede comer y beber todo el tiempo, se puede alimentar el espíritu en la calle Dias Ferreira, visitando la librería Argumento. El lugar tiene un ambiente sin pretensiones, amable. Suele ser un punto de encuentro de los locales, quienes disfrutan pasar un buen rato revisando las novedades editoriales que ofrecen. La calle también tiene tiendas de lujo, con marcas como Granado, de cosméticos elaborados con materias primas de Brasil, y algunas pequeñas tienditas escondidas que venden ropa y zapatos de estilo elegante despojado. Este es un tour completo que se puede terminar con una bola (o más) de helado en la nueva momo.

ligera vida carioca

Anna Carolina Negri

La heladería es un espacio amplio y agradable, con sabores cremosos e intensos, hechos al estilo italiano. El lugar fue creado por un grupo de apasionados por los gelatos. Los helados se hacen en un laboratorio frente a los clientes, todo muy fresco y al instante. Pueden estar acompañados con waffles artesanales y café gourmet. ¡Es todo lo que se necesita!

Gávea

Ésta es una de las zonas favoritas para vivir en Río. Cuenta con fantásticas zonas verdes, muchas casas, y edificios que son verdaderos hallazgos. Se ha vuelto el hogar de varios artistas, como el músico Vinicius Cantuária, que divide su tiempo entre Nueva York y la Gávea. “Para mí, el barrio es el Brooklyn de Río”, define el cantante y compositor, que está preparando una nueva obra interpretando a Tom Jobim. La noche del Baixo Gávea (bg) es famosa como un lugar para disfrutar y ligar. Pero el día también es delicioso: tiene buenas galerías, restaurantes, y lugares como el Instituto Moreira Salles, ideal para una visita por la mañana.

Jardines de Burle Marx

La antigua residencia de la familia Moreira Salles, la casa que hoy aloja al Instituto Moreira Salles, fue diseñada en la década de los 40 por el fallecido arquitecto Olavo Redig Campos, con paisajismo de nada menos que Roberto Burle Marx (creador de íconos de Río de Janeiro, como el parque Aterro do Flamengo y el paseo marítimo de Copacabana). En 1999 se convirtió en lo que es hoy: un espacio para exposiciones de arte, cine, biblioteca, auditorio, cafetería, tienda y taller de artes. Con vocación multicultural, también tiene colecciones de fotografía, música y literatura. El visitante siempre encuentra diferentes postales de la cultura brasileña.

En la colección de música hay más de 100 partituras, aproximadamente 28 000 grabaciones digitalizadas en el sitio web de ims. Hay archivos personales de nombres como Pixinguinha, Chiquinha Gonzaga, Ernesto Nazareth, Elizeth Cardoso, Chico, Mario Reis, entre otros maestros brasileños. Después de la visita, se invita a disfrutar de un descanso ahí mismo en el Café Galería Botánica, que se sirve los fines de semana y días festivos. La ubicación es privilegiada: las mesas externas están de  frente a los jardines y un bello panel de Burle Marx.

ligera vida carioca

Adriano Fagundes

¡Picanha con farofa, por favor!

Después de mucha cultura en el ims-rj, hay que pasear por la calle Marques de Sao Vicente, donde se estará en medio de un ambiente muy alegre y festivo en el Baixo Gávea. En su corazón está el Braseiro da Gávea, apodado cariñosamente por los locales como Braseirinho. Siempre está lleno de gente, pero a nadie le importa esperar afuera del restaurante, tomando cerveza y probando chorizos recién salidos del carbón. En poco tiempo te sientes como en casa, pues el lugar es muy cómodo, uno de los más cautivadores en Río. ¿El platillo más famoso? La picanha con farofa, arroz, papas fritas y brócoli: insuperable. Todo hecho con cariño, con un servicio ágil e inteligente, sobre todo considerando la cantidad de gente que quiere comer allí.

Al salir, ya en el final de la tarde, un plan muy divertido es disfrutar del sol de otoño en el nuevo Palaphita da Gávea, en el Jockey Club de Río. Ahí se puede, incluso, apostar en carreras de caballos. El lugar tiene ambiente amigable, lleno de hospitalidad, mesas, sillas, divanes (hay uno en un lago), todos en el concepto de ecodiseño, sustentables, y con fuerte influencia de la Amazonía, de donde es originario el propietario, Mario de Andrade Neto. “La puesta de sol aquí es bendecida por el Cristo Redentor, una postal visual”, describe Mario.

La cocina está en manos de su hermana, la chef Natacha Fink de Andrade, erudita en el tema de la cocina del norte del país, y que hace deliciosos manjares con frutas y pescados de la región, así como caipirinhas de sabores. Mario también tiene una parrilla, de donde puede salir un rico pirarucu (pescado típico del norte), además de las carnes. Todo esto con una vista maravillosa. Y así va llegando la noche, suave.

ligera vida carioca

Adriano Fagundes

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