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Las enigmáticas Sandías de Rufino Tamayo se subastaron en 4.9 mdd

Pintado en 1980, este cuadro es de los últimos que realizó el artista.

POR: Paola Gerez Levy

Si hablamos de contribuciones al mundo del arte, México ocupa un lugar importante. Entre los murales de Siqueiros y Orozco, los autorretratos de Frida Kahlo y las esculturas de Jorge Marín, es difícil elegir una obra favorita. En esta selección de genios mexicanos entra también Rufino Tamayo, cuya obra forma parte de prestigiosas colecciones públicas y privadas alrededor del mundo.

El pasado 14 de mayo en la ciudad de Nueva York, la emblemática casa de subastas Sotheby’s (fundada en 1744) realizó la Subasta de Arte Moderno e Impresionista. En este evento, entre obras de Picasso, Gauguin, Chagall, Miró y Monet, destacó el cuadro Sandías del pintor oaxaqueño Rufino Tamayo. Esta pintura, proveniente de una colección privada y valuada entre cuatro y seis millones de dólares, se vendió en 4.9.

Rufino Tamayo. Sandías, 1980

La pieza, además de ser la más famosa de la serie de sandías que pintó Tamayo, es de las últimas que creó en su vida artística. Mediante óleo y polvo de mármol sobre lienzo, logra una escena de naturaleza muerta que no rebasa la paleta de los rosas, rojos y morados; siempre fiel a su convicción de que tiene más valor agotar las posibilidades de un solo tono, que usar una variedad ilimitada de pigmentos.

Los cuadros de Tamayo inmortalizan escenas de la vida cotidiana, instrumentos musicales, animales y figuras humanas. Sin embargo, la sandía es un motivo recurrente en su obra, como se puede ver en Rodajas de sandía (1950), Sandías (1968), Naturaleza muerta (1957) y en la pieza subastada. Según expertos, su tendencia a retratar fruta proviene de los recuerdos de su adolescencia, pues con apenas 12 años se mudó de Oaxaca a la Ciudad de México para trabajar como vendedor de frutas en el mercado de La Merced.

El legado del pintor

La herencia artística de Tamayo no solo se puede ver sino que se puede entrar a ella. Además de dos centenares de óleos, el pintor y su esposa Olga Flores buscaron llevar su vasta colección privada a ojos del público y lo hicieron a través de dos grandes museos. Por un lado, el Museo de Arte Prehispánico de México Rufino Tamayo, en Oaxaca, contiene 1.058 esculturas de diversas culturas precolombinas que formaron parte del acervo de la pareja y que sirvieron a la vez como inspiración para Rufino.

Por otro lado, el Museo de Arte Contemporáneo Rufino Tamayo, en la Ciudad de México, se convirtió en un referente cultural en cuanto al arte moderno y contemporáneo. Empezó en 1981 como un espacio en donde Rufino y Olga expusieron las obras que conformaban su colección privada, principalmente vanguardias de la segunda mitad del siglo XX entre las que destacan obras de  Bacon, Picasso, Miró y la propia construcción que alberga el museo, diseño de los arquitectos Teodoro González de León y Abraham Zabludovsky. Entrado el siglo XXI, el recinto ha adquirido numerosas piezas de artistas internacionales.

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