En la inadvertida y fascinante ciudad de Praga, hay una biblioteca que es uno de los mejores y más bellos ejemplos de arquitectura barroca en toda Europa del Este. Este espacio abrió en 1722 y tiene un acervo de más de 20 mil libros. Forma parte del Klementinum, un antiguo colegio jesuita en el centro histórico de la capital de República Checa.
La historia de la biblioteca se remonta a 1556 cuando los jesuitas llegaron a Praga y empezaron a construir el espacio. Esta orden había sido fundada por Ignacio de Loyola en 1534 con el objetivo de contrarrestar la Reforma y entre sus principales tareas estaba la de promover los estudios humanísticos y teológicos. Quizá por eso su sede pragueña pronto se convirtió en uno de los principales centros de enseñanza de toda Europa.
La joya del ‘Klementinum’
El Klementinum tardó más de 170 años en completarse. La escuela se ubica en el corazón de Praga, a tan sólo unos pasos del Puente de Carlos. Todo el complejo mide dos hectáreas en las que hay: una torre de observación, varios patios, dos iglesias, capillas, una casa editorial, una farmacia, un teatro, aulas de clase, habitaciones y, por supuesto, la famosa biblioteca barroca.
La biblioteca barroca es la joya de todo el complejo. Entre su acervo se encuentra una gran colección de documentos acerca de Mozart y los frescos de su techo son obra del pintor Jan Hiebl. En 1781 se estableció en ella la Biblioteca Nationalis, una de las primeras colecciones de literatura checa.
Con el tiempo, el Klementinum adquirió fama y prestigio. El colegio jesuita pronto se convirtió en una universidad y en 1654 se unió a la Universidad Carolina de Praga, de la cual albergó las facultades de filosofía y teología. Sin embargo, la orden fue expulsada en 1773. Aunque los jesuitas abandonaron el complejo, las facultades universitarias siguieron operando hasta 1930, cuando la escuela de filosofía fue transferida a un edificio nuevo. A partir de ese momento se convirtió en la sede de la Biblioteca Nacional de Checoslovaquia.
Las leyendas
Cuando fueron expulsados, a los jesuitas se les ordenó entregar todos sus tesoros al gobierno. Sin embargo, cuenta la leyenda que los religiosos dijeron estar en la pobreza y escondieron sus posesiones más valiosas dentro del Klementinum. Se dice que a la mitad de la noche contrataron a un albañil para que construyera un muro, tras del cual escondieron sus cálices, custodias y cruces de oro, plata y piedras preciosas.
A la mañana siguiente el muro estaba terminado y la habitación del tesoro quedó escondida sin que nadie nunca haya podido hallarla. Otros mitos mencionan que el tesoro fue enterrado debajo de la plaza Karlovo, o de la Academia de Straka.
Cómo visitar
Aunque la mayor parte del complejo se encuentra cerrada o en conservación, sí se puede tomar una visita guiada para conocer la impresionante biblioteca. Estos recorridos empiezan cada 30 minutos y duran alrededor de una hora. También se pueden ver el Salón del Meridiano (que se construyó sólo para determinar en qué momento eran las 12 de la mañana), varios pasillos decorados con frescos, una multitud de antiguos globos terráqueos y la torre astronómica.
Con sus 68 metros de altura, dicha torre ofrece una de las mejores vistas del centro histórico de Praga. Fue utilizada por el famoso astrónomo Johannes Kepler para realizar observaciones en el siglo XVII y hoy en día sigue siendo el sitio en donde se mide la temperatura diaria de la ciudad.
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