Las historias que viven dentro de las páginas de un libro son una excelente manera de llegar a lugares lejanos, y a lo largo de la historia también han sido un medio de escape de la cotidianidad de la vida, un forma para conectarse con uno mismo, rebelarse o conocer nuevos sentimientos y experiencias. Definitivamente se puede saber mucho sobre la historia del género femenino a través de los cuadros de mujeres lectoras.
Estas singulares obras están esparcidas por el mundo y son un excelente pretexto para planear un viaje. Una exploración de ciudad en ciudad por los museos y galerías más relevantes del planeta para verlas y comprender su momento. Hablamos de una galería en Florencia, un monasterio en Barcelona o una misteriosa pinacoteca en Munich. Sin duda, estas mujeres y sus libros están por todos lados y si se los dejamos pueden cambiarnos la vida.
En honor a esto, escogimos 10 obras que reflejan la intrincada relación entre la mujer y las palabras impresas.
Anciana leyendo, Rembrandt
Primera parada Holanda: Rijksmuseum
En este cuadro, el artista pretendió regresar la dignidad a la vejez a través de la imagen de una anciana leyendo (con dificultad) las sagradas escrituras del antiguo testamento. Su mano sobre la página representa un profundo vinculo entre las palabras y la lectora.
Mujer leyendo, Pieter Janssens Elinga
Segunda parada: Munich en la Vieja Pinacoteca.
Los Países Bajos en el siglo XVII albergaban la mayor cantidad de personas alfabetizadas del continente. Para las mujeres, leer era una acción que les permitía descubrir nuevos mundos más allá de sus obligaciones en el hogar. Este sentimiento, propio de los libros, llegaba a todas las que sabían leer, sin importar su estrato social. Por lo menos eso es lo que nos retrata el artista en este cuadro de una criada que abandona sus labores para sumergirse en el mundo de las palabras.
La anunciación, Simone Martini
Tercera parada: Florencia, Galería de los Uffizi
Durante la edad media las representaciones de la anunciación no faltaron, sin embargo, la de este artista se distingue de todas. Aquí María no es una niña inocente, es una mujer inteligente que lee y aunque está en una posición defensiva y rostro atemorizado por el ángel dorado frente a ella, no suelta el libro e incluso pone el dedo en medio de las páginas para no perder el hilo.
Joven leyendo, Jean-Honoré Fragonard
Cuarta parada: Washington, Galería Nacional de Arte
Durante la época del Rococó y la Ilustración, el placer tomó un papel importante en la vida de las personas, y la lectura es un reflejo de esto. Atrás quedaban los pesados textos técnicos, mientras la poesía se convertía lentamente en lo que es ahora. En este contexto la pintura plasmaba el rol de cada género. El hombre escribía los poemas mientras que las mujeres eran quienes los disfrutaban.
Joven decadente, Ramón Casas
Quinta parada: Barcelona, Monasterio de Montserrat
Con el paso del tiempo, leer se convirtió en una forma de conectarse con uno mismo y con los sentimientos de quien escribió las palabras. En este cuadro el artista catalán retrata a una mujer con un libro en la mano, mientras descansa después de un baile. Así este gran cronista plasma el lugar que tenía la lectura en la vida de la burguesía, un aperitivo entre los eventos importantes de la vida.
Lectura a la luz de una lámpara, James Abbott McNeil Whistler
Sexta parada: Connecticut, Centro de Arte Davison de la Universidad Wesleyan
Este grabado del artista estadounidense nos deja entrar al momento más íntimo de la lectura de una mujer. Un instante en que (aunque la luz es suficiente para que ella alcance a leer todas la palabras) acerca su cara lo más posible al papel para no permitir que nada se interponga entre ella y aquellos sentimientos que las palabras han despertado.
Arlesiana, Van Gogh
Séptima parada: Nueva York, MET
Esta fue una pintura que el propio van Gogh admitió haber hecho rápido y sin tanta atención. Lo interesante de esta obra no está en la destreza técnica con la que fue elaborada, sino en la expresión y el momento en que el artista plasma a la mujer. Y es que no la retrata en el momento mismo de la lectura, más bien en el momento después.
Karin Leyendo, Carl Larsson
Octava parada: Sundborn, Suecia. Casa Museo de Carl Larsson
Carl Larsson fue uno de los principales representantes del art nouveau, estilo que buscaba crear una nueva estética de la vida. A través de sus famosas estampas ilustradas este artista logró transmitirnos una versión idealizada de la vida cotidiana (sobre todo la rural). Un claro ejemplo de esto es esta ilustración de su esposa; una mujer que tras un día pesado busca un poco de relajación en un libro.
Interior con muchacha leyendo, Peter Ilsted
Novena parada: Copenhague, Museo Estatal de Arte
Peter Ilsted es conocido por sus cálidos interiores que nos recuerdan al hogar a través de espacios íntimos y cálidos. Tal es el caso de esta pintura que nos enseña la cotidianidad de una mujer disfrutando de un libro durante el atardecer en la comodidad de uno de los cuartos de su casa.
Habitación de hotel, Edward Hopper
Décima parada: Madrid, Thyssen-Bornemisza
En el año de 1931, Edward Hopper realizó este cuadro de gran formato en el que plasma a una mujer en el cuarto de un hotel, que probablemente está viajando sola. En ropa interior, indecisa y desorientada lee un folleto, antes de seguir con el ajetreo de su aventura.
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